Foto extraída del Periódico el Pueblo

El teletrabajo no es un nuevo formato para el mundo laboral, aunque en este escenario marcado por la emergencia sanitaria declarada a partir de la pandemia del COVID- 19, lo ha puesto en agenda y ha obligado no solo a actualizar su debate, sino también a acelerar ciertos procesos y posicionamientos con respecto al mismo, debido a la cantidad de trabajadoras y trabajadores que están siendo afectados por esta modalidad. Tan es así que se debate una nueva legislación que lo regule. Cómo nos organizamos para enfrentar el nuevo “Caballo de Troya” del capital.

Les estatales bajo el trabajo remoto

Al ritmo de la emergencia sanitaria declarada por las autoridades, el trabajo remoto o trabajo a distancia se impuso entre las y los trabajadores de la Administración Pública Nacional (APN) y de las distintas jurisdicciones municipales del país, así como en la Ciudad de Buenos Aires, de forma totalmente desorganizada, improvisada y sin tener en cuenta posibilidades materiales y físicas del colectivo de trabajadoras y trabajadores. Actualmente, más del 90% se encuentra realizando sus tareas con recursos propios, que incluye computadoras, celulares y otros dispositivos. En muchos casos les trabajadores  se vieron en la necesidad de costear de su propio bolsillo los programas de actualización o mantenimiento, e incluso la reparación o reposición de los mismos. También corre por cuenta de elles la contratación de servicios de internet, paquetes de datos o la mejora del tipo de conexión que se tenía en los hogares y que ahora no es suficiente para cumplir con las tareas laborales. Es decir que bajo este formato, tanto en el caso de trabajadores estatales y docentes, se desliga a la patronal de proveer los elementos y recursos básicos para desarrollar las tareas laborales, quedando todo a cargo de trabajadores, situación que agrava aún más las condiciones de vida de un sector que en los últimos dos años ha perdido en promedio el 60% de su poder adquisitivo.

En cuanto a la dinámica de trabajo, esta modalidad trajo también cambios en el tipo de tarea desarrollada y en la jornada laboral porque se desdibujan las fronteras del espacio público y el privado, que se traduce en muchos casos en jornadas laborales más largas, con horarios y condiciones que no respetan el tiempo de descanso o que deben ser adaptadas a las dinámicas familiares. Cabe aclarar que en la mayoría de las casas las computadoras, convertidas ahora en herramientas imprescindibles de trabajo,  no son de uso exclusivo de cada une de les trabajadores, sino que tienen que ser compartidos con el resto de las y los miembros del hogar, ya sea con otres trabajadores, con les niñes que realizan tareas escolares o simplemente para actividades de esparcimiento.

Trasladar el espacio de trabajo al hogar, además de la necesidad de compartir los recursos y herramientas de trabajo, generó también la necesidad de reconfigurar y conciliar la jornada laboral con las tareas de cuidado.

Mujeres e identidades feminizadas siempre les más perjudicades.

El trabajo remoto que se impuso a partir del ASPO impacta con mayor profundidad y desigualdad para las mujeres e identidades feminizadas, ya que a la jornada laboral desregulada y flexible, que propicia esta modalidad se le suma el incremento de la jornada de trabajo no remunerado dentro del hogar por un doble motivo. Por un lado, la situación que se vive en los hogares, donde están borradas las fronteras entre los tiempos de cuidado, tiempo de recreación, tiempo de desconexión del mundo laboral externo impide el corte con las actividades domésticas que, que recaen con mayor peso en este colectivo que  para los varones. En este sentido, cabe recordar que mujeres y disidencias destinan en promedio 3 horas diarias más que los varones a la realización de trabajos dentro del hogar. Por otro lado, la suspensión del ciclo lectivo presencial de les niñes y adolescentes que lxs obliga a estar todo el día en sus casas, acrecientan enormemente las tareas de cuidados. A estas últimas deben agregarse las relacionadas al cuidado de adultes mayores, quienes representan la población de mayor riesgo en esta pandemia.

En lo que refiere a las condiciones del trabajo remoto, de acuerdo a la Resolución 3/20 de la Secretaría de Gestión Pública, todas aquellas personas con hijes en edad escolar están exceptuadas de cumplir la jornada laboral amparándose en la licencia por fuerza mayor. Sin embargo, de acuerdo a los datos ofrecidos por Gestión Pública, sólo el 27% de les trabajadores en estas condiciones hicieron uso de esta licencia e incluso un gran porcentaje, sigue trabajando aun bajo la licencia. Esto es así porque en varios organismos la manera de contrarrestar los bajos niveles salariales de la grilla SINEP es a través del plus de horas extras, pero aquelles trabajadores que están en uso de alguna licencia no puede hacer uso de esto, situación que lxs condiciona para tomarla.

A esto debemos agregar que se agrava la situación y las consecuencias negativas que tienen las tareas remotas en áreas sensibles como la atención a diferentes Violencias de géneros, por ejemplo en las líneas 144 de Nación y Ciudad.

¿Cómo nos organizamos en este contexto?

Dentro de la lógica capitalista, cada adelanto tecnológico se ha utilizado para incrementar los niveles de explotación y/o para avanzar hacia mayores niveles de control y de disciplinamiento sobre la clase trabajadora.  El teletrabajo no es la excepción a esta regla. Actualmente, como explica Oscar Martínez del TEL, “el teletrabajo como estrategia empresaria, constituye la vía de entrada que utiliza el capital para imponer la reforma laboral. Es un caballo de Troya[1]. El contexto de pandemia, está siendo utilizado para imponerlo y dejarlo en forma permanente.

Más allá de las variaciones según la rama de trabajo, el teletrabajo permite el control en tiempo real de lo que está haciendo cada trabajador. De hecho, ya se están desarrollando softwares como el que vende la empresa Hubstaff, una herramienta que se instala en la computadora y el celular y que registra qué programas están en uso en cada momento, cuáles están activos, hace periódicas impresiones de pantalla, el empleador puede acceder al registro de todas las actividades.

Además de esta dimensión, el teletrabajo permite a la patronal, como ya se dijo, incrementar sus ganancias ahorrando en instalaciones, edificios y mobiliario (en Manhattan por ejemplo ya se hacen cálculos de cómo cambiará el panorama del negocio inmobiliario donde las empresas dejarán de alquilar unos 100 mil metros cuadrados), además de la provisión de herramientas y elementos de trabajo, al tiempo que incumple con su responsabilidad de garantizar condiciones básicas necesarias para un ambiente de trabajo saludable.

Por todo esto, no debe discutirse como una herramienta ni tampoco en sus elementos aislados. En nuestro país, más allá de las protestas de los grupos empresariales más concentrados que reclaman siempre la liberalización total de las regulaciones de trabajo, el Proyecto de Ley de teletrabajo aprobado por Diputados y discutido en Senadores, se enmarca en las reformas flexibilizantes y consagra los problemas que aquí se enuncian,  dejando librada la regulación de las condiciones específicas a la negociación que cada gremio pueda desarrollar en los convenios colectivos de trabajo. Esto constituye un problema grave, no sólo por el contexto de desocupación que empeorará la relación de fuerzas capital trabajo, sino dada la desventaja ya existente para la clase trabajadora con gremios gremios que negocian a la baja (con burocracias sindicales que entregaron a sus afiliadxs con las rebajas salariales y aceptación de despidos y suspensiones). Para garantizar derechos efectivamente, se debería legislar por la positiva, no dejando en un gris de indefinición los derechos laborales. El cuadro se complejiza aún más debido a que el trabajo a distancia genera una mayor fragmentación entre les trabajadores y presenta dificultades para la organización sindical, ya que impide reunirse y encontrarse en el lugar de trabajo y estrechar lazos en la cotidianidad del contacto personal. La presencia permanente entre nuestres compañeres es la base para el desarrollo de una herramienta gremial que exprese la pluralidad de voces y que se construya desde abajo.

Este contexto nos genera el desafío de pensar en nuevas formas de  sostener la organización, de redoblar esfuerzos para superar esta tendencia a la atomización y  que nos fortalezcan colectivamente para enfrentar esta avanzada del capital sobre les trabajadores.

Se abre un escenario que requiere de mucha discusión y debate. Debemos formarnos y apropiarnos de la mayor calidad y cantidad de información para su análisis, nutrirnos de otras experiencias y desarrollar estrategias que nos permitan seguir aportando a la organización de les trabajadorxs. Recordemos que si bien estamos atravesando una  situación inédita impuesta por la emergencia sanitaria actual, el trabajo remoto o a distancia es una modalidad que está ganando cada vez más terreno en el mundo del trabajo. Se trata entonces de pensar nuevas formas de construcción y de acumulación de fuerzas para defender nuestros derechos y conquistar todos los que nos faltan.

[1]          Oscar Martínez del Taller de Estudios Laborales en el Taller organizado por la Corriente Nacional Enriqueta Lucero.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor, ingresá tu comentario
Por favor, ingresá tu nombre aquí