Desde hace poco más de dos semanas, se confirmó la llegada del coronavirus al Barrio Carlos Mugica. Las organizaciones sociales y les vecines venían advirtiendo hace semanas sobre la falta de agua e infraestructura sanitaria necesaria para hacer frente a la pandemia. Las medidas adoptadas fueron absolutamente insuficientes y los contagios se multiplicaron a un ritmo incontrolable.

En una de las villas más grandes del país y con mayores niveles de hacinamiento, la Secretaría de Integración Social y Urbana, perteneciente al Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad de Buenos Aires, era es la responsable de ejecutar las obras de infraestructura necesarias y llevar a cabo una campaña de prevención y concientización que evitase la propagación del virus. Una Secretaría que cuenta desde el principio de la gestión macrista, con cientos de millones de dólares para reurbanizarla. Pero hoy, a 100 años de su establecimiento a metros del centro de la ciudad más rica del país, aun no cuenta con instalación de gas natural, red de agua potable, servicio eléctrico estable ni sistema de salud suficiente, por solo mencionar los problemas estructurales más graves.

La decisión desde el principio de la pandemia fue, como en todas las villas de la ciudad, encerrarlas, volverlas un guetto. En lugar de atender a los niveles de precariedad y hacinamiento en el que viven las familias alli, y desarrollar protocolos y medidas atendiendo a esta particularidad, el Gobierno de la ciudad dejó prácticamente abandonada a su suerte a la gente. Era sabido que desde el momento en que el virus llegue al barrio, la propagación iba a ser muy agresiva. Cuando esto pasó, la falta de reacción estatal fue indignante, por decir poco. Las organizaciones sociales tuvieron que ponerse al frente de la situación, creando sus propios protocolos para cuidar a les vecines, mientras la Secretaría hacía reuniones, promesas y provocaba en los grupos de whatsapp del barrio que la culpa era de las personas infectadas, llegando incluso a filtrar los datos completos de una de ellas, con los riesgos y daños que eso generó y pudo haber generado a ella y su famiia.

La situación en el resto de las villas porteñas no es menos grave que en la 31. Por caso, en la 1.11.14 del bajo flores la cantidad de contagios es de 67 casos y la falta de medidas integrales por parte del Ministerio de Salud en particular y del GCBA en general son alarmantes.

Tras el fallecimiento de la primera vecina y casi 150 personas contagiadas a la fecha en la villa 31, aun hay sectores enteros del barrio sin agua. Las salitas de salud colapsan con poco y el Gobierno de la Ciudad sigue improvisando día a día. La ineficiencia, la falta de planificación y de voluntad política por contener la propagación y salvar la mayor cantidad de vidas posibles, está llevando al barrio a una situación crítica.

Las organizaciones sociales nucleadas en el Encuentro de Movimientos Populares de la 31 se movilizan el miércoles 6 de mayo a las oficinas que tiene el Jefe de Gobierno en el barrio, para reclamar testeos masivos (diferente al reelevamiento general que se hizo entre los Ministerios de salud de Ciudad y Nación), fortalecimiento de las salas de salud y hospitales cercanos, elementos de bioseguridad y aumento de la asistencia alimentaria para los comedores comunitarios, primera línea de contención frente a la pandemia. No podemos seguir permitiendo que en la ciudad más rica del país, los ricos vivan cada vez mejor y la clase trabajadora se hunda en la miseria estructural. 

¡LARRETA ES RESPONSABLE!

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