El tema de las retenciones sobre el agro se pone sobre la mesa nuevamente. Y cada vez que aparece genera temblores políticos, debido a que está muy latente lo que sucedió en el 2008 con la 125. Pero para analizar si las retenciones son muchas o no, si son justas o no, es necesario hacer un poco de historia sobre las mismas.

En 2002, Eduardo Duhalde había impuesto retenciones fijas en torno al 20% de las exportaciones agrarias, que se convirtió en uno de los principales ingresos del estado nacional. En el 2007 las retenciones se ubicaban en el orden de los 27.5 % en soja y 24 % en subproductos.

La disputa de 2008 se da en el cénit de los precios de los commodities, cuando la crisis de las hipotecas ya se había desatado en Estados Unidos, pero todavía no se había convertido en la recesión global que llegaría a fin de año. El precio de la tonelada de soja en Chicago, que había oscilado entre los 300 y los 400 dólares en años previos, superaba la barrera de los 500 y se acercaba a los 600. La resolución 125/2008, firmada por CFK y el entonces Jefe de Gabinete Alberto Fernández, establecía una fórmula que transformaba el porcentaje retenido en móvil, en una relación inversa con el precio de los granos. Si el precio en Chicago caía por debajo de los 200 dólares la tonelada, la soja tendría retenciones cero. Pero con el valor en 400, ese porcentaje de impuestos pasaría al 35,75%. Y con un precio de 600, que parecía inevitable en esos meses, la tasa de retención llegaba a 49,33%. El 12 de marzo de 2008 comenzó una medida de fuerza que combinó un lockout patronal con una huelga de comercialización de granos, anunciada por la Mesa de Enlace Agropecuaria que agrupaba a las cuatro principales entidades del campo (Sociedad Rural Argentina, Confederaciones Rurales Argentinas, Federación Agraria Argentina y Coninagro). Luego vinieron los cortes de ruta, las movilizaciones, los cacerolazos en la Ciudad de Buenos Aires, las contra-marchas K (con Luis D’Elía y Guillermo Moreno reconquistando la Plaza de Mayo) y negociaciones fallidas. Todo tuvo un final de película la madrugada del 18 de julio en el Congreso, con una votación empatada en el Senado. El voto decisivo y no-positivo fue del vicepresidente Julio Cobos, quien apoyó la medida y provoco un tembladeral político en el Kirchnerismo.

En el 2015 a días de dejar el gobierno, Cristina aumento las retenciones de soja a 35% y girasol 32%.

La llegada de Macri se da en gran medida de la mano del sector que depende de las divisas que vienen del campo. Su núcleo duro se concentró en este sector y él respondió con lealtad al mismo. Apenas asumido, el gobierno de Cambiemos comenzó con una reducción gradual de las retenciones del 0.5% mensual. Pero en 2018 volvió a un esquema de una alícuota de 4 pesos por dólar (con un dólar a 36 pesos). La devaluación hizo lo suyo ya que el dólar aumento prácticamente un 90% desde aquella medida licuando los 4 pesos destinados a la soja. Los valores de los granos y sus derivados están en pisos históricos pero sigue siendo la principal entrada de dólares en una economía ultradependiente de la moneda Norteamericana.

La crisis económica que se viene desarrollando en nuestro país obligó al gobierno a establecer un nuevo esquema. El mismo marca un aumento de retenciones que lleva el valor al 27%, que está muy por debajo de los valores del 2015 y simplemente actualiza los valores que estableció Macri en el 2018. No podemos dejar de pensar que uno de los grandes ganadores de la «Era» Macri fue el campo, pero siempre por debajo de la gran ganadora la banca. La medida aislada tiene tintes de justicia pero pierde toda credibilidad cuando se destinan 450 millones de dólares a pagar el vencimiento de Letes y Lecap.

Sin embargo, el problema con el campo no se reduce a cuanta retención es necesaria, o la más justa. Es necesario ver el panorama completo.

Las 56 millones de toneladas de soja que se cosecharán esta campaña representan la segunda mejor campaña de los últimos 19 años, según destaca el último informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Ya están en las silobolsas y acopios unas 55,4 millones de toneladas y todavía faltan levantar 240.000 hectáreas del noreste argentino, en donde las intensas lluvias anegaron lotes y provocaron problemas de “falta de piso” para ingresar con las cosechadoras a los lotes. La frontera agrícola se sigue expandiendo y destruyendo bosques e inundándonos de agrotóxicos. La dependencia del paquete tecnológico transgénico se hace cada vez más profunda. En Argentina 3000 grandes propietarios poseen un tercio de la superficie cultivable y junto a los pooles de soja profundizan la dependencia. Es urgente cambiar nuestra matriz productiva primarizadora, pero para esto es necesario un gran movimiento que unifique a los trabajadores rurales, a los pueblos originarios, a los sectores ambientalistas y al pueblo general, con los que debemos profundizar la discusión sobre nuestra soberanía alimentaria, atada a la discusión sobre el control del comercio exterior y sobre el derecho a la tierra.

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