Un grito urgente, barricadas y largas marchas. Se avista a lo lejos una whipala, un símbolo mapuche. Las polleras y trenzas bajan del Alto, son las cholas enfrentando las balas con un grito desesperado de justicia y libertad, como también pasa en Ecuador. Son las estudiantes en Chile, las feministas organizadas, alzando pañuelos verdes denunciando torturas y vejaciones. Son las racializadas y castigadas de Haití, que no dejan cesar la rebelión. Son las hijas del pueblo de Kurdistán, que enfrentan al genocidio turco mientras siembran revolución a su paso.

Somos mujeres, lesbianas, trans, travestis, bisexuales, no binaries, maricas, negras, racializadas, piqueteras, les sin derechos que permanecemos en las calles, porque sabemos muy pero muy bien, que no importa el gobierno que esté ni qué maquillaje use. No puede existir eso que llaman paz social, mientras el imperialismo saquea nuestras tierras y destruye nuestros territorios comunes, mientras el FMI nos somete al sufrimiento cotidiano, mientras haya compromiso del actual (y del venidero) gobierno para el compulsivo pago de una deuda que jamás contrajo nuestro pueblo, sino el séquito de empresarios y caballeros.

¿Cómo quedarnos inmóviles ante las redes de trata, ante la precariedad de nuestra vida, ante el crecimiento de los abortos clandestinos, ante la desfinanciación de todos los programas vinculados a la atención a personas en situación de violencia machista? ¿Cómo hacer la vista gorda, cuando el presupuesto de ajuste lleva la firma de la mayoría de los bloques en el Senado?  Cuando sabemos en carne propia que la deuda nos golpea una y otra vez, que la economía también es política, y que la política es la transmisión de un Estado capitalista, misógino, racista, patriarcal.

Un grito plurinacional desde el Abya Yala hasta Kurdistán 

Hay una clave indispensable para las épocas que vivimos. Ante la pasividad de tantos sectores cómodamente burocráticos, nosotras y nosotres hicimos un cambio fundamental, que debemos leer a la luz de todos los acontecimientos de lucha en curso. El cambio de carácter del Encuentro más grande del continente, el reconocimiento de la Plurinacionalidad y el reconocimiento de todes les sujetes polítiques que intervenimos en el movimiento, es un aporte que abona a todas las luchas feministas y de los pueblos. Y este aporte tan significativo nos marca históricamente, porque por primera vez y luego de tantas décadas, logramos colectivamente que el Encuentro sea Plurinacional, de mujeres, lesbianas, trans, travestis, bisexuales y no binaries.

Este avance es para toda nuestra América y para las luchas de todo el mundo. Porque lo que no se nombra, no existe y nosotres existimos, resistimos, luchamos. Porque la única forma de luchar, es extendiendo lazos rojos, violetas y verdes por todas las tierras. Porque la heterosexualidad no debe ser obligatoria, porque los mandatos clericales también deben caer, porque las iglesias deben estar separadas del Estado y porque el Estado seguirá siendo nuestro enemigo, mientras sea el corresponsal del capitalismo y mientras sostenga a todas las instituciones patriarcales y misóginas que nos condenan a la muerte, a procesos revictimizantes o a la cárcel. Aún seguimos denunciando que cada femicidio es responsabilidad del Estado, que sus instituciones mantienen la complicidad con el sistema prostituyente, con las redes de trata, con sectores anti-derechos y fundamentalistas de los evangelios, mientras que la (in) justicia patriarcal nos condena por ser lesbianas, pobres, migrantes, trabajadoras.

En movimiento histórico no sólo para que sea ley

Se abre en nuestro país una nueva coyuntura, con condimentos de lo que ya conocemos. Un Congreso con representaciones no tan diferentes a las que tuvimos años anteriores, con relatos de “hay que esperar un poco más”, de treguas y de discursos que prometen la legalidad del aborto como también la institucionalización de nuestras reivindicaciones.

No es un detalle menor, ver al presidente electo paseándose por las actividades y presentaciones del feminismo, brindando discursos sobre la legalización del aborto y los derechos de las mujeres, frente a lo que muchos de sus compañeros de lista estarán alarmados (como será el caso del torturador tucumano Juan Manzur, ex ministro de salud de CFK y actual gobernador de la Provincia de Tucumán).

Como vivimos años anteriores, la institucionalización de nuestras luchas, es una forma de cooptación y domesticación. Que nadie se olvide que la legalización de nuestros derechos, no es más que el resultado de nuestra incansable lucha. Si el aborto es legal, es por el saldo de nuestra organización, de nuestras luchas socorristas, de nuestra resistencia en cada lugar de trabajo, estudio, barriada.

Es claro que nos prefieren calladas y en nuestras casas, nos prefieren diverses más que disidentes. En los últimos años nuestro movimiento fue sujeta actriz de las luchas y resistencias más grandes. Dos millones de personas en las puertas del Congreso, es un hito realmente histórico. Y no es casual, que este año las asambleas del 8M y 3J hayan estado marcadas por la discusión de si era momento o no de seguir en las calles.

Bajo la excusa de “hay 2019”, “tenemos que esperar”, “hay que respetar la democracia y sus instituciones” un sector del movimiento de mujeres, lesbianas, trans y travestis, se encargaron más de poner frenos a nuestras reivindicaciones y hacer propaganda de las listas del PJ, antes de que seguir en lucha y en las calles. Incluso en las asambleas de la Comisión Organizadora del Encuentro, hubo fuertes oposiciones para reconocer la plurinacionalidad y a las disidencias como sujetes polítiques. “Vayan a hacer su propio encuentro” o “esto es territorio nacional y si quieren otra cosa ganen las elecciones” fueron algunos de los tan sólidos argumentos.

La coyuntura política de nuestro país, está en cambio, en “tregua” con lo que vendrá. Pero para quienes ejercemos la memoria, sabemos que nada podemos esperar de bloques políticos que encierran en su interior a los responsables políticos de la masacre del Puente Pueyrredón, como es el caso de Felipe Solá (el candidato a la cárcel).

La lucha de todo el territorio de nuestra América y la resistencia inquebrantable de las mujeres y el pueblo de Kurdistán, nos dejan urgentes reafirmaciones: para derrotar la violencia patriarcal y la crueldad capitalista, hay que luchar en las calles y en todos los territorios.

Sabemos que la tarea será ardua, pero los desafíos que tenemos como movimiento, incluye tareas inmediatas, de solidaridad internacionalista, de sororidad sin fronteras, de lucha en movimiento, de lucha inquebrantable, como nos enseñan las hermanas mapuches, como nos enseñan las hermanas kollas, Quechuas y Aymaras, como nos enseñan las hermanas de Kurdistán. Que sea nuestro grito, que sea nuestro lema, que sea ley pero también que construyamos eso que tanto queremos: una sociedad libre de opresión y explotación.

¡Que viva la lucha de nuestra América! ¡Que viva la lucha de todos los pueblos!

¡Fuera el FMI! ¡La deuda es con el pueblo!  ¡El ajuste también es violencia patriarcal!

¡Basta de femicidios, el Estado es responsable!

¡Abajo el patriarcado, abajo el capitalismo! 

¡Por un 25 de noviembre de lucha y en las calles! ¡Basta de violencia machista y patriarcal!

¡Venceremos!

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