Construyendo justicia: la lucha por lograr infancias libres de violencia

Desde Venceremos – Partido de Trabajadorxs entrevistamos a Paula y Victoria, integrantes de la “Campaña contra la prescripción de los delitos de violencia sexual”.

A tan solo unas semanas de conmemorarse, el próximo 19 de noviembre, el “Día mundial para la prevención del abuso sexual en las infancias” consideramos de gran valor el testimonio, en primera persona, de estas dos hermanas que, desde hace más de 5 años, llevan adelante una lucha incansable contra el abuso sexual infantil. El “Juicio por la verdad” que lograron arrebatar a la justicia patriarcal contra Norberto “Fiti” Funicelli, a quien denuncian por abusos cometidos hacia ellas durante su infancia, abre un camino sin precedentes en la lucha contra la impunidad y el silencio cómplice de los abusadores. Tal como ellas afirman, “su lucha es parte de la lucha por un mundo más habitable para todes, con cobijo para infancias libres de violencias ¡Porque nuestra venganza es ser felices!”

V – PT: ¿A partir de cuándo y cómo comienza su lucha personal y colectiva contra el abuso sexual infantil?

P y V: Esta es nuestra historia. O parte de ella. Somos hermanas, tenemos 34 y 32 años respectivamente, alrededor del año 1991 sufrimos abuso por quien fuera la pareja de nuestra madre. Veinticinco años después decidimos radicar la denuncia en busca de justicia.

Frente a las preguntas recurrentes de por qué esperamos tanto tiempo, para qué denunciar algo que pasó hace tanto, qué nos llevó a hacerlo, qué respuesta tuvimos, es necesario pensar que teníamos aproximadamente 3 y 6 años cuando ocurrieron los abusos. Es importante saber que la mayoría de las personas que sufren abuso sexual durante su infancia no lo pueden contar, y un alto porcentaje lo puede verbalizar mucho tiempo después, incluso hay personas que nunca lo puede expresar/recordar. Rompimos la barrera del silencio y se lo contamos a nuestra mamá, cuando esto estaba ocurriendo. Además de ponerlo en palabras, lo expresamos de distintos modos, dando señales de la violencia sexual de la que éramos víctimas a quienes nos rodeaban, nuestres familiares, les docentes de la escuela, nuestres compañeres y amigues, las familias de nuestres amigues, les médicos que nos atendían, entre otres.

La persona que abusó de nosotras, era pareja de nuestra madre, y convivíamos en nuestra casa del barrio de Villa Crespo. Nuestra madre logró sacar a este sujeto de casa en aquel momento, pero todo lo sucedido quedó nuevamente silenciado como un “secreto de familia”. No hubo denuncias ni acciones de ningún tipo hacia el abusador.

V-PT: ¿Cómo fue el proceso personal que tuvieron que atravesar hasta tomar la decisión de denunciar?

P y V: El silencio no pudo borrar lo sucedido y, a medida que fuimos creciendo, las marcas que el abuso nos produjo se fueron manifestando de diferentes formas en cada momento de nuestras vidas. Desde la infancia y la adolescencia, en torno a lo vincular, las relaciones con pares y adultos (sobre todo varones), la capacidad para expresarnos, los desbordes emocionales que sufríamos a veces, problemas pedagógicos/ fonoaudiológicos, síntomas físicos causados por la inestabilidad emocional de cargar con un secreto tan pesado como: anginas constantes, pérdida de cabello, infecciones urinarias. Estas dificultades continuaron haciéndose presentes a lo largo de nuestras vidas, de distintos modos.

Entrando en la adolescencia recordamos lo sucedido y comenzamos a hablarlo entre nosotras y a manifestarlo en el entorno familiar y de amigues. Este fue el primer paso para empezar a pensar un proceso de reparación y justicia.

Hasta este momento, percibíamos lo sucedido como un estigma personal. Ya de adultas, acompañadas por procesos terapéuticos con perspectiva feminista, pudimos entender lo sucedido en la magnitud de lo que se considera una “práctica social encubierta”, comenzamos a desligarnos de la culpa y de la sensación de estigma para dimensionar que lamentablemente el abuso sexual infantil sucede en muchas familias. Comprendimos por qué sentíamos desde muy pequeñas la sensación de necesitar desligarnos del asco que nos había quedado en nuestros cuerpos; por qué pasábamos tanto tiempo, lavándonos las manos, los dientes y bañándonos. Empezamos a ordenar las responsabilidades, quién el culpable de los hechos, quiénes no pudieron protegernos, quiénes miraron para el costado…

V-PT: ¿Cuáles fueron los obstáculos con los que se encontraron frente a la decisión de denunciar?

P y V: Al momento de tomar la decisión de denunciar, veinticinco años después de los hechos, luego de estos largos y dolorosos procesos, nos encontraron con una sociedad que decidía ignorar la problemática y con una justicia que desoía el problema. Recurrimos a distintos espacios del ámbito público y privado, instituciones, asociaciones, organizaciones sociales, etc. sin lograr otra respuesta que la del vencimiento, sin lugar para una denuncia social porque parecía pertenecer al orden de lo privado (reeditando la estigmatización, volviéndolo nuevamente una marca subjetiva); y sin lugar para una denuncia judicial porque los delitos estaban prescriptos, como si se tratara de una fecha de vencimiento, las violaciones sufridas por nosotras, siendo niñas de tan solo tres y seis años no podían llegar a un proceso de justicia, por estar “vencidos” los plazos para denunciar.

Cierto es que hoy en día existen leyes superadoras, como la conocida “Ley Piazza” y la “Ley de respeto al tiempo de las víctimas”, que amplían los plazos para radicar la denuncia, pero ambas leyes no son retroactivas, es decir no protegen a las víctimas anteriores a su sanción. Por ende las personas que sufrieron abusos antes de estas leyes no podrían alcanzar procesos de justicia. Pero nosotras hemos logrado junto a muchas otras personas y organizaciones que comenzaron a pensar la problemática, enfrentar a la sociedad, comenzar a desarmar el “secreto de familia”, romper con la estigmatización y lograr un lugar en la justicia.

V-PT: ¿En qué situación se encuentra actualmente su denuncia? ¿Y cómo aportan los avances en su caso a la lucha por lograr infancias libres de violencia?

P y V: En este momento nos encontramos en proceso de un “Juicio por la verdad” contra Norberto “Fiti” Funicelli (a quién denunciamos por los abusos en nuestra infancia). Este fallo, luego de varias instancias en las que se había declarado la prescripción de la causa, es un fallo histórico, dado que es el primero a Nivel Nacional que supera de algún modo el “vencimiento” para dar lugar a un proceso de investigación y justicia, utilizando este procedimiento legal (juicio por la verdad) que es conocido por ser el instrumento en los procesos a los responsables de la última dictadura. Es interesante pensar esto en tanto ambos delitos producen hechos traumáticos que generan daños y traumas muy severos en las víctimas, delitos que no deberían tener prescripción, no deberían tener “fecha de vencimiento”.

Ambas participamos de la “Campaña contra la prescripción de los delitos de violencia sexual” en compañía de muchas mujeres sobrevivientes de abuso sexual infantil de distintas latitudes del país, juntas luchamos para visibilizar y combatir el abuso sexual en la infancia, sentir, pensar y acompañar distintos procesos de justicia, y vencer la prescripción (“el vencimiento”) de las causas de abuso sexual. En conjunto con otras organizaciones nos estamos organizando para este 19 de Noviembre “Día mundial para la prevención del abuso sexual en las infancias” una jornada de lucha donde habrá talleres, manifestaciones artísticas y distintos espacios de divulgación y construcción de herramientas para la erradicación del abuso y el acceso a la justicia.

¡Nuestra venganza es ser felices!

Por infancias libres de violencias: No a la prescripción de las causas de abuso sexual

Justicia para Paula, Victoria y todas las víctimas de abuso sexual en la infancia

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