Las elecciones obligatorias de la Universidad de Buenos Aires en la que participaron cientos de miles de votantes arrojó un fuerte avance de la Franja Morada y, en menor medida, del kirchnerismo. Los cambios en las conducciones de centro de estudiantes dan fin a la experiencia de 18 años de conducción de izquierda de la FUBA. Las conclusiones del agotamiento de un ciclo y los desafíos de la izquierda por venir.
En el convulsionado país de diciembre de 2001 que echó a De la Rúa del gobierno, en la Universidad de Buenos Aires tuvo un correlato particular. La histórica Franja Morada, el brazo estudiantil del radicalismo, era derrotado en su bastión de la Facultad de Económicas y retrocedía en otras a manos de agrupaciones independientes y de izquierda. De esa forma, un frente heterogéneo llamado Frente 20 de diciembre pudo hacerse de la dirección de la Federación. Se registraba en ese proceso un alza del movimiento estudiantil que también se expresó en una ocupación que se extendió durante meses en el rectorado. La recuperación de la FUBA fue un punto de inflexión que culminaba un proceso de resistencia estudiantil por abajo que había emergido en la lucha contra la Ley de Educación Superior y la Ley Federal de Educación, en dónde habían ganado un peso considerable las agrupaciones autonomistas o  independientes quienes, inicialmente, ocuparon la presidencia de la FUBA recuperada.
Al poco tiempo de andar, las agrupaciones independientes como TNT fueron viviendo un paulatino proceso de disolución cediendo el lugar de la conducción a una alianza de organizaciones de izquierda, principalmente PCR-CEPA, MST y PO. Estas organizaciones cuyo emblema era Tontos pero No Tanto (TNT) de Económicas encontraron su límite en la falta de definiciones y en la capacidad de delinear una propuesta política propia. Varixs de sus integrantes posteriormente se integraron al kirchnerismo así como otros continuaron la construcción de agrupaciones del mismo signo pero con una incidencia mucho menor.
En 2005 tuvo lugar la gran huelga docente universitaria, pero más importante aún fue en 2006 la lucha contra la elección de Atilio Alterini como rector de la UBA que desencadenó la lucha por la democratización del gobierno universitario. En la universidad, un puñado de profesores cuentan con más representación que cientos de miles de estudiantes, docentes y trabajadorxs no docentes. Esta lucha que implicó marchas, tomas, conferencias de prensa, asambleas, etc, concluyó con la elección de Rúben Hallú en un Congreso vallado y rodeado por la policía.
Curiosamente, fue el conflicto entre el gobierno y las patronales rurales un elemento que reorganizará al mapa estudiantil. El alineamiento del PCR y el MST con la llamada Mesa de Enlace en 2008 implicó su retroceso cuasi hasta la disolución. En cambio, se afianzará en la conducción el PO que mantendrá un posición independiente. Vale señalar que el kirchnerismo aún no actuaba como una corriente juvenil dentro del movimiento estudiantil. En ese periodo también tendrá lugar la emergencia de la corriente estudiantil Julio Antonio Mella, resultado de la unidad de un sector de Praxis (desprendimiento del PTS) con otro de la corriente José Martí, que vendrá a ocupar el lugar dejado por las agrupaciones autonomistas y se posicionará como una  opción a la izquierda tradicional. Se trata de un segundo ciclo de la izquierda independiente en la UBA que tendrá nuevamente un proceso de crisis y una asimilación de varios de sus sectores al kirchnerismo.
Así se reconfigurara la conducción de la FUBA con el acuerdo entre el PO y la Mella que reforzará un carácter superestructural de la Federación, manteniendo una fuerte impronta de disputa de aparatos. En ese marco se irá desenvolviendo el crecimiento del kirchnerismo como fuerza estudiantil y su acercamiento a la Mella posteriormente. En paralelo, ligado a la recomposición nacional del radicalismo de la mano de Cambiemos, Franja Morada (ahora Nuevo Espacio) pudo ir reconstruyendo su influencia en los centros de estudiantes, avanzando en Medicina y Derecho, por ejemplo.
El acuerdo entre PO y Mella fue en extremo precario, en términos políticos y numéricos. Sin una mayoría clara en delegadxs, la FUBA estuvo varios años sin poder hacer sesionar su Congreso ordinario ante el riesgo de que cayera en manos moradas. Ello llegó a tal extremo que con el apoyo del gobierno y el rectorado, la Franja junto a la UES de Sociales y MLI de Ingeniería intentó armar una FUBA paralela hace sólo un año. Fue a través de un acuerdo de unidad entre el kirchnerismo, la Mella y el PO que se pudo sostener que la principal federación estudiantil no caiga en manos de las autoridades. Por otro lado, el estudiantazo y la gran lucha docente de 2018 se tradujo en un avance de las fuerzas de la izquierda en las elecciones con el triunfo nuevamente de Medicina, entre otros.
Pero, como señalábamos antes, el carácter fuertemente superestructural de las conducciones en la FUBA y en los centros, la ausencia de iniciativas o instancias que promuevan la participación de les estudiantes o incluso de articulación real con otros sectores del campo popular, limitando a una gestión deficitaria de los servicios, expresó finalmente su agotamiento. En ese aspecto, como parte de una lectura más amplia, fue acotado el alcance del proceso de la FUBA en términos de disputa a las opciones burocráticas en otros puntos del país. El caso de la Federación Universitaria de Patagonia  (Chubut) fue quizás el más interesante, avanzando incluso en una profunda democratización de los órganos de co-gobierno, pero actualmente también es una herramienta que esta bajo el ala de la Franja. En el mismo sentido puede pensarse el proceso de lucha que tuvo lugar en 2013 en la Universidad de La Rioja, donde una toma prologada llevó a una reforma progresiva del co-gobierno, pero rápidamente ese movimiento de disipo. Otra , excepción, por un corto periodo fue la FULP (La Plata) y con una composición más heterogénea la de la FUR (Rosario). En términos generales, la FUA se mantuvo como una expresión en disputa pero con un piso grande de acuerdos de gobernabilidad entre el radicalismo y el peronismo (en su vertiente más pejotista expresada en la JUP). En relación a la coordinación con otros sectores del movimiento estudiantil como secundaries o terciaries, hubo actividades y acciones comunes entre la FUBA, CET, CES y gremios docentes, pero a las cuales tampoco se les dio una mayor perspectiva por abajo. 
Finalmente, en una elección en un cuadro de profunda crisis económica donde vota la gran masa de la universidad, y no sólo su activo, y dónde se pone en juego una disputa ntegral, los límites de este proceso quedaron a la vista, y el vacío fue ocupado nuevamente por las fuerzas estudiantiles de las autoridades.
Es necesario trazar un balance de conjunto de la experiencia desarrollada en casi dos décadas para sacar las lecciones necesarias y reorganizar al movimiento estudiantil de cara a la próxima etapa que se abre, en la universidad y en el país. Desde Venceremos aportamos a construir el FJ Hagamos Lo Imposible que se propone construir una alternativa desde abajo para les estudiantes, que se plantee como revolucionar todo desde la movilización y participación estudiantil, y su vinculación con las luchas populares. Hacia adelante vendrán nuevas luchas contra el ajuste y las reformas educativas que nos obligarán a ser más audaces y llegar más lejos que antes. A eso apostamos. Por una universidad popular, feminista y latinoamericana al servicio del pueblo.

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