El desplome del gobierno de Cambiemos resulta irrefrenable. Luego de la derrota aplastante en las PASO -el “golpe de nocaut” que precipitó el desbande macrista-, el cuadro político, económico y social no ha hecho otra cosa que agravarse día a día. 

El anuncio del “reperfilamiento” de la deuda (admisión de default por la vía de los hechos), el flamante control de cambios para atenuar la sangría permanente de reservas del Banco Central (que alimentan la fuga de divisas) y la inflación galopante como consecuencia de la brutal devaluación de las últimas semanas, son manifestaciones inequívocas del proceso de descomposición del gobierno de Mauricio Macri, que a esta altura de los hechos sólo aspira a llegar con alguna compostura a las elecciones generales del 27 de octubre.

En este escenario, la perspectiva de “dar vuelta” el resultado electoral de las PASO resulta inverosímil para propios y extraños, apenas una  “zanahoria” anímica tras la cual se movilizó el pasado 24 de agosto la desgastada y rancia base social del PRO, en Plaza de Mayo y algunas pocas ciudades del país.Tal es así, que el derrumbe macrista en todas las líneas hace que el traspaso efectivo del poder el 10 de diciembre aparezca hoy como un futuro sumamente lejano e incierto.

Sin duda, los meses finales del gobierno de Mauricio Macri se desarrollarán con el telón de fondo en la memoria popular de los epílogos de los gobiernos de Alfonsín y De la Rúa, acorralados entre “golpes de mercado” y estallidos sociales. A favor del macrismo en retirada, por el momento la intervención popular en la coyuntura resulta insuficiente, más aún si se la contrasta con el cuadro de crisis social y económica que sufre nuestro pueblo.

Sin duda, la decisión del peronismo reunificado de no movilizar para “no hacer olas” que puedan comprometer la gobernabilidad,  es una de las razones fundamentales de ese retraimiento, que se asienta en la expectativa de amplios sectores populares en que sea el próximo gobierno quien revierta la situación. Sin embargo, la vertiginosidad de la crisis en curso, con saltos cualitativos en su agravamiento de un momento a otro, proyecta un cuadro de volatilidad y fragilidad que condicionan severamente las estrategias de todos los sectores políticos.

Más aún cuando lo peor del impacto de la crisis económica y social aún está por verse, por lo que es de esperar mayores niveles de malestar y reacción popular a los ataques finales del macrismo sobre las condiciones de vida de las y los de abajo

La calle es el lugar 

Necesitamos potenciar al máximo la intervención de las y los trabajadores y sectores populares en las calles, defendiendo las condiciones de vida de nuestra clase y confrontando frontalmente contra las políticas del macrismo y el FMI.

Todo lo contrario a lo que vienen haciendo las conducciones de la CGT, FreSIMoNa y CTA de los Trabajadores que coincidieron sin fisuras en rehuir a cualquier tipo de movilización o acción de protesta durante estas semanas (sólo la CTA – Autónoma se movilizó al Consejo del Salario junto a los movimientos sociales en lucha, el pasado 30 de agosto).

En el caso del movimiento piquetero, similar disposición se visualiza en el triunvirato CTEP, CCC y Barrios de Pie que concentró prioritariamente su capacidad de movilización en el acto masivo del 28 de agosto en la Avenida 9 de julio, desistiendo de movilizar 48 horas después al Consejo del Salario en la Secretaría de Trabajo (donde el gobierno decretó un insuficiente aumento del 35% en tres cuotas del salario mínimo).

En este marco, desde Venceremos –Partido de Trabajadorxs hemos sido parte de los sectores políticos que inmediatamente salimos al cruce de la feroz devaluación, ganando las calles para defender en ese terreno las condiciones de vida del pueblo trabajador. Lo hicimos tanto desde los movimientos sociales en lucha, con el FOL como protagonista destacado, que ocuparon las calles con Polentazos y Ollas Populares, acto multitudinario en la 9 de Julio, movilización a Plaza de Mayo y al Consejo del Salario; como desde los sectores sindicales que no esperamos hasta octubre para defender nuestros salarios golpeados por la devaluación y la inflación; y acompañando a los conflictos obreros que pelean a brazo partido en defensa de los puestos de trabajo y contra la persecución patronal y judicial.

Si bien visibles, queda claro que estas acciones son minoritarias en relación al conjunto de la clase y que resulta imprescindible la multiplicación de la protestas popular callejera. Esa perspectiva necesariamente exige que sectores de masas que depositan sus expectativas en la salida política a través de la fórmula F-F, se vuelquen a la movilización callejera en defensa de sus condiciones de vida, en detrimento de la orientación de espera hasta octubre y diciembre, que resulta criminal para la subsistencia de los sectores populares.

Por el contrario, tenemos que apostar a la derrota del macrismo en todos los terrenos y para la clase trabajadora y el pueblo no resulta indistinto si su final de ciclo se tramita mediante una transición ordenada, que genere mejores condiciones para la supervivencia de sus políticas de saqueo y entrega (y hasta una posterior reconfiguración como fuerza de alternativa); o si lo hace desplazado irreversiblemente por una movilización popular que ponga fin en todos los planos a la nefasta experiencia de este gobierno de ricos para ricos (aunque en lo formal eso pueda materializarse en el escenario actual mediante un adelantamiento del cronograma electoral o, más adelante, del traspaso del poder al gobierno electo).

La resolución en un sentido u otro establecerá también la correlación de fuerzas desde la cual la clase trabajadora ingresará en el nuevo período político, donde la continuidad del acuerdo con el FMI impondrá condiciones económicas muy severas para nuestro pueblo. 

Plan de emergencia y la pelea por una salida de fondo

Para enfrentar la crisis económica y social las y los trabajadores necesitamos un plan de emergencia que ponga en marcha un conjunto de medidas inmediatas en defensa del salario, el consumo popular y los puestos de trabajo; que garantice el acceso de nuestro pueblo a los servicios esenciales; que detenga la especulación financiera y la fuga de capitales alimentada por los préstamos del FMI; que salga al cruce de la represión estatal a los reclamos populares.

Claro está, no será el de Macri el gobierno que pueda aplicar alguna de estas medidas, ni tampoco se vislumbra que la gestión de Alberto Fernández vaya en ese sentido, si considera los que fueron los gestos políticos fundamentales del candidato presidencial del Frente de Todos, luego de su holgada victoria en las PASO: reconciliación con Magnetto y Clarín; reunión con la “Mesa de Enlace” de las entidades patronales agrarias; confirmación de que respetará estrictamente la deuda contraída por el macrismo con el FMI, entre otros. Si se lo ve con detenimiento, son todos los puntos programáticos de ruptura, en su momento, del Frente Renovador de Massa con el kirchnerismo, a los que se suma la renormalización de los vínculos con el imperialismo yanqui.

Las medidas urgentes que impidan una mayor caída de las condiciones de vida populares, que afecten las superganancias de banqueros y especuladores financieros y que garanticen las libertades democráticas elementales de nuestro pueblo, tienen que ser postuladas desde el protagonismo popular, imponiendo en el centro de la vida política nacional las necesidades e intereses populares en oposición irreconciliable con la política de saqueo y ajuste que ordena el FMI. Si hay plata para el Fondo, no la habrá para trabajo, salario, salud y educación.

Para Venceremos – Partido de Trabajadorxs ese plan de emergencia en defensa de las condiciones populares de vida se inscribe en una perspectiva de transformación social profunda, con medidas de gobierno estructurales que apunten al control de las mayorías populares de los principales recursos y riquezas: estatización de la banca y del comercio exterior; ruptura con el FMI y no al pago de la deuda externa; estatización de las principales tierras en manos de latifundistas; estatización de los medios de transporte y carga; aumento general de salarios, prohibición de los despidos y eliminación de la precarización laboral, entre otras.  

Medidas de reorganización social y económica que sólo pueden ser llevadas adelante por un gobierno de la clase trabajadora, objetivo de largo aliento que si bien no se encuentra en el orden del día en términos de salida política, constituye el único horizonte que puede permitir la efectiva emancipación política, económica y social de la clase obrera y el pueblo pobre.

Debemos procurar que cada pequeña lucha cotidiana que damos por una vida digna en nuestros trabajos, barrios y lugares de estudio se inscriba en esa perspectiva; que cada batalla que protagonice nuestro pueblo contra el saqueo de Macri y el FMI pueda aportar, más temprano o más tarde, a una salida de fondo de las y los trabajadores: por una Argentina y América Latina sin hambre ni explotación. 

– ¡Derrotemos en las calles el saqueo de Macri y el FMI!

– ¡Plan de emergencia en defensa del salario, del trabajo y condiciones populares de vida!

– ¡Fuera Macri y el FMI!

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