A 50 años del Cordobazo, construyamos un paro activo


La crisis económica y social y la consecuente degradación de las condiciones de vida de la clase trabajadora siguen profundizándose día a día. Los datos de marzo en cuanto a la caída en términos interanuales de la actividad económica (del 6,8%) y de la producción industrial (13,2%), que se expresa en el cierre de plantas, suspensiones y despidos en todo el país (como son los casos recientes de Loma Negra, ALBA y Electrolux, entre tantos otros), son elocuentes y muestran que lejos de presentarse un escenario de posible mejora en el corto plazo, tal como pregona el gobierno, las condiciones tienden a empeorarse. Para 2019, con una inflación que en los primeros cuatro meses del año es del 15,6% y se proyecta por encima del 40%, el gobierno intenta imponer un techo salarial del 28%, al cual se han plegado distintos sectores de la burocracia sindical, que en los últimos días han ido cerrado acuerdos en torno a dicha cifra, como es el caso de Metalúrgicos (presentado por la UOM como de un 36%), Gastronómicos (UTHGRA) y estatales de UPCN en 5 mini-cuotas.

Gambeteando como se puede los tarifazos y el aumento descontrolado en el precio de los alimentos, las y los trabajadores hacemos malabares para llegar a fin de mes. Mientras tanto, los bancos, las empresas de servicios privatizadas, las petroleras, los especuladores financieros y del campo se llenan los bolsillos y van drenando hacia el exterior miles de millones de dólares del Banco Central, que pasan a engrosar una deuda externa tan inmoral como impagable. A la par que los grandes capitalistas incrementan sus fortunas, la clase trabajadora deja el pellejo en sus puestos de trabajo, como ocurrió en Vaca Muerta, donde la flexibilización laboral y las condiciones precarias y la tercerización que imponen los monopolios se cobraron otras dos vidas de trabajadores petroleros.

Un paro que para la CGT no era necesario

La fracción que hoy comanda la central, constituida por el binomio Daer-Acuña más los “gordos e independientes”, principales garantes de la tregua y de que pase el ajuste del macrismo durante todos estos años, tomaron nota de la contundencia del paro y movilización convocado el 30 de abril por los sectores cegetistas disidentes estructurados en el FRESIMONA, distintas regionales de la central obrera y las CTAs, al cual adhirieron también distintos sectores en lucha. Por eso se vieron obligados a lanzar el paro general para el 29 de mayo, sin movilización, presionados sobre todo por los gremios del transporte nucleados en la CATT que reclaman el descuento del impuesto a las ganancias de los adicionales por feriado trabajado.
Este quinto paro general convocado por la CGT, lejos de representar un cambio en su postura de no enfrentamiento del plan económico del Macri, el FMI (organismo con el cual se reunieron hace unas semanas) y los gobernadores, se enmarca en la misma lógica que los anteriores: medidas aisladas, sin perspectiva de continuidad a través de un plan de lucha consecuente con el estado de situación actual. Lejos de esto, para la CGT el paro tiene como fin descomprimir la bronca creciente que se ha venido desarrollando por abajo y que se ha manifestado en innumerables conflictos que se han desarrollado en los sectores de la industria y los servicios; en las movilizaciones en los sectores estatales y docentes; en el paro de mujeres y disidencias del 8 de marzo, entre otros antecedentes.

La medida del 29M busca además recuperar la iniciativa en relación a los sectores disidentes que capitalizaron la jornada del 30A, en un intento por recuperar su ya desdibujaba imagen, tomando nota del impacto que la crisis económica provoca en la base, y hacia adentro de la CGT, como intento de recuperar posiciones en el marco de la disputa que se abrirá en torno al recambio de autoridades en 2020. El reciente y sorpresivo anuncio que hizo Cristina Fernández al designar a Alberto Fernández como candidato a presidente, ubicándose ella como vice, reacomodó no solo el tablero político sino también hizo lo suyo en el plano sindical, avizorándose nuevas reconfiguraciones y realineamientos en los distintos armados de las cúpulas sindicales, ya enfocadas fundamentalmente en el plano de la disputa electoral de cara a octubre.

Derrotarlos en las calles

 

Tal como hemos venido sosteniendo durante estos años, desde Venceremos – Partido de Trabajadores convocamos a parar masiva y contundentemente el 29 de mayo y apostamos a transformar la medida en una jornada de lucha activa, con cortes, piquetes y movilización, apostando a la lucha callejera como factor decisivo para frenar el ajuste de Macri, el FMI y los gobernadores.
Las intervenciones de las coordinaciones de organizaciones obreras y populares en zona sur y norte de GBA en el Paro General del 30A, marcan una perspectiva concreta de participación que debemos fortalecer y multiplicar.

Junto a esto, planteamos la necesidad de trazar un plan de lucha sostenido en el tiempo para derrotar el ajuste, cuestión que las distintas fracciones de la burocracia sindical, ya sea tanto en su variante abiertamente entreguista como en la opositora al gobierno, no han desarrollado durante el período de gobierno macrista.

Para la clase trabajadora, resulta imprescindible seguir en las calles durante los próximos meses en que se desenvolverá el escenario electoral, organizados y en lucha por nuestra reivindicaciones sectoriales y generales, contra los despidos y las suspensiones, la desocupación y la caída del salario, contra la precarización de la vida y del trabajo y la desigualdad salarial y de condiciones laborales por razones de género. Es trascendental que aún incluso si no logramos derrotarlos antes, podamos condicionar las políticas económicas y sociales que intente desplegar el gobierno que surja en diciembre sobre las condiciones de vida de nuestra clase.

– ¡Por el triunfo del Paro General del 29 de mayo!

– A 50 años del Cordobazo, ¡a ganar las calles y transformarlo en un paro activo!

– ¡Fuera Macri y el FMI!

– ¡Con la fuerza de la clase trabajadora podemos derrotarlos!

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