El sorpresivo anuncio de Cristina Fernández Kirchner, designando a Alberto Fernández como candidato a presidente y autoasignándose el rol de vicepresidenta en la fórmula, sacudió el mapa político nacional. En secreto, inesperada, la maniobra apunta a conmover en varios flancos pero es fundamentalmente un mensaje  político de gobernabilidad y moderación hacia el PJ, las corporaciones económicas y mediáticas y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

En primer lugar, al ofrecer un puente hacia el PJ y el peronismo en general (luego de su visita a la sede nacional del PJ de la semana pasada), apunta a perforar el “techo” de adhesión de la expresidenta, ampliando el volumen de votos y disputándole el espacio político al armado de Alternativa Federal.

Este “peronismo racional” (Schiaretti, Urtubey, Lavagna y Massa), luego del holgado triunfo del gobernador cordobés se encuentra en instancias decisivas de definición de su estrategia electoral. Del bloque federal, Massa parece encaminado a arribar a algún nivel de acuerdo con Alberto Fernández, su hasta no hace tanto jefe de campaña (en 2017 lo fue de Florencio Randazzo), mientras que Urtubey, Schiaretti y Lavagna se sostienen en una posición de articular un tercer espacio “antigrieta”. La evolución de este sector es una incógnita, las novedades se van a multiplicar a lo largo de las próximas semanas hasta el cierre de listas y toda mutación o sorpresa de último momento es posible y esperable.

A su vez, la designación de Alberto Fernández supone un gesto clarísimo de entendimiento hacia las corporaciones económicas y mediáticas, ya que el flamante candidato a presidente fue ni más ni menos que un público operador de Repsol y principal figura de consulta del multimedios Clarín durante los largos años de su etapa “antikirchnerista” (luego de su salida del primer gobierno de Cristina a raíz de las diferencias respecto al abordaje de la crisis con “el campo” con motivo de la resolución 125).

Por último, es un mensaje cristalino al FMI de que se va a negociar y “honrar la deuda”, al ser un interlocutor habitual y amigable para los referentes y voceros de ese eufemismo capitalista denominado “mercado”. Esto tendrá aparejado, ante un cuadro económico adverso, una inexorable política de administración del ajuste que ahora quedará en las manos de Alberto Fernández (y preservará de esa tarea a la expresidenta). Más que como la “marioneta” dirigida desde atrás que algunos ya empiezan a esbozar -trazando a su vez un paralelo inexacto con la consigna “Cámpora al gobierno, Perón al poder”-, AF puede perfilarse rápidamente como la versión local de Lenin Moreno, el sucesor del ex presidente ecuatoriano Rafael Correa devenido en precoz “traidor” a poco de acceder al poder.

Desde el macrismo recibieron con satisfacción el anuncio, según filtraron funcionarios de primer nivel a los medios hegemónicos, y aspiran que esta postulación quiebre el “piso” de votos de CFK, lo que parece improbable ya que la presencia de Cristina en la fórmula tiende a asegurar la transferencia de votos hacia el otro Fernández de la dupla.

Detrás de las estrategias de marketing electoral, sin ninguna duda el gobierno de Cambiemos atraviesa su peor momento desde que inició su mandato en diciembre de 2015 y aunque pueda controlar transitoriamente algunas variables macroeconómicas (tipo de cambio, por ejemplo) resulta evidente su fracaso económico y político y la devastación social que generaron sus políticas de corte neoliberal. Su única salida en lo inmediato es seguir fugando hacia adelante con la línea de polarización con la figura de CFK, orientación de política –articulada con ofensiva judicial en los territorios acomodaticios de Comodoro Py- que Durán Barba y Marcos Peña han constituido como su marca de identidad de la política del PRO en la Casa Rosada.

Para las fuerzas de izquierda el nuevo cuadro incorpora mayores desafíos y complejidades. Ante un reagrupamiento creciente del peronismo que va tomando más volumen y que, a pesar de su orientación conservadora, genera expectativas en importantes sectores populares, es imprescindible transmitir claramente y de manera respetuosa que es preciso seguir enfrentando en las calles las políticas de ajuste del macrismo y el FMI con el fin de derrotarlas en primera instancia en ese terreno. A su vez, sentar postura respecto a que la perspectiva y programa que comienzan a proyectarse con la designación de Alberto Fernández como candidato a presidente dan cuenta de una apuesta por una salida más conservadora de resolución de la crisis (comparada incluso con los propios gobiernos de Cristina).

Al no poner en cuestión los términos de ajuste postulados por el FMI, que tomó las riendas del gobierno de Mauricio Macri, al mantener como premisa fundamental la continuidad del pago religioso de la ilegítima y fraudulenta deuda externa no hay chance de resolver las necesidades más acuciantes de los y las laburantes. Por eso, seguiremos exigiendo el no pago de la deuda.

Cualquiera sean las variantes electorales en disputa seguiremos la lucha urgente por el aborto legal, seguro y gratuito sin el cual miles de mujeres siguen muriendo en nuestro país.

La defensa de esta perspectiva anticapitalista, antiimperialista y feminista es para Venceremos-Partido de Trabajadorxs una cuestión de orden estratégico, en la búsqueda de aportar a la construcción de una salida de fondo de la clase trabajadora y el pueblo. La unidad de las fuerzas de izquierda anticapitalista para el escenario electoral de agosto sería un paso necesario (aunque en sí mismo no suficiente) en ese camino, en una coyuntura que además de cambiante y vertiginosa adelanta nuevos episodios de fuertes enfrentamientos de clase.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor, ingresá tu comentario
Por favor, ingresá tu nombre aquí