Este domingo los habitantes de la península ibérica y los nacionalizados españoles en todos los rincones del planeta participaran de uno de los comicios electorales que podrían redefinir el mapa político europeo. En el marco de un sistema político que pareciera aún no poder dejar atrás los años de inestabilidad que produjera la crisis económica del 2009, la cual hizo explotar el bipartidismo español, éstas elecciones se encaminan a ser un punto de inflexión en la correlación de fuerzas de las grandes tendencias ideológicas y políticas que hoy dividen a toda Europa. Es así que progresistas, socialdemócratas, liberales de la “tercera vía”, nacionalistas de derecha e independentistas sui generis, todos se alistan para alcanzar el sillón del Palacio de la Moncloa y comandar desde allí a la cuarta economía más importante de la comunidad europea.

Este 28 de abril se realizarán las elecciones generales en toda España con las que, tanto el Gobierno como la oposición, esperan dar cierre a la etapa de “empate técnico” en el Parlamento, que inhibe a cualquiera de las fracciones para formar gobierno. Éste es el cuarto llamado electoral que se realiza en menos de 4 años y fue consumado luego de que se rompiera el acuerdo entre el actual presidente, Pedro Sánchez, y los independentistas catalanes que responden al exiliado Carles Puigdemont.

Según los últimos sondeos, Sánchez encabezan la intención de voto de lxs españolxs, superando ampliamente los escaños conseguidos por PSOE en las últimas elecciones (de 89 que obtuvo en 2016 a casi 130). Por su parte, la segunda fuerza, aparentemente muy golpeada por la dispersión del voto de derecha, sería el Partido Popular (que conquistó 119 bancas en 2016 y caería a 70). Sin embargo, el fantasma que acecha a Sánchez es que se reproduzca el escenario de Andalucía.

En aquella región, el PSOE ganó, siendo ésta su bastión histórico, pero en la rosca parlamentaria las 3 derechas (PP, Ciudadanos y Vox) se unieron para desbancar al socialismo y lograron hacerse con el Gobierno de Andalucía.

Hasta el momento, Sánchez viene creciendo a cuesta del desplome de Unidas Podemos. La coalición liderada por Pablo Iglesias saldrá sin dudas malherida de estas elecciones, pasando de tener 65 escaños parlamentarios a, probablemente, menos de 40. Los motivos del declive del partido que nació al calor de los indignados de Puerta del Sol son múltiples: una embestida sistemática de los grandes medios de comunicación, problemas y fracturas internas, incapacidad de generar política que recupere el entusiasmo de lxs desencantadxs con la política tradicional y, quizás el elemento más importante en ésta elecciones en particular, indefiniciones y vaivenes en relación a Cataluña y los independentismos.

Sánchez intenta evitar a toda costa que no se repita el escenario de Andalucía y apuesta, en la recta final de la campaña, al enorme porcentaje de indecisos que aún queda (cercano al 20 por ciento del electorado). Sin embargo, en ese plano tiene un enemigo hasta ahora inesperado en la política española.

El crecimiento de la ultraderecha

Hasta el año pasado, quienes ya no se sentían representadxs (o nunca lo habían estado) por los partidos tradicionales, PSOE y PP, tenían dos alternativas: Una por izquierda, Podemos, un agrupamiento de ex dirigentes del PSOE, militantes sociales ligados al progresismo y partidos de izquierda, que surgió luego de la crisis del 2009; y una por derecha, Ciudadanos, una fuerza dirigida por ex integrantes del Partido Popular y empresarios new age, que apuntaron a cambiarle el rostro a la derecha ibérica, tomando como inspiración a políticos europeos como Emmanuel Macron y la “tercera vía” de Tony Blair (ADVERTENCIA: cualquier semejanza con Macri no es pura coincidencia). Sin embargo, en los últimos meses del 2018, emergió una fuerza con una radicalidad derechista inusitada para España: Vox.

Liderada por un ex concejal del País Vasco, militante del Partido Popular, llamado Santiago Abascal, Vox se ha convertido en una fuerza a nivel nacional con una velocidad increíble. A caballo de un discurso anti independentista, Abascal propone “terminar con la dictadura progresista que a gobernado España” y la derecha “blanda” que, según dice, se ha doblegado ante ésta y los independentistas, a quienes acusa de querer “fracturar el país”.

Abascal no modera en campaña su odio hacia las mujeres y disidencias. Es por ello que propone eliminar el presupuesto destinado a combatir la violencia de género y derogar la Ley Orgánica que rige desde 1985 y habilita la interrupción legal del embarazo y la no criminalización del aborto, así como la Ley de Salud Sexual y Reproductiva que, desde 2010, regula la interrupción voluntaria del embarazo y consagra un derecho de las mujeres.

Una sola España, un sólo idioma y una sola religión, son las consignas centrales que levanta Vox y recuerda los tiempos más oscuros del franquismo. Ésta fuerza, que en las elecciones del 2016 no existía, por lo cual no tiene representación en la cámara, según los sondeos podría alcanzar 35 bancas. Aunque algunos especialistas especulan que podría llegar a las 50. De ser así y si el Partido Popular, que bajo el comando de Pablo Casado Blanco se ha ido inclinando cada vez más hacia la ultraderecha, repite el acuerdo de Andalucía, el fascismo podría volver al poder, 44 años después de la muerte de Francisco Franco.

¿Qué esperar éste domingo?

Como se ha dicho, el escenario se presenta sumamente complejo. Una vez repartidos lxs diputadxs es tiempo de la rosca. Se necesitan 176 representantes para formar gobierno.

En España la última encuesta por ley no se conoce, pero, si los datos hasta ahora tienen algo de asidero, ninguna de las fuerzas por sí sola estaría en condiciones de formar gobierno. Las tres derechas juntas, por lo pronto no alcanzan. Sin embargo, Sánchez más Podemos tampoco. ¿Irá el PSOE otra vez a golpear la puerta de los catalanes? ¿Tendrá Unidas Podemos la fuerza para volver a traccionar a lxs indecisxs? ¿Será Vox una desagradable sorpresa para las encuestadoras, como Trump y el Brexit? ¿Sería capáz Sánchez de pactar con Ciudadanos si hace falta para conservar el gobierno?

Las incógnitas al rededor de ésta elección son enormes y las derivaciones que puede tener incalculables. Ahora bien, el mapa político de Europa, sin dudas, no va a ser el mismo.

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