Colaboración de Leonardo Candiano

Hoy 19 de abril se cumplen 58 años del triunfo de la Revolución Cubana en la invasión de Playa Girón. En poco más de dos días el pueblo, las milicias, la incipiente Fuerza Aérea y el Ejército Rebelde le propinaron al imperialismo estadounidense su primera derrota militar en nuestro continente apenas horas después de que la isla declare el carácter socialista de su proceso revolucionario.

Corría el año ´61 y en el centro de abril, entre unos pantanos y el mar, las tibias arenas de Girón albergaron una de las grandes epopeyas del siglo XX en América Latina. En la primavera caribeña, el rebelde y armado pueblo cubano logró vencer en tan solo 65 horas a un ejército invasor financiado, entrenado, pertrechado, enviado, aprovisionado y apoyado por el mayor imperio que la historia de la humanidad haya conocido.

Es por eso que, entre los muchos y variados hitos que la Revolución Cubana nos ha legado en sus hasta hoy 60 años, Girón ocupa un lugar central. Así lo expresaba el Comandante Guevara en su ya célebre discurso de la ONU de diciembre de 1964 al afirmar que los sucesos del 17 al 19 de abril de 1961 se convirtieron en un símbolo para todos los pueblos oprimidos del mundo, porque se trató de la primera derrota militar del imperialismo en América Latina, y una de las pocas hasta entonces a escala mundial.
Además, en el preludio del desembarco mercenario en Cuba, durante el entierro de los caídos por el bombardeo enemigo del 15 de abril, Fidel Castro anunció públicamente el carácter socialista de la Revolución ante una multitud que aprobó efusivamente sus palabras. Por lo tanto, en términos militares y de rumbo estratégico los sucesos de Bahía de los Cochinos se convirtieron en un mojón ineludible que trascendió espacial y temporalmente esa lucha.

Como esperando abril…

Pero para comprender Girón hay que remontarse un poco más atrás en el tiempo. La radicalidad que había asumido la Revolución Cubana en el poder desde enero de 1959 y fundamentalmente a partir de las nacionalizaciones masivas de 1960 preanunciaban los acontecimientos que marcaron el ´61 en la isla.
El año comenzó con grandes desafíos como el inicio de la campaña alfabetizadora pero también con duros golpes. El 3 de enero, Estados Unidos rompió relaciones diplomáticas con la isla acelerando el proceso de enfrentamiento; dos días después cayó, asesinado por grupos contrarrevolucionarios, el alfabetizador Conrado Benítez en un desesperado y salvaje intento por sabotear el desafío educativo en el que el pueblo cubano se había sumergido. El 5 de febrero explotó una bomba en la provincia de Bayamo. Milicianos, alfabetizadores y campesinos que pretendían educarse cayeron también en los días sucesivos, y el 14 de marzo una embarcación artillada abrió fuego contra la refinería de Santiago de Cuba. El 13 de abril fue incendiada intencionalmente la tienda más grande de la isla, “El Encanto”, ubicada en La Habana.
Esta serie de hechos advertían la cercanía de la invasión pergeñada por la CIA y llevada materialmente adelante por 1.500 mercenarios de origen cubano que recibieron entrenamiento durante un año en trece campamentos militares ubicados en Guatemala, Nicaragua, Estados Unidos, Puerto Rico y Panamá, en un proyecto orquestado bajo la administración Eisenhower y proseguido por John Fitzgerald Kennedy. Cuba conocía parte de esta información de antemano gracias a la labor de Rodolfo Walsh, quien mientras trabajaba en Prensa Latina descifró una serie de cables encriptados con revelaciones sobre el entrenamiento de contingentes militares con el fin de invadir la isla.
Más allá del preaviso que obtiene la Revolución gracias a ello, el historiador y militar cubano Jorge Hernández Garaboto describe la fortaleza de la formación mercenaria, pues además del millar y medio de hombres armados contaba con tanques, artillería y más de cuarenta aviones. Todo eso constituía una fuerza “más poderosa, destructiva y agresiva que la de todos los países de Centroamérica y el Caribe juntos, y poseía una flota de guerra con barcos artillados que navegaban sin tropiezo con banderas inocentes cambiantes de color y de forma”.

La Batalla

La operación da comienzo efectivo el 15 de abril, cuando aviones de guerra provenientes de Puerto Cabezas, Nicaragua, ametrallan simultáneamente tres aeropuertos de Cuba: la base aérea de San Antonio de los Baños, la pista de Ciudad Libertad y el actual Aeropuerto Internacional Antonio Maceo, en Santiago.
Es en el marco de la respuesta a este hecho que en un multitudinario acto en la intersección de las calles 23 y 12 del otrora coqueto barrio de El Vedado, Fidel Castro proclamó el carácter socialista de la Revolución Cubana el 16. La invasión se presiente inminente y así acontece. En las primeras horas del 17 la Brigada entrenada por la CIA desembarca en Playa Larga y en Playa Girón, sobre la Ciénaga de Zapata, en la provincia de Matanzas. El objetivo era claro y aparentemente sencillo: ocupar una zona de dificultoso acceso y poco poblada, una franja de arena y una serie de pequeñas localidades, para establecer allí un “consejo revolucionario” que aísle esa porción del territorio, inicie una guerra de desgaste y pida la intervención estadounidense bajo el pretexto de una incipiente “guerra civil”.
El liderazgo de la Revolución conocía estos objetivos y actuó en consecuencia. Apenas se dio aviso del hecho, antes que amanezca, las Milicias Nacionales Revolucionarias junto con obreros, alfabetizadores y campesinos voluntarios que habitaban la zona comenzaron a repeler la agresión y no permitieron el rápido despliegue de las tropas enemigas. El Batallón de la Escuela de Responsables de Milicias y dos batallones de milicianos derrotaron en los poblados de Pálpite y Soplillar a los paracaidistas que hacían de vanguardia, y ya durante el día la Fuerza Aérea Cubana hundió dos buques y un grupo de lanchas de abastecimiento, lo que obligó a la CIA a evacuar al resto de la flota de apoyo mar afuera, dejando sin suministros a los que habían desembarcado. Esa misma Fuerza Aérea derribó durante el conflicto catorce aviones a pesar de contar entre sus filas solamente con diez pilotos y unas pocas naves operativas.
La Revolución que juró vencer no iba a descansar hasta hacerlo y así fue. Totalmente rodeados por un valeroso pueblo armado en una pequeñísima porción de territorio, con una lúcida y audaz estrategia militar establecida y liderada por el propio Fidel Castro desde el Central Australia ubicado en la mismísima Ciénaga y en el frente de combate durante el momento de avance, el grupo mercenario comenzó su acelerada retirada hasta integrarse con su retaguardia en Girón en el amanecer del 18, luego de que por la noche la Columna 1 del Ejército Rebelde avanzara con blindados y artillería sobre Playa Larga y la recuperase al clarear el día.
Así, desde el 18 de abril la lucha se concentró sobre Girón, y en la mañana del 19 todas las fuerzas revolucionarias en el terreno atacaron de forma conjunta para liquidar lo que restaba de la fuerza ocupante. A las 17:30 el parte oficial firmado por Fidel da por concluidas las acciones militares, con un saldo de alrededor de un centenar de muertos, cientos de heridos y casi 1200 prisioneros para quienes habían desembarcado apenas 65 horas atrás. Del lado revolucionario, los combatientes caídos fueron 150. Los números marcan la crudeza del enfrentamiento: un total de 250 muertos entre los dos bandos, y alrededor de 500 heridos, en poco más de dos días.

La victoria

En dicho lapso de tiempo, los trabajadores cubanos salieron con los fusiles del Estado revolucionario -sus fusiles- a defender su patria, encabezados por la dirigencia de su país, en conjunto con las fuerzas armadas que habían nacido en la Sierra Maestra cinco años atrás, y vencieron.
Los mismos que desembarcaron para arrasar la experiencia cubana retornaron a Washington en diciembre de 1962 a cambio de alimentos, medicinas y tractores por un total de 53 millones de dólares luego de ser enjuiciados y encarcelados en la isla, y posteriormente negociados con los Estados Unidos. De esta manera, Cuba no solo vencía militarmente al imperialismo y consolidaba su construcción socialista, sino que por primera vez en la historia obligaba al gigante del Norte a pagar una indemnización de guerra.
La batalla de Girón permitió sostener la experiencia revolucionaria cubana ante un ataque directo, la aceleró en su rumbo socialista, unificó aún más a las organizaciones rebeldes, consolidó su estructura militar y miliciana, volvió a demostrar la envergadura de su liderazgo, enalteció la confianza de las masas hacia la Revolución y su moral combatiente, le propinó una dura derrota al imperialismo estadounidense en su “patio trasero” y expuso una vez más -a la vista de todos los moderados, los posibilistas y los temerosos- que se puede luchar y vencer. Por todo esto a 58 años de aquella gesta no podemos dejar de tener, como titula su obra el poeta cubano Víctor Casaus, a Girón en la memoria…

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