En la madrugada de hoy la policía británica ingresó a la embajada de Ecuador en Londres y detuvo al fundador de WikiLeaks, Julian Assange. Tras meses de tensión con el Gobierno de Lenin Moreno, finalmente Assange perdió el derecho a asilo y fue entregado a las manos de Trump, quien planea juzgarlo como a un criminal de guerra.

 

“El Ecuador ha decidido soberanamente retirar el asilo otorgado a Sr. Assange” declaró el Presidente de Ecuador, Lenin Moreno, a través de un video publicado en sus redes sociales. Y agregó “tenemos conocimiento de que Assange sigue en contacto con su organización, WikiLeaks, y por lo tanto en la intromisión en los asuntos de otros Estados”. Con estas palabras Moreno dió fin al asilo que Assange había recibido en el 2012, por el entonces presidente Rafael Correa,

En aquel momento, Assange pasó a ocupar las tapas de los diarios de todo el mundo luego de que WikiLeaks diera a conocer filtraciones que comprometían a varios gobiernos, fundamentalmente al de los EEUU, entre otras causas, con crímenes de guerra cometidos en Irak, Afganistán y Libia. El escándalo internacional que suscitó dicha filtración volvió a Assange el enemigo público número uno de las agencias de inteligencia norteamericana y desde entonces debió asilarse en la Embajada de Ecuador, para no ser apresado y deportado hacia alguno de los múltiples países que pedían su captura.

En los últimos meses, el Gobierno de Ecuador había ido recortando las vías de comunicación de Assange, las visitas que podía recibir y casi cualquier contacto con el mundo exterior. Todo hacía pensar que era inevitable que el Gobierno tomara esta decisión.

Tras la ruptura de Moreno con el correísmo, Ecuador se ha encaminado hacia la alineación definitiva con la política del Pentágono, promoviendo la instalación de bases militares norteamericanas en su territorio, acompañando todas las hostilidades yankees contra el pueblo venezolano y desarticulando el UNASUR. En ese marco, la presencia de Assange en la embajada londinense se volvió un grano incómodo para el gobierno de Moreno.

Con la entrega de Assange, Ecuador desconoce una enorme cantidad de acuerdos internacionales que protegen a los perseguidos políticos. Viola el principio de “no devolución” del asilado, base fundamental de protección de los DDHH consagrado en el derecho internacional. Se desentiende de la opinión 54/2015 del Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de Naciones Unidas, así como de la Opinión OC-25/2019 de la Corte Interamericana de DDHH y de la Resolución MC-54-19 de la CIDH de marzo de este mismo año, en la que se establece que Ecuador no puede “deportar, devolver, expulsar, extraditar o remover de otro modo” a Julian Assange de la Embajada. Assange, además, desde el 2012, es ciudadano ecuatoriano.

La detención del fundador de WikiLeaks fue celebrada por toda la derecha mundial y el propio Ministro de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, Jeremy Hunt, la aplaudió como la entrega de un “ciberterrorista”. El futuro de Assange es incierto, pero seguramente hoy es un día negro para la libertad de expresión y la libre circulación de información; un triunfo para las agencias de control y espionaje estatales e internacionales; y un oscuro antecedente de sumisión al imperialismo por parte del Gobierno de Ecuador.

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