El pasado 12 de marzo a las 4 a.m. fueron detenidos dos ex oficiales de la policía militar de Río de Janeiro, Ronnie Lessa y Élcio Viera de Queiroz, sospechados de ser los autores materiales del asesinato de la consejala Marielle Franco y de su chofer, Anderson Gomes. Según consta en la causa, denominada “Operación Lume” en referencia a la plaza donde Marielle llevaba adelante el proyecto “Lume Feminista”, los detenidos forman parte de una banda parapolicial que sirven al narcotráfico, la extorsión y los asesinatos políticos en el Estado carioca, cuyo líder se llama Fabricio Queiroz.

Los Bolsonaro han elogiado más de una vez el accionar de las milicias parapoliciales ante la “inacción estatal para garantizar la seguridad”. Sin embargo, con esta banda particular, tienen vínculos probados muy próximos.

Queiroz es amigo desde hace más de 3 décadas de Jair Bolsonaro y es por ésta relación que llegó a ser asesor en materia de seguridad de Flavio, primogénito del presidente y actual Senador nacional. Tan imbricados están los Bolsonaro con éste sujeto que toda la familia de Queiroz y varios de sus subalternos criminales cobra sueldo de la Asamblea Legislativa del Estado de Río, algunos, inclusive, lo hacían del propio despacho de Flavio Bolsonaro, cuando éste era legislador estatal. Entre ellos, Lessa y Viera.

Con todo ésto pareciera a ser anecdótico, una “casualidad”,  que el ex Sargento Ronnie Lessa haya vivido 10 años en el mismo edificio que alojó a Jair Bolsonaro hasta su asunción en el Palacio de Planoalto. O que Élcio Viera aparezca fotos con el presidente y varios de sus hijos. Se está hablando de una relación que no es lejana, ni casual, ni siquiera partidaria (algo que no es poco común entre éste tipo de banda, compuesta por miembros y ex miembros de fuerzas de seguridad, y agrupaciones políticas vecinalistas de la derecha brasileña). Es el jefe de la banda de asesinos y el hijo del presidente de la República, integrante de un círculo político más que cercano.

Los ecos de ésta noticia aún son marginales y la popularidad con la que aún cuenta Bolsonaro, sumado al plan de reformas neoliberales que dejó pendientes el gobierno de Temer, operan para construir un blindaje alrededor del presidente. Por ello es fundamental no deponer la movilización y hacer más grande el pedido de justicia por Marielle.

Marielle Franco, entonces consejala y militante del PSOL, fue acribillada el 14 de marzo del 2018, cuando volvía de coordinar una actividad llamada “jóvenes negras moviendo las estructuras”. Era afrodescendiente, socióloga, tenía 38 años y vivía en pareja con la arquitecta Mónica Benicio. El próximo jueves se cumple 1 año de aquel crimen, debemos hacer sonar su nombre por todo el mundo.

 

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