Aún de la mano de la carrera electoral, el ajuste macrista sigue su curso implacable en este año. Tan profunda es la relación de dependencia colonial sellada con el FMI, que incluso ante la disputa presidencial, se siguen y seguirán sosteniendo a rajatabla mecanismos de ajuste para alcanzar el déficit 0 y el cumplimiento en el pago de la deuda. Queda a la vista la perspectiva estratégica de Cambiemos para reestructurar las relaciones laborales en nuestro país a costa de la pauperización y precarización de la clase trabajadora. El resultado es la situación cada vez más acuciante de las mayorías populares.

Enmarcados en un endeudamiento externo que alcanza niveles históricos (prácticamente un PBI) y que se ha cristalizado como un terrible condicionante para cualquier proyecto de salida, el modelo económico mantiene la tendencia de sus principales variables, aunque a fin de año el macrismo hubiera prometido lo contrario. La recesión se sigue sosteniendo, empujada por una significativa caída de la industria, la construcción y el comercio. La inflación ya se estima largamente por encima de los 30 puntos para el año, considerando los altos índices de estos dos meses y el grave impacto que tendrán las nuevas y exorbitantes subas de tarifas anunciadas. El alza del dólar por su parte, intenta ser contenido a fuerza de la suba de tasas de interés, pero su dinámica futura es indescifrable, y esa política no hace más que anclar la recesión. El 1 de marzo, en la apertura de sesiones del Congreso, entre tartamudeos, furcios y distorsiones enormes de la realidad, Macri dejó en evidencia este escenario. Muy lejos de la estabilidad que buscó transmitir, ni bien finalizó el mismo, cayeron los índices de la Bolsa de Comercio y hubo un nuevo aumento del dólar y el riesgo país: ni siquiera la gran burguesía parece verle un futuro promisorio a Cambiemos. Fuera del recinto, a más de diez cuadras por los vallados policiales, lxs trabajadorxs precarizadxs organizaron ollas populares y se manifestaron con una bandera de arrastre que dejaba planteaba la pregunta: Macri ¿Y la pobreza cero?

El efecto social es devastador. Aprovechando a su favor Procedimientos Preventivos de Crisis, numerosas empresas avanzan, con el aval del gobierno, en una política sistemática de despidos, flexibilización y reducción salarial, agravando el cuadro de situación de cierres y despidos preexistente. Las canastas básica y de indigencia escalan a niveles inéditos. La vida en las barriadas más humildes se vuelve intolerable. A contramano, numerosas experiencias de lucha de la clase trabajadora, vienen dando batalla contra los despidos, en defensa del salario y contra la precarización, planteando una agenda central para nuestro pueblo para enfrentar este durísimo ajuste. Lo hacen, claro está, a pesar de la entrega grosera de la CGT, en contubernio completo con el macrismo.

Frente a este panorama el gobierno se propone focalizar en ejes no económicos para desarrollar su campaña política. En primer lugar, ampliando la campaña represiva en nombre de la “seguridad”. La presentación de un nuevo Régimen Penal Juvenil, en donde se baja la edad de punibilidad de 16 a 15 años es una clara muestra de esta política. Mientras las y los pibes en las barriadas tienen que sobrevivir al ajuste y la precarización, en el marco de los entramados de negocios (que incluyen el tráfico de drogas y la trata y explotación sexual) regenteados por la policía y el poder político y judicial, la respuesta oficial es profundizar la persecución sobre ellos y ellas. La movilización unitaria contra este ataque a nuestros pibes y pibas es una tarea de gran importancia.

En ese marco, desde el gobierno mantienen en agenda una reforma para endurecer el Código Penal. Cuentan para estos cambios, con al aval militante de parte importante del PJ, en primer lugar del massismo, montado sobre esta demanda de “mano dura”. Si algo pone límites al impulso de un nuevo código penal, es el temor al movimiento de mujeres, que se mantiene como ejemplo de lucha contra la violencia machista y por el derecho al aborto, y que seguro ampliará su movilización ante la rediscusión de las penas planteadas para quienes abortan hoy, en el marco de una vergonzante ilegalidad. En este contexto, el 8 de marzo se plantea como una jornada de lucha de primer orden, en donde el derecho al aborto legal, seguro y gratuito ocupa el centro de nuestro reclamo.

Como parte de esa agenda alternativa, el macrismo (al igual que parte de la oposición peronista) se volcó de lleno a la agenda internacional, siguiendo los mandatos imperiales del presidente norteamericano Donald Trump, acompañando el golpe y propuesta de intervención sobre el pueblo hermano de Venezuela. Una vez más, la más amplia unidad y la solidaridad internacional, deben ser la bandera que levantemos para denunciar esa política injerencista de Trump y Macri.

Pero esa agenda no es suficiente. Aunque hasta ahora sigue con chances de revalidar su mandato en octubre, la alianza Cambiemos está sufriendo el desgaste de la situación económica y política, amplificando sus tensiones internas. En particular, con una creciente iniciativa propia de distintos sectores del radicalismo que no quieren ser arrastrados por la caída de la imagen de Macri, y que intentan a su vez ganar espacios de poder internos. Algunos, como los gobernadores de Mendoza y Jujuy, hicieron caso omiso ante el pedido presidencial de retrasar las elecciones provinciales. Otros, enfrentan abiertamente al PRO y sus delfines en sus respectivas provincias (Córdoba, Santa Fe) como lo demostró la derrota macrista en la interna pampeana. Y muchos de ellos, incluso, tienen expectativas en generar una fórmula radical para enfrentar al PRO en unas PASO nacionales. Atravesado por estas contradicciones, Cambiemos se lanza en campaña para revalidar el mandato de Macri en la presidencia.

El peronismo, por su parte, se sigue preparando para una disputa electoral, ampliando por derecha todo lo que le sea posible. El polo de atracción sigue siendo Cristina Fernández, única hasta el momento con posibilidad de disputar la presidencia a Macri. Sus redes se van ampliando, con negociaciones con sectores de derecha y de lo más rancio del PJ, como Duhalde y Felipe Solá, responsables políticos del asesinato de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki el 26 de julio de 2002, o tendiendo un puente con Lavagna, figura en alza ligada al Peronismo Federal. Incluso en el cristinismo sigue abierta la expectativa de poder arrastrar a Massa a la misma alianza (algo que en algunos distritos como Santa Fe, e incluso Buenos Aires, parece ir tomando forma). La convocatoria a las iglesias evangélicas de pa- ñuelo celeste va también en esta misma tónica. En este marco, el campo separado del Peronismo Federal, si bien persiste y se aggiorna ahora con Lavagna,como representante de la burguesía industria, no parece tener perspectiva presidencial, si no es mediante un acuerdo con el kirchnerismo. De esta forma lo que se va perfilando desde el peronismo, es un frente amplio que si bien incluye a sectores progresistas, muestra una creciente hegemonía de los sectores más conservadores del peronismo, y que –como está demostrando Axel Kicillof en sus encuentros- busca un entendimiento con los distintos factores de poder (el FMI, la burguesía agraria, la industrial) como sustento para arribar a un nuevo gobierno.

En este marco de relativa polarización, y en donde el planteo de un PJ moderado no da respuesta a las demandas populares para enfrentar a fondo el programa neoliberal del macrismo, la izquierda tiene una enorme responsabilidad. Se trata, en primer lugar, de jugar un rol activo y unitario en las luchas. Es fundamental el desarrollo de la resistencia, para frenar los nuevos ataques del gobierno y las patronales, porque es una defensa de nuestras condiciones actuales y porque permite condicionar con mayor fuerza a quien suceda en el poder, marcando una agenda de demandas populares fundamentales. Para ello, es vital desplegar una actividad unitaria, que evite todo sectarismo, en cada lucha popular, contra el ajuste de Macri y el FMI, para frenar los despidos y lograr la recomposición salarial, y rechazando el golpe en Venezuela.

En este marco, es una responsabilidad de primer orden poner en pie una propuesta política unitaria de la izquierda. Los gestos en relación a la ampliación de un frente que incluya a las fuerzas del FIT y a AyL de Zamora son progresivos. No solo es preciso confirmarlo, sino seguir ampliando al resto de la izquierda, desarrollar una intervención activa y unitaria de toda la izquierda en el marco de las luchas actuales, y presentar así una propuesta política alternativa. Se trata de contar con legisladores que mantengan la defensa de las demandas populares, de ligar la política parlamentaria a las luchas cotidianas, y de desplegar un programa de independencia política para echar a Macri y el FMI, conquistar el derecho al aborto legal seguro y gratuito, y avanzar a partir del no pago de la deuda externa, en la resolución de los grandes problemas de la clase trabajadora y el pueblo.

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