Héctor Montenegro, Sergio Cejas, Santiago Sosa, Pablo Trionfini, Nicolás Agüero. Es probable que no reconozcamos ninguno de estos nombres porque hasta cuesta trabajo encontrarlos en google. Muchos no aparecen y la mayoría no duran más de una semana en el buscador. Por el contrario, el nombre de ellas aparece en todos lados. Y está bien porque no hay que olvidarlas, aunque antes de nuestras cabezas, son nuestros cuerpos los que las recuerdan todos los días, cada vez que nos enteramos de un nuevo femicidio. Si no fue la sangre la que se heló al escuchar un nuevo nombre cuando todavía no sanamos el anterior, es el miedo cotidiano que vivimos las mujeres el que nos pone alertas al cruzar una esquina vacía, al detenernos desafiantes ante una mirada insistente, o al tomar cualquier transporte público solas.

Aquella cifra escalofriante de noviembre del 2016 que nos enfrentó a 7 femicidios en 7 días vuelve a arder en nuestras memorias cuando nos damos cuenta que en tan solo 17 días del primer mes del 2019 tenemos más de 9, después de cerrar un 2018 con 216 femicidios registrados.

Todas ellas no superaban los 35 años, incluso algunas eran niñas y adolescentes.
A Celeste Castillo y Romina Varela las mataron sus esposos. Celeste tenía 28 años.
A Joseline Mamani, una niña de tan solo 10 años la apuñalaron en su casa y los sospechosos son las últimas tres parejas de la madre.
El sospechoso del femicidio de Dahiana Moyano es su ex pareja.
Agustina tenía 18 años. Era una piba con una voz y una sonrisa hermosa, seguramente como todas, que salió a bailar, como lo hacen todos los adolescentes, sólo que ellos vuelven a sus casas y ellas pueden no volver.

Lo cierto es que ya no hay estadística que aguante porque el machismo no da tregua. No hay un día en que la lista de nuestrxs compañerxs, mujeres y disidencias, no siga creciendo. No le basta a este sistema de muerte sucumbirnos en el hambre o abandonarnos frente a enfermedades evitables, también instrumenta a varones hijos sanos del patriarcado a sentirse impunes y actuar en consonancia.
Los machos femicidas se sienten confiados por justicias que los defienden, medios que los justifican y gobiernos que los arengan, como el de Bolsonaro, que, durante uno de sus mandatos en el parlamento, le dijo públicamente a una diputada que no la violaría porque no era de su gusto
. Cómo no vamos responsabilizar al Estado si en vez de destinar un porcentaje real y serio para prevenir, erradicar y sancionar la violencia de género, conforme a la ley, las líneas públicas y nacionales para la contención (como línea 144) recibe despidos todos los días. Lo mismo denunciamos a las instituciones cómplices y obsecuentes como Instituto Nacional de las mujeres que en vez de garantizar nuestros derechos definen al presidente neoliberal Mauricio Macri como “el feminista menos pensado”, un personaje que además de representar a lo más nefasto de nuestra historia, defendió públicamente, como si fuera un chiste, el acoso callejero (“A todas las mujeres les gustan los piropos, aunque le digan qué lindo culo tenes ”, Clarín, 22/04/2014).
Nada de todo esto para nosotrxs es un chiste. Estamos hartxs. No queremos acostumbrarnos al miedo, queremos vivir y disfrutar con autonomía nuestra vida.
No nos verán encerradas, amainadas, somos como la mítica Hidra de Lerna por cada cabeza que nos cortan, por cada compañera que nos arrancan, crecemos dos más y con más fuerza. Con una mano nos secamos la lágrima y con la otra agarramos a lxs compañerxs y salimos a la calle.

¡El patriarcado no se aguanta, por eso lo estamos derribando!

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