Ya pasaron tres años de mandato del gobierno de Cambiemos, y es necesario realizar un balance de las luchas y proyectos políticos que hemos puesto en la escena argentina como juventud.

Por Ignacio Román – Referente juvenil. Militante del Frente Juvenil Hagamos Lo Imposible

Los primeros años estuvieron protagonizados por los paros convocados por la CGT, las movilizaciones de lxs trabajadorxs de la educación y sus paros. En principio podríamos caracterizar que durante los primeros años de gobierno de Macri, la juventud no fue un sujeto que salió a la lucha en términos de masas con reivindicaciones específicas. La serie de tomas en la UBA con la movilización contra el presupuesto 0 universitario fue un punto sobre el cual pararse, aunque todavía estaba muy situado en sector específico (universidad) y una localidad (CABA). El punto de inflexión para este escenario son las movilizaciones del 14 y el 18 de Diciembre.

Las movilizaciones feministas, y particularmente las del año 2018 por el aborto legal fueron las que vinieron a revertir de lleno este escenario. Miles de pibas y pibxs que asistieron a sus primeras movilizaciones, que hicieron que el pañuelo verde casi sea uniforme en las escuelas secundarias, terciarios y facultades abrieron un enorme camino. Sobre la base de la heterogeineidad ideológica y la unidad de acción pudo hacerse de masas una lucha en la juventud que trajo “algo nuevo” como discusión a millones de mesas de nuestro país. Esta generación se paró sobre años de lucha por el aborto legal en Argentina y lograron realizar una síntesis superadora para construir un movimiento de masas donde las jornadas en Congreso y vigilias fueron las expresiones más claras.

Las tomas de los secundarios en CABA en el año 2016 contra el proyecto de la Secundaria del Futuro fueron un hecho de real importancia. Lxs secundarios fueron el primer sector del movimiento estudiantil en salir masivamente y con métodos radicales de lucha a rechazar lo que ni es más ni menos que una parte de la reforma educativa que quiere imponer el macrismo para nuestra patria, siguiendo los ejemplos de los modelos más neoliberales de educación como Chile, México y ahora Brasil.

Este proyecto se logró frenar y no así la UNICABA, de reciente aprobación en la legislatura. El sector históricamente más despolitizado del movimiento estudiantil, que todavía no cuenta con coordinadoras a nivel provincial ni nacional de las luchas, no ha podido dar en Capital Federal una respuesta que logre frenar el proyecto. Ahora será central que la lucha se de desde los institutos educativos para frenar los recortes a los terciarios que ya existen, sus carreras y la quita de presupuesto. El sector terciario solo cuenta con experiencias focalizadas de resistencia y lucha como de la que me toca ser parte en Mar del Plata. Una experiencia de la que es necesario extraer conclusiones. La unidad de acción como un hecho fundamental, y la mezcla de una generación con experiencia política militante de conducción gremial protagonizada sobretodo a partir del CEIPA, con toda una camada enorme de compañeros y compañeras que se sumaron a dar esta lucha. La radicalidad de los métodos de lucha y la confrontación directa con el gobierno demostraron que lejos de ser cosas que asusten a lxs estudiantes, cuando están anclados en una realidad concreta bien interpretada, son el motor de una rebelión.

El movimiento universitario asistía a una parálisis casi histórica, donde la FUA directamente está conducida por un sector del gobierno nacional y su presidenta es candidata en la lista de Cambiemos, vota a favor de la Reforma Previsional y a favor del presupuesto del FMI. Por fuera de las conducciones, las tomas se extendieron en casi todas las provincias de nuestro país. En principio acompañando el conflicto de la paritaria docente universitaria, permitiendo que se masifique en términos comunicativos en la prensa nacional, y en algunos lugares llegando a construir programas de reivindicaciones propias como movimiento.

Por otro lado están las centenas de jóvenes que suman a dar la lucha desde los movimientos sociales. La crisis del país no deja otra opción a lxs jóvenes de nuestros barrios que quieren vivir mejor ser parte de una organización social en la que puedan luchar por tener trabajo que les permita comer. Es necesario que este crecimiento pueda construirse en una opción de vida alternativa a las iglesias evangélicas, a ser soldaditos del narco o a ingresar a las fuerzas represivas, que son las tres opciones que figuran para lxs jóvenes de nuestra clase con mayor presencia.

Este año fue realmente importante porque también se demostró en la práctica que las luchas que nos atraviesan como generación se juntan en cualquier reclamo que hagamos. Lo general comienza a trascender lo específico, y este es un rasgo de la construcción de una idea de “movimiento” por fuera de individualidades y experiencias particulares y zonales de lucha. La consigna “Fuera Macri!” se cantó, se pintó en banderas y se dijo en cientos de discursos y marchas, en tomas y asambleas. Los pañuelazos adentro de las tomas, las consignas por el Aborto Legal estuvieron presentes en todo el conflicto educativo.

Otro rasgo particular a destacar de la lucha educativa es que la gran mayoría de estas luchas se dieron por fuera de las conducciones gremiales. Fuimos la izquierda y enormes sectores de independientes que se suman a la lucha quienes estuvimos a la cabeza del proceso, sosteniendo las tomas con nuestro cuerpo, entregando tiempo de nuestra vida para aportar a la transformación social desde el lugar que nos toca. Por otra parte las que lograron masificarse fueron las que fueron en unidad de acción: de secundarios, terciarios y la lucha de los movimientos sociales son algunos ejemplos, además de ejemplos de universidades y facultades donde se pudieron lograr procesos por fuera de la paritaria docente.

Debemos ser claros que si bien es un motivo para estar orgullosxs no nos alcanza. Si esa bronca creciente por abajo con la burocracia, no somos capaces de transformarla nosotrxs en una alternativa política de conducción gremial, y una alternativa política para el conjunto de la juventud argentina ya el problema es nuestro y no le podemos echar la culpa a nadie. No alcanza solo con delimitarse de la burocracia para construir el movimiento y conducirlo. Nos delimitamos en la práctica: mostrando que estamos poniendo el cuerpo, que queremos y podemos direccionar los procesos, y que tenemos un termómetro real de lo que vive la juventud de nuestra clase y que vamos a construir con ella (porque somos parte cotidiana de ella) un programa para echar a este gobierno.

 

La necesidad de construir una alternativa política anti-sistémica para la juventud argentina

El kirchnerismo se constituyó después de la crisis de los 90’ y la rebelión popular del 2001, como el proyecto de masas de la juventud argentina. Su desarrollo es desigual a lo largo del territorio, siendo en las provincias más progresistas o capitales (como Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires, y en menor medida algunos lugares como el sur de nuestro país y el litoral) un proyecto de masas. Pese a haber transcurrido ya más de una década de desarrollo de un viraje del kirchnerismo a construir en la juventud, en otras provincias de nuestro país sigue teniendo su cara más oscura el peronismo más al estilo PJ clásico.

Sus características se anclaron en el peronismo, ideología a la que la gran mayoría de nuestro pueblo adhiere en términos políticos y culturales; la lucha dentro de los marcos del sistema capitalista y la defensa de sus instituciones; la política de derechos humanos del gobierno de Néstor y Cristina; la política de ayuda social que se planteó como la solución a la desocupación masiva de los 90; y una serie de leyes de amplitud democrática como la Ley de Medios, el Matrimonio Igualitario, como rasgos más destacados.

Durante una década entera no vieron o eligieron no ver el crecimiento del gatillo fácil en los barrios populares que los pone como el gobierno hasta Macri con más muertes de pibes pobres, con más presxs por luchar; también el avance del narcotráfico en convivencia con el poder político estatal en nuestros barrios; las aprobaciones de presupuesto con injerencia de empresas transnacionales en las universidades; el cierre de carreras y comisiones de terciarios; el avance de planes educativos precarizadores del conocimiento y el trabajo como los FINES; y todo el viraje incluso en el discurso público de cara al debate presidencial del 2015, donde asumen la “inseguridad” como un problema del país, ponen a Berni a cargo del ministerio de seguridad y a Milani al mando del Ejército; y las campañas masivas de afiliación a las policías locales de parte del gobierno de Scioli, por nombrar algunos ejemplos.

Con el tiempo el kirchnerismo logró convertirse en una facción determinada del peronismo con perfil propio identificable. Pero además, en clara coincidencia con un proyecto político estratégico que no solo no critica al capitalismo si no que lo defiende, nunca construyeron ni se plantearon construir poder popular. En cada sindicato, barrio y espacio de estudio donde esta expresión política es hegemónica no existen espacios de participación y discusión directa del pueblo. Las asambleas son ninguneadas como “cosas de troskxs”, y creen entender y poder direccionar los problemas del pueblo sin construirlos con ellxs.

 

Todxs somos hijxs del Argentinazo

Lxs jóvenes que militamos en Venceremos consideramos que la rebelión popular del 2001 fue un gran punto de inflexión en la realidad política, social e incluso cultural de nuestro pueblo. Luego de la derrota de los 70’ con el genocidio de nuestrxs 30.000 y el posterior desarme ideológico de nuestra clase, esta rebelión parió a una nueva camada de militantes populares y revoluciarixs.

Esa generación nos dejó una enseñanza sumamente valiosa: cuando lo que se vive es la miseria planificada de gobiernos que responden a los intereses del imperialismo yankee no hay que esperar a las elecciones. Es el pueblo en la calle, con los piquetes, las barricadas y las piedras quien puede sacarlos; y las organizaciones populares y revolucionarias los que tenemos la responsabilidad política de encararlo.

El kirchnerismo es también hijo de esta rebelión. Pero sus conclusiones son las opuestas a las nuestras. Llegaron como una facción de la burguesía nacional para recobrar la confianza de la clase y el conjunto del pueblo en las instituciones del régimen. A los pocos años, luego de enfrentarse en el ballotage con Menem, se asentaron en el partido que históricamente es garante del orden burgués en la Argentina, el PJ.

El kirchnerismo también tiene un ascendente anterior, que es la caída del muro de Berlín. La primacía del capitalismo como único modelo posible de organización de la vida en sociedad, una vez que el campo socialista estuvo corrido de la discusión (a excepción de nuestra querida Cuba), abrió nuevamente paso a una tendencia histórica que es el posibilismo. Esta tendencia según las realidades particulares de cada territorio y país toma su propia fisonomía. En Argentina, la lucha “por lo posible”, asumiendo que el socialismo no es un horizonte posible, y que el capitalismo es un sistema que no se puede modificar, rápidamente tomó su cuerpo en el peronismo y el kirchnerismo. Las decenas de discursos de Cristina hablando de la posibilidad de construir “un capitalismo en serio” o un “capitalismo con rostro humano”, y las generaciones de militantes kirchneristas o incluso organizaciones que vienen de experiencia frustadas (como el Partido Comunista) son una muestra de ese posibilismo. Son la renuncia a que el sistema se puede cambiar de raíz.

En cuanto al rol que jugaron este año, la consigna “Hay 2019” que impulsa Cristina tuvo un rol clave en la juventud, al igual que para la mayoría de los sindicatos conducidos por esta tendencia. El planteo es la imposibilidad de echar al macrismo mezclado con una idea de que está mal hacerlo porque hay que cuidar a las instituciones. Como eso no se puede ni se debe lograr (porque de echar a un gobierno es claro que el nivel de condicionamiento programático para el próximo gobierno es mayor) solo hay que contribuir al desgaste del gobierno y así de las condiciones de vida del pueblo también, para que esa crisis permita un recambio de cara al 2019. Es decir, no quieren frenar la crisis ni las reformas porque son cualidad necesaria, desde su lectura política, para un recambio en el 2019.

Algunos hechos clave de su política de desmovilización fueron su ausencia casi total en los conflictos educativos universitarios, terciarios y secundarios desarrollados anteriormente en la nota. Tiempo atrás también convocaron a no marchar cuando aparece el cuerpo de Santiago Maldonado, argumentando que era una operación para impedir las elecciones; en vez de salir a la calle a enfrentar al aparato represivo cuando viene Trump, presidente del gendarme mundial del imperialismo, convocan a una conferencia de debate intelectual que declara públicamente no ser una contracumbre ni estar en contra del G20 (del cual Cristina participaba siendo presidenta) y a no asistir a ninguna movilización por el peligro de la represión.

El macrismo no puede gobernar un segundo más nuestro país, porque a cada momento que pasa crece el hambre y la miseria planificada, se mueren nuestrxs pibxs, se dejan familias sin laburo en la calle y se licúa la poca soberanía que tenemos en una democracia ya de por si antidemocrática. Para ello necesitamos métodos de participación directa de la juventud, asambleas en barrios y espacios de estudio, y necesitamos radicalizar nuestras medidas de lucha, con tomas y cortes.

Si consideramos que el kirchnerismo sigue siendo el proyecto de masas de la juventud argentina no podemos hacer otra cosa luego de esta nota que realizar una fuerte autocrítica. Las limitaciones que tiene el kirchnerismo como proyecto político alternativo, son las limitaciones que tenemos como juventud en términos de nuestros grados de conciencia colectivos para avanzar en puntos programáticos y métodos de lucha. El kirchnerismo no es otra cosa que el grado de expresión de la conciencia de nuestra juventud, el cual lógicamente no está exento de ser contradictorio. En todas estas luchas muchxs compañerxs que se sienten interpelados por la figura de Cristina y el kirchnerismo en su conjunto en términos sociales fueron parte de los procesos.

Es necesario que como jóvenes levantemos bien alto el programa del Aborto Legal, que levantemos desde cada espacio de estudio un rechazo contundente a la reforma, haciendo que los cortes de calle, piquetes, y tomas sean parte del paisaje cotidiano de la Argentina macrista, que rechacemos la injerencia imperialista en la soberanía política del país desde cualquier expresión, lo cual implica la necesidad de que este y si existe un próximo gobierno se retire del FMI y no se pague la deuda externa.

Las 10 propuestas que como Venceremos planteamos en Poder Popular son una invitación a construir no solo un rechazo político a este gobierno para que se vaya, si no fortalecer una alternativa política para los tiempos que vengan, con una clara mirada puesta en la realidad concreta actual.

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