A vencer diciembre//Sindical

El domingo 11 de noviembre en la planta de Shell del polo petroquími­co de Dock Sud se produjo una explo­sión que provocó la muerte de un trabaja­dor y heridas en otros dos trabajadores. Este hecho se produjo durante el período de parada de planta para realizar repara­ciones y mantenimiento, tareas comple­jas y muy riesgosas que son realizadas por trabajadores tercerizados. Los trabajado­res que sufrieron el accidente fueron con­tratados por Hidrocinetic Sociedad Anóni­ma. Las empresas tercerizadas, como en este caso Hidrocinetic SA, no se encargan de garantizar la inversión adecuada para brindar capacitación y equipos de seguri­dad. Shell reduce la tasa de accidentes de los obreros de planta en sus estadísticas, pero al costo de trasladar esa labor (y los accidentes) a empresas contratistas que precarizan a los laburantes en sus condi­ciones de trabajo y en la seguridad: de eso depende su ganancia.

En Shell, como ocurre en muchas fábricas, ante la enorme presión por aumentar la producción se vienen re­duciendo los tiempos de las paradas de planta: se apuran las tareas, se presiona para achicar los “tiempos muertos”; se hostiga a los obreros para que la factu­ración y las ganancias millonarias sigan su curso. Esta es la razón por la que se produce la mayor cantidad de acciden­tes. El sector CD3 de la refinería de Shell donde se produjo la explosión requiere un periodo de 40 a 45 días para realizar un mantenimiento que lo deje en óptimas condiciones. La empresa decidió reducir­lo a 17 días y para “achicar los tiempos” introdujo una enorme cantidad de obre­ros generando una superposición de tra­bajos. La intensificación en el ritmo de trabajo como la superposición de tareas potencian los riesgos que existen en la in­dustria petroquímica.

La ecuación de la muerte

Ante los terribles hechos, la empresa minimiza el accidente y vuelve a pre­sionar para trabajar bajo las mismas condiciones de precarización y hostiga­miento. Esta actitud tiene una espalda donde apoyarse: las burocracias sindica­les. Tanto el Sindicato de Petróleo y Gas Privado de Avellaneda (Spygpa) como la UOCRA (sindicato de los/as trabajado­res/as tercerizados), dan luz verde a las condiciones de riesgo en las que se rea­lizan las tareas en Shell. Tanto es así, que Spygpa suele decirle a sus afiliados: “esto no es una fábrica de galletitas, el que tenga miedo que se vaya a trabajar a otro lado”.

Ocurrido el accidente y fallecimiento del obrero sólo han “bajado” a la planta para evitar que la indignación de los tra­bajadores les haga tambalear la aparente legitimidad que tienen. El accionar de la UOCRA es de un cinismo criminal, sindi­cato que cuenta con la mayor cantidad de muertes de trabajadores/as, instala la naturalización de la muerte en el lugar de trabajo y hace negocios con ella. Previo al accidente la UOCRA mantuvo una reunión con la patronal previendo que un hecho así podía ocurrir, Shell ofreció aumentar el pago de la hora de trabajo a los trabaja­dores. No caben dudas de que el sindicato recibió su parte también. Para la burocra­cia callar tiene su precio.

Royal Dutch Shell obtuvo un aumento del 42 % en las ganancias del primer tri­mestre del año en curso, su mayor nivel en más de tres años. Mientras tanto, los/ as trabajadores/as se juegan la salud y la vida en cada día de trabajo. En un hecho como éste se ve reflejado el verdadero ros­tro del capitalismo: la ganancia vale más que la seguridad y que la vida de obreros y obreras.

Si puede evitarse, no es un accidente, es un asesinato. Basta de explotación y voracidad capitalista. Por condiciones dignas y seguras de trabajo. Organización en cada lugar de trabajo para exigir con­diciones adecuadas de labor.

 

¡BASTA DE ASESINATOS LABORALES!

TODA LA SOLIDARIDAD CON LAS Y LOS LABURANTES DE SHELL.

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