A vencer diciembre//Un año de lucha

Termina el 2018 signado por la profundización del ajuste que el gobierno de Cambiemos viene descargando sobre el conjunto del pueblo trabajador desde el comienzo de su mandato, con el agregado de su total alineamiento a las políticas del FMI y de la mano con una escalada represiva sin parangón. Sin embargo, fue también un año de luchas y resistencias que constituyen el piso para seguir enfrentando a este gobierno derechista y antipopular.

 El 2018, en términos políticos, tuvo sus comienzos unas semanas antes de lo que el calendario lo indica. Las jornadas del 14 y el 18 de diciembre fueron una suerte de “noche buena” y “fin de año” en el terreno de la lucha de clases. Dos masivas jornadas en las que se logró frenar (al menos en principio) la reforma previsional y luego generar un hecho político que le valió al gobierno el repudio de amplios sectores de la sociedad. La lucha en las calles durante más de 6 horas enfrentando el enorme despliegue de fuerzas armadas y policiales, con una disposición clara a resistir la aplicación de la ley, tenía un enorme consenso popular expresado en los cacerolazos espontáneos que se multiplicaron en distintos puntos del país.

Como balance compartido por el conjunto del campo popular, a partir de allí el gobierno comenzó a transitar su momento más crítico, lo entendemos como un punto de inflexión cuya manifestación más clara fue el cambio de táctica en la forma de promover la aprobación de su política del paquete de “reformas” entre las que se perfilaba la reforma laboral como la avanzada, en concatenación lógica con la previsional, hacia los trabajadores, trabajadoras y el pueblo.

Esas jornadas también pusieron sobre la mesa que el salir a la calle con objetivos claros y privilegiando la unidad de acción eran los elementos fundamentales para lograr contraponer a los planes del gobierno una verdadera resistencia. Con mayor o menor consistencia y sistematicidad se lograron trazar esos marcos de unidad en el movimiento de mujeres y disidencias, protagonista principal de la dinámica política del año que termina, entre los movimientos sociales, en algunos sectores obreros y en el movimiento educativo. Sin embargo, y es importante señalarlo, primó una fragmentación que será necesario superar para avanzar en conquistar las demandas del conjunto del movimiento popular Pasados los meses es necesario hacer un balance de las experiencias de lucha que atravesaron este año ya que sin duda deben constituir un aporte para un 2019 que, signado por las contiendas electorales, también será un año clave en el que debemos sostener la resistencia popular en unidad, pero con una orientación política que cuestione las salidas negociadas dentro de los marcos del capitalismo. Sin la búsqueda de ser exhaustivos, nos proponemos dar cuenta de algunas de las principales luchas de este año.

La Marea Verde

Como señalábamos más arriba, el movimiento de mujeres y disidencias ocupó un lugar indudablemente central en este año que termina. Claro que, y es necesario mencionarlo, este “estallido” es producto de décadas de organización y obstinada construcción por abajo, que hace posible hoy que causas como el derecho al aborto legal, seguro y gratuito o la lucha contra todo tipo de violencia hacia las mujeres sean defendidas por millones de mujeres en nuestro país.

Este año, y ante una pasividad indignante de la CGT, fue el movimiento de mujeres el que decretó el primer paro el 8M, un paro internacional que además puso en el centro el debate por el aborto y dejó en claro que las discusiones que el poder legislativo iba a comenzar en esas semanas estarían acompañadas de la movilización permanente cómo más tarde lo demostraron los martes y jueves verdes.

Párrafo aparte merecen el 13J y el 8A. La masividad de ambas jornadas no tiene precedentes en las movilizaciones de los últimos 40 años. Millones de mujeres en todo el país invadimos plazas, parques y calles y conseguimos una media sanción en diputados. Una victoria histórica ante los sectores más conservadores de la sociedad, ante aquellos anti-derechos a los que poco les importa el futuro de miles de pibas que están sometidas a la clandestinidad y que allí mueren. Una victoria alcanzada con la movilización que presionó concretamente en las calles al conjunto de diputados y diputadas. El 8A fuimos aún más, pero el cuerpo de millones no  pudo con los intereses de la iglesia católica, las iglesias evangelistas y la clase política que legisla sin registro de las mayorías. Como dijimos entonces, la votación de senadores, seguida minuto a minuto por todo el país hasta la madrugada, evidenció con una transparencia brutal lo antidemocrático de este sistema. Pero a pesar de que no se lograra la sanción de la ley, la batalla ya se había ganado en las conciencias y corazones de la mayoría del pueblo. Fue una victoria histórica en términos sociales, políticos y culturales; que no se detendrá.

Así lo demostramos en Trelew, donde miles de mujeres y disidencias participamos del Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans y Travestis. pese a las maniobras del gobierno local para boicotearlo. Fuimos una multitud en las calles, gritando, cantando y organizándonos para las batallas que vienen. En 2019 vamos a hacer temblar la ciudad de La Plata.

Cuando decimos que la marea llegó para quedarse es porque pateamos el tablero en todos los planos de la sociedad, desde las discusiones políticas centrales del país hasta el lenguaje, desde los contenidos educativos hasta lo que pasa dentro de las organizaciones políticas. El 2018 es sólo el comienzo y vamos por todo. Pero aquí también, luchando en unidad con el conjunto del movimiento, y dando al mismo tiempo las disputas que nos permitan construir una orientación del feminismo revolucionario que se plantee una perspectiva de emancipación social y política socialista.

La rebelión nacional educativa

También el movimiento educativo, se hizo presente en la agenda política, sobre todo luchando contra el conjunto de reformas que pretenden modificar de raíz los pilares más progresistas de nuestro sistema educativo, profundizando la mercantilización, privatización y vaciamientodel sistema público.

El desfinanciamiento al que el gobierno nacional está llevando al conjunto del sistema educativo y al sistema científico, hizo que el conjunto de los sectores involucrados (docentes, estudiantes, no docentes y en algunos casos, hasta las autoridades de las universidades) salieran masivamente a las calles.

En el nivel superior, la toma de casi 30 dependencias universitarias en todo el país, puso de manifiesto la vitalidad de un movimiento que en los últimos años no había logrado articular luchas de tal magnitud y su expresión más clara fue la masiva movilización de Congreso a Plaza de Mayo, que se conjugó, además, con el momento de mayor inestabilidad económica del año (devaluación abrupta del peso) y reformas de gabinetes.

El saldo de la lucha, que estuvo ligada al reclamo salarial docente, fue un aumento que del 12% con el que el gobierno quiso negociar durante tres meses, se pasó a un 25%. Queda el sabor amargo de que ese número, debajo de la inflación, haya sido con el que los sindicatos nucleados en CONADU hayan cerrado un acuerdo, pese a que la lucha seguía in crescendo. En marzo se inaugura una nueva lucha que debe tomar ese camino para conseguir una recomposición salarial acorde a los costos de vida.

Esa rebelión tuvo sus repercusiones en los ámbitos estudiantiles también. Por ejemplo en la Universidad de Buenos Aires, hubo un avance de la izquierda en facultades fundamentales como Medicina y Agronomía, históricamente conducidas por fuerzas ligadas al rectorado, sosteniendo de esta forma la Federación en manos de una amplia coalición que va desde el PO a Nuevo Encuentro. En el mismo sentido se debe mencionar el triunfo en Humanidades de Mar del Plata donde un gran frente de izquierda (que integran compañerxs de HLI) también logró imponerse y recuperar una herramienta gremial central para dinamizar las luchas de UNMdPlata. Vale la pena mencionar, que en “La feliz” la rebelión fue encabezada por los terciarios que llevaron una lucha de casi un mes, con tomas de las 8 instituciones del sector y lograron conquistar sus demandas en torno a las reformas edilicias para poder cursar en condiciones seguras. La rebelión educativa debe entonces ser la bandera con la que el movimiento educativo encaré sus luchas en este 2019.

Desde las distintas agrupaciones y organizaciones sindicales la docencia salió en todo el país a pelear contra la política educativa del macrismo. Sin embargo, el conjunto de las conducciones opositoras no logró generar una articulación nacional que permitiera torcer el brazo al gobierno, que no encontró obviamente en la conducción celeste de Ctera un adversario dispuesto a dar pelea a fondo.

Sin embargo, son muchas las experiencias que han constituido un ejemplo de coherencia y lucha sistemática y que orientan al conjunto de la docencia un camino a seguir. Tal es el caso del SUTE de Mendoza, cuya conducción desplegó una política de resistencia en la que primó la búsqueda de unidad como condición necesaria para enfrentar al ajuste en una provincia que es un verdadero experimento de las políticas neoliberales en nuestro país. En este punto, la campaña Más para Educación es una muestra clara de que un conflicto como el que encabezan año a año lxs trabajadorxs de la educación sólo puede ser ganado si se logra un apoyo del conjunto de la comunidad, y por eso se ha apelado a una campaña de gran amplitud que tienda a interpelar a docentes, estudiantes, auxiliares, pero también a otros sectores de la sociedad. En el mismo sentido, desde el SUTE se promovió la articulación entre todxs lxs trabajadorxs estatales, siendo el sindicato docente un actor principal para lograr coordinar y las luchas para enfrentar de manera unificada a la patronal estatal cuyo gerente es Cornejo. Y todo esto ha sido posible, porque el SUTE es también, una experiencia sindical democrática, que apela a la más amplia participación de sus afiliados. Por ello, si bien está dando sus primeros pasos, constituye una referencia ineludible en las construcciones clasistas en nuestro país.

Las luchas obreras y la unidad de acción.

En un año durísimo en el que según las cifras oficiales, en los primeros nueve meses del año se acumuló una destrucción de 202.700 trabajos que proyectada sobre el empleo informal supera el medio millón, lxs trabajadorxs de distintas ramas en todo el país dieron peleas que dejaron su marca y constituyen ejemplos para las luchas venideras.

En un contexto más que complejo dadas las disputas dentro de la CGT – y su claudicación permanente- y de las CTAs, además de las disputas dentro de ATE – en muchos gremios las y los trabajadores dieron peleas desde la base, organizándose ensus lugares de trabajo y saliendo a las calles a luchar contra los despidos, la precarización laboral y el ajuste. Ejemplo de ello han sido las experiencias de Fabricaciones Militares, de Astilleros Río Santiago, del hospital Posadas por nombrar sólo algunas de las cientos de batallas desplegadas en todos los rincones de nuestro país.

Entre esas luchas, una de las más destacas porque se logró una importante victoria fue la de lxs trabajadorxs de Télam, quienes mantuvieron la toma de los dos edificios de la agencia de noticias durante más de 100 días derrotando finalmente un lock-out patronal que constituía un verdadero vaciamiento por parte del Estado, que atenta contra el derecho mismo de acceso a la información. Lograron construir, junto con el SiPreBa un enorme apoyo social y político. desde personalidades de la cultura, hasta referentes políticos de los más diversos colores pasando por las más amplias expresiones sindicales brindaron su apoyo a lxs trabajadorxs. Esa experiencia, donde la unidad de acción se condensa como táctica de intervención ante una situación como la actual, y deja de ser una mera consigna, junto al tenaz convencimiento de lxs laburantes, hizo posible un triunfo del que muchos “observadores” externos eran escépticos.

La unidad de acción fue también bandera de uno de los sectores más dinámicos de la clase trabajadora que son los movimientos sociales de trabajadorxs precarizadxs. La Marcha Federal que tuvo lugar a fines de mayo constituyó un punto clave en la articulación entre el triunvirato piquetero, con el Frente de Organizaciones en Lucha (FOL), el Frente Popular Darío Santillán y otros movimientos. Los planes de lucha se extendieron a todo el país y fueron actores claves en los paros nacionales, cortando accesos y rutas. Llevando los reclamos de los rincones más profundos de nuestro territorio al centro político del país, cómo fue la movilización de lxs tareferxs desde Misiones, evidenciaron las terribles condiciones de vida y trabajo que viene padeciendo el sector más precario y empobrecido de la clase trabajadora desde hace décadas.

Por su capacidad de movilización, pero también por su capacidad de organizar a esa parte del pueblo trabajador que hoy está sufriendo de la manera más cruda el empobrecimiento y la miseria, constituyen un actor político clave a la hora de pensar y organizar la resistencia del conjunto de la clase. En ese sentido, constituyen hoy en día el marco de posibilidad para que cualquier convocatoria de lucha que exista tome relevancia y masividad. Son los sectores más humildes que sufren a diario las miserias de este sistema los que están organizados y empujan las luchas claves contra este gobierno. En ese frente también, apostamos a dar una disputa que – al tiempo que continúe construyendo la lucha unitaria- permita poner la enorme disposición a la lucha al servicio de una salida anticapitalista para nuestro pueblo. Cómo en el 2001, la potencia piquetera -con la enorme experiencia acumulada luego de décadas de lucha- es la que más inquieta al gobierno. Por eso mismo es al sector que más se viene hostigando, reprimiendo, y persiguiendo.

El movimiento de Derechos Humanos

Sin dudas, una de las dimensiones en las que se ha desplegado una resistencia enorme es en la lucha por sostener reivindicaciones históricas que fueron logradas en nuestro país por el movimiento de derechos humanos. Frente al intento del gobierno de llevar adelante el 2×1 a los Genocidas, frente a la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado y el posterior asesinato de Rafael Nahuel, frente a la excarcelación a Etchecolatz, frente a la política represiva que implica la instauración de un cuasi estado de excepción en el que el Estado viola los derechos y garantías fundamentales de manera sistemática, promoviendo la doctrina Chocobar, desde las diversas organizaciones que componen el movimiento se ha logrado en las distintas coyunturas desplegar una lucha unitaria en las calles que logró resistir muchos de los embates del gobierno. Si bien no se lograron victorias en muchas de las peleas, en un escenario muy adverso, la resistencia unificada permitió frenar en parte muchas de las iniciativas que hubieran arrasado con derechos básicos de manera fulminante, logrando en esas disputas un amplio y masivo apoyo popular. Sin dudas, la orientación dentro del Encuentro Memoria Verdad y Justicia y de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, en pos de dar esas batallas en unidad, ha sido clave para lograrlo. Allí, también ha sido y seguirá siendo necesario construir una perspectiva que permita construir la unidad sin que ello signifique resignar banderas históricas o hacer la vista gorda a lo acontecido durante el kirchnerismo.

Un punto de partida

Este breve racconto -ciertamente incompleto- tiene como fin poner de relieve la capacidad de lucha que se ha desplegado durante este año, en distintos lugares de nuestro país y en diversos conflictos. Claro que también podrían ser incluidas, la lucha contra la UNICABA, las jornadas contra la aprobación del presupuesto, la reciente y masiva marcha contra el G-20 y la lista podría seguir. De lo que se trata es de dimensionar que, lejos del fatalismo que muchas veces implican algunas caracterizaciones, este 2018 estuvo plagado de resistencias y organización. Cómo hemos dicho en otras oportunidades, en esta etapa histórica de arremetida del capital contra el trabajo, la clase obrera y el movimiento popular argentino no entra derrotado sino con altos niveles de organización. Es ese piso el que ha permitido que en todos estos años de gobierno de Cambiemos no haya habido un solo mes en el que no se haya dado alguna movilización masiva. Pero urge que esas luchas que han sido parciales y se han desplegado de manera fragmentada encuentren cauces de coordinación que permitan golpear con toda la fuerza de nuestra clase para derrotar a este gobierno. Y esa fuerza, esa coordinación, no se logrará sin una clara orientación política que apunte con claridad a dinamitar las bases de este sistema de hambre y explotación.

Por ello, desde las diversas organizaciones políticas, sindicales, estudiantiles, sociales, culturales, debemos apostar a lograr una propuesta política superadora que plantee una verdadera alternativa para la clase.

Desde Venceremos, como parte de la corriente de izquierda Poder Popular apostamos a construir en ese sentido y desde esa perspectiva hemos participado activamente en las luchas que se desarrollaron este año.

Convencidxs de que el futuro es de lxs que luchamos, con todas estas experiencias a cuestas, allí vamos 2019, a dar pelea en las calles y en cada lucha aportando a una construcción política de y para lxs trabajadorxs y el pueblo.

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