El aumento estrepitoso de los recursos destinados al pago de la deuda externa (que creció un 49% respecto al Presupuesto de 2018, alcanzando un 18% del Presupuesto) y el crecimiento de los recursos destinados a la represión, contrastan de lleno con el plan de ajuste para el pueblo, ejemplificado en un recorte del 39% en educación y ajustes fuertísimos en salud, en áreas como la Dirección de Promoción de la Salud y el Control de Enfermedades No Transmisibles (-35,8%) o el Programa de atención a la madre y el niño (-77%).

El ataque a la salud y la educación públicas, a las y los trabajadores en actividad, desocupados/as y jubilados/as, contrasta también con las concesiones otorgadas a los organismos internacionales, a las patronales del campo (a quienes a último momento los parlamentarios definieron eximir de impuestos sobre sus propiedades) y a los jueces (a quienes se volvió a considerar exentos de carga impositiva). En la misma tónica, días antes en el cierre del coloquio de IDEA, Macri volvió a reafirmar sus promesas de campaña… para los empresarios: aseguró que avanzará con la reforma laboral que hasta el momento no pudo implementar de forma total por la resistencia obrera y popular. En esa misma sintonía, el gobierno busca ahora profundizar la reforma previsional.

Este ajuste fenomenal, que promete achicar el déficit primario a un 2,7% del PIB este año, luego a la mitad el próximo y finalmente conseguir un “déficit 0” en 2020, es parte de las condiciones impuestas por el FMI para empezar a soltar las cuotas del gigantesco endeudamiento negociado en estos meses.

De esta forma, el gobierno nacional recibirá 5.700 millones de dólares en noviembre y una cifra similar en diciembre, con lo que pretende “blindarse” frente a los pagos inmediatos de deuda, claro que al precio de seguir aumentando el lugar que los recursos destinados al pago de la deuda tienen en el presupuesto nacional.

Para las mayorías populares esta política se vive con dramatismo. El enfriamiento de la economía se refleja en una caída tanto de la producción como del empleo, lo que llevó al desempleo a niveles altísimos en zonas como el conurbano (12,4%), acompañado por un crecimiento de la pobreza. La persistencia de aumentos en el transporte y los servicios públicos va de la mano de exorbitantes aumentos de precios, ya que la inflación llegó a récords históricos: en septiembre alcanzó un 6% la inflación minorista y un 16% la mayorista.

No en vano, la aceptación del macrismo y sus medidas sigue cayendo en la población, mientras crece la desesperanza frente a un panorama completamente angustiante, poniendo en evidencia que para amplios sectores populares esta situación es insostenible.

Una “ayudita” para el ajuste

En este marco de situación, aunque hace señalamientos críticos al gobierno, el PJ está cumpliendo un rol central para el sostenimiento del macrismo y su proyecto. El apoyo de los gobernadores peronistas y sus diputados fue fundamental para la aprobación en la Cámara Baja de un Presupuesto tan claramente antipopular, y lo mismo promete suceder en el Senado. Este hecho no hace más que repetir situaciones ya vividas anteriormente, como la sucedida a la hora de acompañar el pago a los fondos buitres, profundizando el endeudamiento externo.

Esta histórica estructura partidaria totalmente integrada a las necesidades del poder real que opera en este país (el empresariado rural, financiero, mediático y de los grandes grupos industriales) no duda de hecho en competir con el macrismo en la disputa del imaginario más reaccionario, como lo demuestra Pichetto en su campaña xenófoba contra las y los inmigrantes.

Frente a esta realidad, la respuesta del kirchnerismo demuestra por todos lados sus límites políticos. En primer lugar, porque aún rechazando el perfil del Presupuesto, no atinó nunca a confrontar abiertamente con el problema central que plantea este proyecto: el compromiso espurio con el FMI que debe ser rechazado de lado a lado, desconociendo una deuda externa que no debe pagar nuestro pueblo, sino en todo caso los CEOs macristas.

Y en segundo lugar, porque –repitiendo situaciones del pasado- sigue apostando a la esfera institucional antes que a la participación popular como garante de la defensa de los intereses del pueblo trabajador. Fue sintomático, en ese sentido, que muy lejos de apostar a fortalecer la calle y condicionar fuertemente las decisiones en el Congreso para evitar el avance de este presupuesto antipopular, la dirigencia kirchnerista primero priorizó una concentración junto a la Iglesia católica anti derechos en Luján, y luego, el día de la votación del Presupuesto, depositó todas sus expectativas en los parlamentarios, sin promover la más amplia movilización de las fuerzas políticas, sindicales y sociales que podrían haber hecho retroceder el Presupuesto del ajuste y la entrega. Se tiró por la borda así todo el aprendizaje de diciembre y agosto, cuando el pueblo en las calles condicionó la reforma jubilatoria y torció la balanza en Diputados frente a la Ley de interrupción voluntaria del embarazo.

Es en este terreno en donde se percibe dramáticamente el efecto político de “esperar a 2019”, tal como reclama el kirchnerismo, apostando a los acuerdos por arriba para un rearmado electoral (que ahora incluye también a la Iglesia), antes que a fortalecer la resistencia popular que ponga freno efectivo a la avanzada gubernamental.

Los emergentes xenófobos en tiempos de Cambiemos

La detención de extranjeros durante la manifestación del 24 de octubre, tal como mencionamos más arriba, dio lugar a múltiples declaraciones y operaciones mediáticas xenófobas, que ubicaron a Pichetto en un lugar destacado. En declaraciones a Clarín, no dudó en afirmar que hay que “dejar de ser el país más idiota de la región “(Clarín, 28/10) y endurecer los controles migratorios, al tiempo que agitó la deportación de los detenidos. Conjuntamente desde los principales medios se dedicaron chorros de tinta y litros de saliva en dar cuenta de las trayectorias políticas e ideológicas de algunos de los detenidos, como es el caso de Anil Baran (cuya abogada es nuestra compañera María del Carmen Verdú), queriendo construir una figura que poco tiene que envidiarle a las construcciones del enemigo interno propuestas por la Doctrina de seguridad nacional en los ´60 y ´70.

Estos no son casos aislados, como viene denunciando el Bloque de Trabajadorxs Migrantes, y encuentran su punto de inflexión en el decreto presidencial 70/2017 que desconoce el migrar como derecho humano y por lo tanto habilita a la persecución, expulsión y estigmatización de la población migrante. La detención y amedrentamiento de los trabajadores senegaleses, sin ir más lejos, son las postales más gráficas de esta lógica xenófoba estructural en el proyecto de Cambiemos. En tiempos de Bolsonaro, estos síntomas no pueden pasar desapercibidos para las organizaciones del campo popular.

Al gobierno de los CEOs lo paramos con la lucha

En este cuadro de avanzada neoliberal, la persistencia de las luchas obreras y populares viene dando el ejemplo de la resistencia.

El gran triunfo de Télam es un caso emblemático. Luego de 115 días de lucha sostenida contra los despidos y el vaciamiento (incluyendo el paro y la permanencia en los edificios de la empresa durante todo este período), las y los trabajadores de Télam organizados en el SiPreBA lograron arrancar la reincorporación de 138 trabajadoras y trabajadores, lo que supone un vuelco central en esta lucha testigo para la política macrista.

Del mismo modo, debemos señalar la gran reserva de energías de nuestro pueblo que se expresó en la jornada de lucha nacional del 24 de octubre, cuando de forma masiva y combativa enfrentamos a la represión y llegamos a incidir dentro de los recintos parlamentarios, donde se debió discutir el levantamiento de la sesión parlamentaria.

Sobre la base de estas experiencias, a la izquierda y el campo popular se les plantea como perspectiva central sostener la lucha en las calles, sobre todo para rechazar la presencia de Trump y el G 20 en nuestro país a fines de noviembre.

Esta perspectiva de lucha necesita, a su vez, del desarrollo de un campo político de efectiva oposición al gobierno, para lo cual es vital reconstruir un polo de intervención desde la izquierda, que en la actualidad se encuentra atomizada con iniciativas separadas. Es central, en este sentido, desarrollar una campaña política que ponga en el centro el rechazo al pago de la deuda y el FMI, endeudamiento que pronto será respaldado por Trump en el G-20.

¡Construyamos una alternativa de las y los trabajadores!

¡Enfrentemos al ajuste en las calles!

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor, ingresá tu comentario
Por favor, ingresá tu nombre aquí