La misa ecuménica frente a la Basílica de Luján presidida por el Arzobispo Agustín Radrizzani y convocada por el Frente Sindical por el Modelo Nacional, tuvo una concurrencia masiva y un tono crítico de las políticas económicas y sociales del gobierno de Cambiemos.
Junto con los principales dirigentes del espacio gremial que integran el SMATA, Camioneros, la Corriente Federal de Trabajadores de la CGT y las CTA de los Trabajadores de Hugo Yasky y Autónoma (sector de Pablo Micheli), se congregaron numerosos dirigentes e intendentes del kirchnerismo y peronismo, dándole forma a un acto político-religioso de contenido opositor, con predominancia de las expresiones que integran Unidad Ciudadana.
El gesto político dado por la Iglesia Católica con esta misa con la consigna “Paz, Pan y Trabajo”, impensable sin la autorización previa del Vaticano, provocó la ira de los editorialistas de los principales medios hegemónicos. Claro está, el quiebre entre Mauricio Macri y el Papa Francisco dio un nuevo salto con esta acción política, que perfila a la Iglesia como aliada semi-pública en la gestación de un dispositivo político electoral con la impronta de Kirchner para enfrentar al macrismo en las elecciones presidenciales de 2019. No desconocemos, a su vez, la participación de sectores del movimiento obrero que genuinamente y con vocación unitaria participaron de la convocatoria en pos de nutrir una concentración en contra de la política de ajuste del gobierno, pero desde nuestro punto de vista, la imprescindible unidad de acción no se desarrolla siempre a como dé lugar, sólo guiados por el criterio de convocatoria o masividad, independientemente de la naturaleza, composición y objetivos de cada hecho político o social.
Desde Venceremos – Partido de Trabajadorxs no fuimos parte de la convocatoria ni llamamos a participar de la misma, por diversos motivos. Caracterizamos que la homilía ecuménica, al no trazarse objetivos de lucha (por su propio carácter) lejos de reforzar posiciones de lucha de la clase obrera en general, tuvo como excluyentes beneficiarios, en el plano político-partidario, a los sectores del peronismo que apuntan a reagruparse en torno al liderazgo de CFK; y a nivel institucional a la misma Iglesia Católica que con este hecho de masas se sitúa en el centro del escenario político nacional, robusteciendo su papel en la contención y administración de una crisis económica que sigue su curso y anticipa fuertes convulsiones sociales y políticas.
Desde ya, adquiere una gravedad adicional que esta legitimación del papel institucional de la Iglesia Católica se dé a una semana de finalizado el multitudinario Encuentro Plurinacional de mujeres, lesbianas, trans y travestis que tuvo lugar en Trelew, cuando la jerarquía católica fue el principal factor de presión superestructural para la derrota en el Senado del proyecto de legalización del aborto. Para las principales conducciones sindicales convocantes a Luján -básicamente su fracción cegetista dirigente-, este posicionamiento no aparece contradictorio ya que de hecho se pronunciaron a favor de la continuidad de los abortos clandestinos al momento de debatirse la ley en el Congreso de la Nación; pero para la lucha por conquistar ese urgente derecho tan acuciante para las mujeres trabajadoras y personas con capacidad de gestar, esta capitalización política de la Iglesia Católica resulta completamente negativa ya que amplía y actualiza su influencia política sobre crecientes sectores del movimiento social y político, que continuará desenvolviéndose con el mismo carácter oscurantista y reaccionario. No por casualidad, la dirigente judicial y diputada de Unidad Ciudadana, Vanesa Siley, que llamó a llevar pañuelos verdes a Luján, lo omitió prudentemente en su atuendo a la hora de leer la “Oración por la Patria”.
Por el contrario, desde Venceremos nos pronunciamos tanto por la separación de la Iglesia del Estado como por combatir su injerencia en la vida de las organizaciones de trabajadores y trabajadoras, batalla política que damos sobre la base del estricto respeto a las creencias particulares que pueda tener (o no) cada trabajador/a.
Enfrentar lo que viene
El miércoles 24 el macrismo enfrenta una jornada clave al intentar aprobar en el Congreso el Presupuesto de hambre y miseria que acordó con el FMI. El conjunto de la clase trabajadora y el pueblo se juega allí una batalla fundamental para quebrar el brutal plan de ajuste de Macri y Lagarde que descarga sobre nuestras espaldas los costos de una crisis económica que sigue en curso, sin expectativas de resolución.
Desde Venceremos planteamos como prioridad política en la actual coyuntura la derrota en las calles el ajuste antiobrero y antipopular de Cambiemos y planteamos con ese objetivo la más amplia unidad de acción para la lucha, con iniciativa y perfil político propio, con todos los sectores sindicales, sociales y políticos dispuestos a salir a la lucha con ese objetivo común.
De cara al 24 redoblamos nuestra apuesta a confluir en la lucha con todos los sectores de la clase trabajadora dispuestos a impedir en las calles que el ajuste de Macri y el FMI se imponga sobre nuestro pueblo.

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