che guevara

La evocación de la caída en combate del Che, para ser congruente con su legado, cada vez que la hacemos, debe vincular su legado histórico con la actualidad. De sus múltiples aportes a la causa universal del socialismo, es muy difícil omitir alguno. Si en su momento caracterizó al imperialismo como el enemigo de la humanidad, constatamos que conserva toda su vigencia. Si en aquellos años, la invasión norteamericana a Vietnam dominaba la situación mundial, la derrota que le infligió el pueblo vietnamita, hizo que el imperialismo modificara sus formas de intervención armada, pero no su belicismo. Hoy, la violencia guerrerista se expande en Asia, África y Nuestra América. Las bases militares de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia pueblan casi todo el planeta. Medio siglo después de la caída del Che, el capitalismo que ha reconquistado territorios y desarrollado revoluciones tecnológicas fabulosas, provoca crisis económicas cada vez más frecuentes, que incentivan sus mecanismos de saqueo y explotación. Esas crisis no solo afectan al mundo dependiente y neocolonizado, sino a las propias metrópolis imperialistas. En sus análisis de la economía de la entonces Unión Soviética, el Che esbozaba la crítica a lo que consideraba un rumbo equivocado de quienes reproducían las armas melladas del capitalismo. Medio siglo después, sus pronósticos se confirmaron. El capitalismo fue restaurado en Rusia y China en diferentes caminos de retroceso. Hoy, esos países compiten en rivalidades, guerras comerciales y en disputas por zonas de influencia con las antiguas potencias imperialistas. Pero no en los términos de lo que se llamó “el conflicto Este-Oeste” sino en el terreno de la feroz competencia capitalista. En su último Mensaje a los Pueblos en 1967, el Che interpelaba a la entonces Unión Soviética y China por su conducta frente a la agresión imperialista a Vietnam. Esa crítica premonitoria se confirmó. Pero no ocurrió el “fin de la historia” que pretendían los fantasiosos ideólogos del imperialismo. Tampoco desapareció el imperialismo como pronosticaban otros ideólogos con pretensión de izquierdista post-marxistas. Los pulpos financieros de Wall Street, Londres y otros centros, los fondos buitre y los “paraísos fiscales” diseminados, más la maquinaria bélica retroalimentada por los complejos militar-industriales siguen siendo los sistemas nerviosos y circulatorios de un régimen que incrementa las injusticias en un mundo plagado de miseria y hambrunas, amenazado por catástrofes ecológicas y el desastre climático, resultado de la irracionalidad del capitalismo.
El legado del Che se reactualiza también en su ejemplo. Aquí y allá, las formas políticas del capitalismo se reflejan en la generalización de la corrupción que corroe las instituciones de todo tipo. Presidentes, ministros, grandes empresarios, diputados y magistrados judiciales desfilan por los mismos tribunales del sistema: un retrato de las burguesías gobernantes. También vemos – cómo no señalarlo –algunos veteranos que en algún momento adhirieron y se jugaron por ideales revolucionarios inspirados en el Che, que hoy son la contracara de lo que dijeron ser. El Che encarnó como pocos la conducta y coherencia del político revolucionario, capaz de indignarse por la bofetada que recibía un oprimido en cualquier lugar de la Tierra, capaz de jugarse por un proyecto emancipador. El Che fue un internacionalista proletario de los que hoy no abundan. Como contraste, presenciamos brotes de chauvinismos y nacionalismos que estimulan falsas supremacías para reproducir la explotación y la sumisión.
El Che fue un teórico polémico y un realizador práctico de ese programa de construcción del socialismo. Hoy día, de una y mil formas, el capitalismo sobrevive y sus teóricos (liberales clásicos neoliberales, desarrollistas y reformadores, progresistas y neopopulistas) sostienen que frente a este sistema, “no hay alternativas”. Medio siglo después, nos embanderamos en el pensamiento del Che, enarbolando su estrella roja y con el puño en alto, reivindicamos su vigencia, sintetizada en su consigna: Revolución Socialista o caricatura de revolución.

*Colaboración de Abel Bohoslavsky, 8 de octubre de 2018

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