Cómo seguimos la gran marea verde

Por Suyai Lutz

El pasado 8 de agosto fue un punto de síntesis de una lucha histórica, que este año encontró a distintas generaciones enlazadas en el pañuelo verde, una demostración del enorme avance de la lucha feminista en nuestro país que se condensó en intensos meses de campaña por la interrupción voluntaria del embarazo.

A espaldas de dos millones de personas frente al Congreso y muchísimas más a lo largo y ancho del país, 38 senadorxs -de todos los bloques políticos- representantes de los sectores más retrógrados de nuestra sociedad, y con el fuerte lobby de las Iglesias Católica y evangelistas haciéndose sentir, nos negaron una vez más el derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo.

Por ello, un punto central entonces del balance consiste en identificar claramente a quiénes pretenden arrebatarnos nuestros derechos: la Iglesia Católica -sin negar el rol que juegan otras iglesias- que desde hace siglos ejerce y promueve la opresión a las mujeres y disidencias. Por ello debemos apuntalar todas las acciones que promuevan una efectiva y real separación de la Iglesia del Estado, que es, a su vez, una tendencia creciente entre les jóvenes. La remoción de los objetos religiosos en las facultades durante la rebelión educativa fue una expresión contundente de este proceso.

A su vez, el 8A evidenció todas las limitaciones de esta democracia representativa, con el Senado como uno de sus órganos más conservadores. Ante ello, debemos multiplicar la organización popular desde abajo y en las calles y en el debate público, en un claro ejercicio de poder popular en donde las mayorías tomamos el protagonismo para conquistar nuestros derechos. Además, la inclusión del derecho al aborto en los programas de los partidos políticos será una vara ineludible para evaluar quiénes acompañan realmente al movimiento de mujeres y disidencias. En este sentido, la izquierda ha sido el único bloque consecuente que históricamente incluye esta reivindicación entre sus puntos más destacados.

En estos meses de lucha, les jóvenes jugaron un rol fundamental y se foguearon en una primera experiencia, para aprender y prepararse mejor para las luchas venideras. Es imprescindible fortalecer la organización de esa nueva y amplísima camada de feministas y activistas disidentes. Lejos de esperar al 2019, debemos reforzar la organización y la lucha popular desde ahora.

Al mismo tiempo, la lucha por el aborto legal logró una articulación federal que debemos profundizar. Sin duda es ineludible el papel que jugó la Campaña por el Derecho al aborto en este proceso, experiencia que reivindicamos como un marco de coordinación unitario de distintos espacios y fuerzas. Pero también otros países como Chile, México, Colombia, retomaron el ejemplo del nuestro para impulsar sus propias luchas.

Fortalecer los vínculos y la coordinación para intercambiar experiencias y desarrollar estrategias comunes es uno de los desafíos que tenemos por delante para unir fuerzas contra el lobby de los partidos patronales y la Iglesia en toda América Latina.

Sigamos construyendo más poder popular, para arrancar nuestro derecho al aborto legal y para conquistar todas nuestras reivindicaciones. ¡Por una América Latina feminista y socialista, que cambie todo lo que deba ser cambiado!

Quien se opone a la educación sexual defiende las violaciones y embarazos no deseados

 Por Violeta “Tana”Ayles Tortolini

Antiderechos al ataque

Durante el tratamiento del proyecto de ley por el derecho al aborto, los autodenominados grupos “pro-vida” –que en honor a la verdad, son “antiderechos”- se opusieron e hipócritamente hicieron hincapié en la educación para prevenir embarazos no deseados.

Durante el plenario de comisiones que dio dictamen favorable a reformas necesarias en la Ley de Educación Sexual Integral (ESI), fueron a rezar y gritar barbaridades.

¿En qué consiste la reforma?

El dictamen aprobado el 5/9 en plenario de comisiones de Diputadxs estipula una reforma sobre la Ley 26.150 de ESI (sancionada en 2006). Los principales puntos son:

-Su jerarquización como norma “de orden público” (es decir, de aplicación obligatoria y no según adhesión de las provincias) y el sustento científico y laico que deben tener los contenidos.

-Incorpora legislación aprobada con posterioridad a su sanción, como la de Identidad de Género, Erradicación de la violencia contra las mujeres, Parto humanizado, Matrimonio igualitario, Prevención y sanción de la trata.

-Incluye los contenidos de ESI en la currícula, eliminando la noción de “adaptación al ideario institucional y las convicciones de sus miembros”, que da lugar a que las escuelas confesionales esquiven los contenidos de la ESI.

La Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, de la que somos partícipes, apoya la reforma y además exige la inclusión del Fallo FAL y el protocolo de ILE entre la legislación marco y un artículo que garantice la formación gratuita, permanente y en servicio a lxs trabajadorxs de la educación.

La ESI es un derecho de las niñas, niños y adolescentes en inicial, primaria y secundaria, de instituciones estatales y de gestión privada. Su perspectiva integral aborda cuestiones biológicas, pero también psicológicas, sociales, afectivas, etc. Promueve el autocuidado y la detección de casos de abusos, así como la sexualidad consentida y deseada, la igualdad de género y la erradicación de la discriminación. Sus lineamientos curriculares se adaptan a cada etapa de la vida. Existen diversos cuadernos y cartillas didácticas que promueven formas creativas de trabajar los contenidos en el aula.

En nuestro país, más de 3.000 niñas menores de 15 años quedan embarazadas por año. Las cifras más altas de embarazo adolescente se producen en las provincias donde no se aplica la ESI, como Salta, Chaco y Santiago del Estero. Como denuncia la Campaña: La opción es o la pedagogía del silencio que educa en el ocultamiento y en la represión o impulsar una política pública de educación sexual integral. Este desafío es de tal magnitud que sólo puede ser asumido por el Estado.

Ante la violencia patriarcal, organización feminista

Por Mariana “La Negrita”Gerardi Davico y Maga Gargarello

Cada 30 horas una mujer es asesinada por el hecho de ser mujer. Cada 24 horas, aproximadamente 985 mujeres se practican un aborto en condiciones de clandestinidad con la incertidumbre de pagar un costo muy alto por decidir cuándo, cómo y en qué condiciones parir, gestar o NO.

El Estado nos condena a la muerte. En muchos casos nuestras condiciones de trabajo son tan precarias que día a día nos jugamos la vida. Mientras tanto las patronales nos obligan a hacer el mismo trabajo por menor salario en comparación a los varones. Ganamos menos pero trabajamos más. Llegamos a casa y debemos ocuparnos del trabajo doméstico no remunerado. A este sistema de explotación, le sirve mucho que nosotras seamos las encargadas de limpiar la casa, cuidar de niñes y adultes mayores. Sino ¿quién lo haría y a qué precio? Mejor disfrazar de amor, ese trabajo impago. Nunca quedó tan en evidencia la alianza entre el patriarcado y el capitalismo.

Pero esto no es todo. La justicia patriarcal (que libera femicidas) nos condena a la cárcel, mientras que en las calles la razzia policial no deja de hostigarnos y violentarnos. Todavía nos quedan las marcas en el cuerpo de las razzias machistas del pasado Encuentro de Mujeres en Chaco o de las balas de goma en cada manifestación para combatir los despidos y el ajuste.

El ajuste y la precarización que impulsa el gobierno son también violencia machista. El “ahorro” en áreas públicas apunta directamente a nosotras: áreas de salud y salud sexual, áreas destinadas al acompañamiento a mujeres en situación de violencia machista, la quita de presupuesto para la construcción de refugios.

 ¿Nos quieren sumisas y calladas? ¡QUE ARDA!

Sabemos de estrategias para enfrentar al ajuste, aprendimos muy bien que juntas, las mujeres trabajadoras somos poderosas, y en las calles somos imparables. Tenemos varias tareas por delante: terminar con los gobiernos de hambre para vivir una vida libre de violencia y explotación capitalista y patriarcal. Y para eso hay que seguir forjando nuestros lazos de unidad en la diferencia, pero compartiendo este objetivo claro. Sabemos que la salida no es un “capitalismo serio” o la mejor administración de los recursos del Estado. Se trata de cambiarlo todo de raíz. Y las raíces las forjamos en las calles, en los planes de lucha feministas, en las asambleas piqueteras de mujeres, en cada debate en torno a caminos a seguir.

Más combativas que nunca, vamos por todo. ¡A crear poder popular y que el capitalismo y el patriarcado ardan!

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