Los Movimientos Sociales vienen protagonizando durante los últimos meses importantes y sostenidas jornadas de lucha para enfrentar los planes de ajuste del gobierno y del FMI que golpean principalmente los bolsillos de las y los trabajadores precarizados y desocupados. Ante una situación social y económica cada vez más adversa para nuestro pueblo, se impone seguir en las calles en unidad de acción con todos los sectores dispuestos a dar batalla para que se vayan el FMI, Macri y todo su gobierno de ricos.

Un ajuste que pega más a las y los de abajo Bajo el gobierno de Cambiemos, asistimos en el país al constante crecimiento de los índices de pobreza, indigencia, pérdida del empleo, tarifazos en servicios públicos y transporte, aumento de la canasta básica y pérdida del poder adquisitivo. En el segundo semestre del año, la tasa de desocupación trepó al 9,6% siendo la más alta en los últimos 12 años. Desocupación que impacta más en mujeres y jóvenes.

Efectivamente, el país atraviesa una crisis económica y social que se agudiza y que profundizará ese rumbo si no hay un cambio de modelo económico que debe comenzar con el rechazo al acuerdo con el FMI y la suspensión del pago de la deuda. Sin embargo, en la crisis no todos pierden. Algunos pocos grupos se enriquecen con la compra de dólar futuro o de Lebacs en la timba financiera, mientras millones de familias a lo largo y ancho de nuestro pueblo ven empeorar sus condiciones de vida. Es allí donde el rol de los Movimientos Sociales viene cobrando un lugar fundamental como herramienta de organización y lucha de las y los precarizados y desocupados del país.

Hay un sector, el del trabajo informal, del que poco nos dicen las estadísticas oficiales. La situación de quienes viven de la changa, del trabajo de la tierra, de la producción y el trabajo en las cooperativas también ha empeorado notablemente. Una situación que desde el gobierno dicen reconocer y que se traduce en el supuesto aumento de políticas de asistencia social y alimentaria pero que son absolutamente insuficientes, mientras no haya políticas de generación de trabajo genuino y con todos los derechos y mientras se sigan implementando políticas de recortes estructurales que -como la eliminación del Ministerio de Salud por poner solo un ejemplo- tienen un fuerte impacto sobre los sectores más pobres.

A un ritmo inflacionario anual superior al 40%, sumado a la devaluación del peso que impacta en el precio de los alimentos, un bono de emergencia de $1200 en la AUH se pierde como arena entre las manos. Ni hablar de las facturas de luz o gas de hasta $6000 que tiene que pagar un trabajador/a cuyo único ingreso muchas veces son los $5500 de los programas de trabajo. En este contexto, los comedores y merenderos comunitarios impulsados con esfuerzo y dignidad por las organizaciones sociales reciben cada vez más familias.

Plan de lucha y presencia en las calles

Como respuesta a la profundización de la crisis, y con el objetivo de expresar un rotundo rechazo al acuerdo con el FMI, los Movimientos Sociales acordaron un nuevo plan de lucha nacional que se desarrolló durante el mes de septiembre. El espacio que vienen coordinando el Frente de Organizaciones en Lucha (FOL), FPDS, CTEP, Barrios de Pie y la CCC, desarrolló una serie de acciones sostenidas donde pusieron en agenda las principales reivindicaciones del sector.

La primera semana hubo movilizaciones a los centros de ANSES en todo el país para exigir un aumento de emergencia en la AUH, asignaciones familiares, pensiones y jubilaciones como así también para las y los beneficiarios de programas como Hacemos Futuro y el Salario Social Complementario. El miércoles 12, bajo las consignas “Fuera el FMI. Basta de hambre”, instalaron 1000 ollas populares en distintos puntos del país y en la Ciudad de Buenos Aires con un acto multitudinario sobre Avenida de Mayo y 9 de julio. En esa jornada, también se volvió a exigir el tratamiento legislativo de las 5 leyes del sector: Emergencia Alimentaria, Infraestructura Social, Agricultura Familiar, Integración Urbana y Emergencia en Adicciones. El reclamo por los tarifazos en los servicios públicos también tuvo su lugar con movilizaciones a la Secretaría de Energía para exigir la retracción de las tarifas a valores de diciembre de 2016, una tarifa social acorde para el sector y para los centros comunitarios.

El plato fuerte se dio en el marco del paro general de 24 y 25 donde los Movimientos Sociales acordaron darle un carácter activo y con protagonismo en las calles. El día lunes, la concentración fue en el Puente Pueyrredón con la intención de realizar un acto allí y movilizarse luego hasta la Plaza de Mayo para empalmar con el acto que se realizó allí junto con distintos gremios y la dos CTA´s. A pesar del desmedido despliegue de las fuerzas represivas de la Prefectura y la PFA, que impidieron el avance de las columnas durante más de 3 horas, con firmeza se logró llevar adelante la movilización y el acto. Se destaca la denuncia de los movimientos más combativos como el FOL al Presupuesto presentado en el Congreso para 2019 señalando que está hecho a medida de las exigencias del FMI y cuenta con la complicidad de los gobernadores provinciales. Un Presupuesto que implica un recorte en los recursos destinados a educación, salud y cultura. Como contracara, se realiza un incremento en los fondos destinados al pago de la deuda y a las áreas de Defensa y Seguridad. Es que el ajuste no cierra sin represión. Al respecto, nuestra compañera Marianela “Pini” Navarro, referente del FOL, afirmó en el acto que “a este gobierno le vamos a poner un freno porque hemos aprendido que, a lo largo de la historia, todas las conquistas del movimiento obrero se consiguieron en las calles”.

Durante el paro general del día martes, las y los compañeros del FOL le dieron carácter activo con piquetes y cortes de ruta en distintos puntos de la provincia de Buenos Aires, Rosario, Córdoba y Neuquén, entre otros.

La lucha en las provincias

A lo largo del país, las familias trabajadoras más humildes le ponen el cuerpo al trabajo en sus distintas actividades y luchan contra el abandono del Estado. Un ejemplo de ello es la lucha de las y los tareferos de Misiones por la ampliación de beneficiarios/as del bono interzafra, un aumento del mismo y el incremento del precio que se paga por el kilo de hoja para yerba mate. Este reclamo había llegado hasta las puertas del ex Ministerio de Trabajo de la Nación y a Plaza de Mayo con un gran yerbatazo. En Santiago del Estero, hay pueblos enteros que no acceden al agua potable pero que con la lucha y organización han podido conseguir obras para su potabilización como en el Caburé. En la localidad de Castelli, provincia del Chaco, cientos de familias producen artesanías para subsistir, las que muchas veces sólo pueden intercambiar por fruta que les ofrecen comerciantes extorsivos. La necesidad de alimentos y de leche para las y los niños es acuciante; como en tantos otros lugares del norte argentino. En Rosario, las y los trabajadores precarizados de las cooperativas han logrado coordinar acciones de lucha con piquetes en todo el cordón industrial con gremios y centrales del movimiento obrero ocupado ante despidos en Fabricaciones Militares de Fray Luis Beltrán.

Unidad de acción con independencia política

Como venimos resaltando en esta prensa, los Movimientos Sociales vienen cumpliendo un rol protagónico en esta etapa. No sólo como herramienta organizativa de todo un sector desprotegido y arrojado a su propia suerte por las políticas del gobierno; si no por su presencia en las calles para denunciar y enfrentar el ajuste.

En este andar, espacios con diferencias en la perspectiva política han logrado coordinar las luchas del sector para golpear de conjunto contra las políticas de ajuste. En este sentido, organizaciones como el FOL, con identidad anticapitalista y clasista, han podido confluir en unidad y a la vez delimitarse e intervenir en temas como la legalización del aborto, la complicidad de otros sectores políticos en los planes de gobierno, la necesidad de permanecer y ganar las calles o la exigencia del trabajo genuino con todos los derechos. En este sentido, desde Venceremos -Partido de Trabajadorxs- destacamos la táctica de unidad de acción desarrollada por el sector de los Movimientos Sociales y, por el contrario, discrepamos con las posiciones que privilegian la delimitación política y la crítica permanente por sobre las reivindicaciones sectoriales en momentos donde necesitamos de la más amplia unidad y presencia en las calles para derrotar el ajuste del gobierno y el FMI. Dichas posiciones no hacen más que aislar a un sector de las y los trabajadores precarizados y desocupados de la conquista de sus reclamos. Al mismo tiempo, las y los trabajadores debemos tomar la tarea de construir una alternativa política de izquierda, feminista y socialista que se oponga a los partidos patronales del sistema.

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