La experiencia política del MIR durante el gobierno de la Unidad Popular en Chile en la década del 70 reviste muchas particularidades que pueden contribuir a pensar una verdadera política revolucionaria en un contexto democrático y las tácticas de acumulación política para un proyecto anticapitalista.

El 4 de septiembre de 1970 se produjo un evento sorpresivo para la coyuntura latinoamericana. La Unidad Popular, una coalición de partidos de izquierda y de centro encabezados por el Partido Comunista y el Partido Socialista, obtenía la primera minoría en las elecciones para presidente. El candidato de izquierda era Salvador Allende, quien se había presentado ya en otras 3 ocasiones sin haber podido triunfar. En esta oportunidad, favoreció la división entre los partidos patronales que presentaron dos candidaturas alternativas expresadas en Jorge Alessandri (candidato independiente) y  Radomiro Tomic (Democracia Cristiana). De esta manera, el electorado quedó dividido en tercios, lo que permitió que la UP, en medio de un contexto de creciente movilización social, triunfara por un estrecho margen. La propuesta de la Unidad Popular fue conocida como la “vía chilena al socialismo” o “vía pacífica”. La misma se proponía realizar transformaciones estructurales a partir de reformas realizadas por mecanismos institucionales, que permitieran llevar a Chile hacia el socialismo.

Sin embargo, no toda la izquierda se había alineado con la UP. El Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) fundado en agosto de 1965, a partir de la unificación de diversos grupos, algunos de los cuales se identificaban con la Revolución Cubana, planteaba que la vía para llegar al socialismo era una vía revolucionaria no electoral. Su principal dirigente Miguel Enríquez, joven médico proveniente de Concepción, que en 1967 se convertiría en su Secretario General, proponía construir un proyecto revolucionario para Chile disputando la orientación de las masas frente a los partidos reformistas.

Durante sus primeros años, el MIR se dedicó a tratar de amalgamar los grupos que confluyeron, así como a desarrollar su estructura a nivel nacional y a lograr una inserción en los “frentes de masas” a partir de la radicalización de la lucha social. Para la coyuntura en la que triunfa la Unidad Popular, el MIR era una organización pequeña todavía, pero que decidió a partir de mantener su independencia política, desarrollar una estrategia alternativa. En 1970, el MIR se plantó con una idea clara frente a la victoria electoral de la UP: “acceder al gobierno, no es tener el poder”. Esta noción se fundaba en la caracterización del Estado en Chile como un Estado capitalista controlado por la burguesía que no iba a permitir gobernar a Allende y desarrollaría todas las trabas posibles para que su gobierno fracase. Sin embargo, entendía a la vez que Allende expresaba los intereses legítimos de los sectores populares. La definición del MIR fue la de mantener un “apoyo crítico” al gobierno de la UP. Por otro lado, caracterizaba que el resultado electoral postergaba hacia adelante el enfrentamiento directo entre la clases sociales, lo que entendía, abriría una verdadera etapa pre revolucionaria.

Para alcanzar sus objetivos, el MIR se propuso desarrollar una “fuerza social revolucionaria” que pudiese enfrentar al poder de la burguesía pero que a la vez pudiese dar la disputa frente a la política reformista que impulsaba el gobierno. La conformación de esta fuerza social se iría logrando a partir del desarrollo y confluencia de los “frentes de masas”, establecidos por sujetos sociales específicos como las y los campesinos, los y las estudiantes, las y los pobladores y los y las trabajadoras. Para lograr dicha acumulación con una orientación revolucionaria, desarrolló herramientas intermedias para estos frentes que permitieran generar niveles de organización y politización diferente al partido, pero que superaran la lógica economicista del movimiento social por medio de las “plataformas de lucha”.

Tal como el MIR vaticinó, la derecha se lanzó a la contraofensiva poco tiempo después, con el objetivo de desestabilizar al gobierno de la UP. Un momento crucial fue el paro patronal de octubre de 1972, que generó desabastecimiento a partir de la idea de que el descontento popular generaría una crisis política. Sin embargo, a partir de este hecho se conformaron diferentes organizaciones de la clase que permitieron mantener la producción y el abastecimiento, gestando la resistencia a la derecha por parte de las y los trabajadores. Las comunidades se apropiaron de las Juntas de Abastecimiento de Control y Precios, que permitían luchar contra el alza de los precios y el mercado negro. Los Comandos Comunales de pobladores o campesinos articulaban territorialmente y controlaban en la práctica algunas zonas. Pero la más paradigmática de estas expresiones fueron los “cordones industriales”. Estos se conformaban a partir de la articulación de trabajadores y trabajadoras de diferentes fábricas de una misma región que colaboraban para mantener la producción frente al lock out patronal. La perspectiva de coordinación superior de estas formas en los “comandos comunales de trabajadores” es lo que daba fundamento al poder popular.

Estas formas organizativas para el MIR eran claves porque recuperaban la experiencia rusa de 1917, adaptada a las características de la lucha de clases en Chile. Esta concepción soviética era la que intentó desarrollar el MIR para generar las condiciones de un doble poder que inclinara la balanza a favor de la revolución. El intento por generar ese carácter “autónomo” de la organización de las masas entró en tensión con la estrategia del propio gobierno de la UP, que ofrecía una salida pactada con la derecha, ya jugada al derrocamiento de Allende. La experiencia del poder popular fue posible a partir de la movilización independiente de las y los trabajadores. Sobre esta concepción, las diferentes organizaciones políticas intentaron dirigirlas y orientarlas. Desde el lado del PCCh, la intención fue convertirlas en un apéndice del gobierno. Para el MIR, eran los organismos de una verdadera estrategia revolucionaria de confrontación con la burguesía.

Finalmente, las fuerzas armadas darán un golpe de Estado el 11 de septiembre de 1973. La desorientación y la creencia de que las fuerzas armadas iban a respetar el orden democrático llevaron a la UP a un callejón sin salida sin poder prepararse para responder el ataque. El bombardeo al palacio presidencial de La Moneda acabaría con la vida de Allende. El MIR intentó confluir con otros partidos y sindicatos para enfrentar a los militares, pero sin contar con una coordinación unificada, ni una fuerza militar propia de envergadura, la respuesta fue insuficiente.

Pese al desenlace trágico, las formas de lucha y las tácticas desplegadas por el MIR ameritan una profunda reflexión y una necesaria apropiación como parte de un acervo estratégico que nos permita proyectar la construcción de una alternativa de poder para la clase trabajadora. La concepción de fuerza social revolucionaria y de poder popular como forma de autoorganización de la clase y germen de acumulación de poder tienen que servirnos para desarrollar nuestras propias estrategias revolucionarias. Teniendo siempre en cuenta que ningún proceso se repite de manera idéntica, pero sabiendo asumir que las luchas pasadas nos nutren para las luchas en el presente.

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