Manifestantes celebran la aprobación de un proyecto de ley que legaliza el aborto en la Cámara de Diputados en Buenos Aires, el jueves 14 de junio de 2018. (AP Foto / Jorge Saenz)

Las jornadas del 13 y 14 de junio ya son parte de la historia, esta vez, escrita por nuestro puño. Mujeres, disidencias y el feminismo organizado dimos una batalla importantísima en las calles que logró la media sanción en diputados, a favor de la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo. El próximo 8 de agosto nos espera una nueva jornada que nos convoca otra vez a estar en las calles con toda la experiencia acumulada de tantos años de lucha no sólo por nuestros derechos, sino también para seguir demostrando que organizadas somos poderosas.

La emoción aún nos recorre el cuerpo. Apenas comenzado el jueves 14, miles y miles (y miles más) de mujeres y disidencias, lloramos de alegría, gritamos, festejamos imparablemente. Logramos lo impensado hasta hace poco: no sólo la apertura del debate en el Congreso, sino la media sanción en Diputados de la legalización del aborto.

Y lo logramos nosotras, todas nosotras, desde las más antiguas hasta las más pibas, organizadas en las calles con nuestras mochilas cargadas de tantos años de lucha, de juntarnos, de compartirnos pañuelos, experiencias, tejiendo lazos en diferentes puntos del país, delineando estrategias en cada Encuentro Nacional de Mujeres, para fortalecer nuestros pasos.

Tantas veces ideamos cómo sería ese momento, donde el más amplio arco de organizaciones que confluimos en el feminismo y el movimiento popular, lograríamos dar un avance tan claro como éste. Tantas veces mencionamos e hicimos praxis sobre la indispensable lucha en las calles, bregando por una unidad de acción clara, manteniendo nuestra independencia política, pero hoy aquí no hace falta pensar en cómo sería ese momento, porque lo logramos nosotras: las mujeres, lesbianas, bisexuales, trans y travas organizadas.

Somos nosotras (y también nosotres) las que levantamos una nueva oleada feminista que nos desprende la tarea urgente de organizarnos conscientemente cada día, para que de esta experiencia no nos quede solo la espuma, sino ese cambio verdadero por el que luchamos.

Una batalla contra el poder político y clerical

El triunfo en la Cámara de Diputados desprende algunos puntos a señalar. En primer lugar nos encontramos en un contexto donde las mujeres y disidencias comenzamos a dar cuenta de varios años de acumulación y organización (como pocos sectores pueden demostrar hoy en día). Y este entrelazado no sólo se visibiliza en nuestro país, sino a nivel continental.

En un periodo donde la derecha capitalista y patriarcal avanza sobre nuestros países, las mujeres y disidencias de toda América Latina se levantan para enfrentar al poder político y clerical. Jornadas como las del 3 de junio o incluso, el mismo 13 de junio, dan cuenta de que debemos seguir extendiendo los lazos violetas combativos en todo el continente.

Por otra parte, es indispensable tomar dimensión de que el movimiento de mujeres, disidencias y el feminismo en general, nos componemos en la más amplia heterogeneidad y aún así logramos la constancia y la fuerza no sólo para batallar hacia las bancas del parlamento, sino también para forjar niveles de compromiso social de gran masividad a un punto donde no sólo la lucha es por la legalización del aborto, sino que también cuestiona a un entretejido social que está en jaque: la supremacía de un género por sobre otros a base de violencia patriarcal, el ejercicio de las violencias machistas, la criminalización a manos de un Estado patriarcal, capitalista y sus gobiernos misóginos, son parte de una realidad que se cuestiona y se combate.

Como otro aspecto, es destacable el componente de trabajadoras que impulsamos los métodos de nuestra clase: fuimos nosotras, las mujeres y las disidencias las que impulsamos el primer paro nacional al gobierno de Macri, las mismas protagonistas del Primer Paro a nivel internacional, las que llenamos las calles de todo el país bajo la consigna “Ni Una Menos”, las que hicimos mover las columnas de las centrales sindicales el último 8 de marzo, las mismas que componemos esas grandes columnas de todos los barrios del país el 1º de junio en la Marcha Federal y las que estuvimos presentes en las primeras filas de todos los cortes el último 25 de junio en el marco del Paro General. Y estos momentos no son menores ni aislados, sino que dan cuenta que somos sujetas históricas, protagonistas, parte de nuestra clase trabajadora, que vivimos opresiones y formas de explotación exclusivas por ser mujeres o disidentes.

En este sentido, rescatamos que nuestro carácter de clase y feminista nos aclara bastante bien las distribuciones de poderes e intereses: la batalla voto a voto que se dio en Diputados se ganó desde las calles agrietando a la mayoría de los bloques políticos que finalmente votaron (a excepción del FIT) divididos. Y más allá de algunos discursos emotivos, de algunas tesis sobre “estamos todxs del mismo lado a pesar de las diferencias políticas” sabemos muy bien, que nada tenemos que ver con las manos que se levantaron a favor de nuestro proyecto y que fueron las mismas que votaron la reforma previsional y garantizaron el ajuste y la feroz represión, no sólo de este gobierno sino también de los anteriores.

Esta media sanción no es el gesto inocente de aquellxs diputadxs que tuvieron que hacer pública la terrible realidad de las mujeres y disidencias obligadas a la muerte o a la cárcel por abortar en la clandestinidad. Y nuestra confianza y firmeza no se basa en la “solidaridad” oportuna de los bloques, sino en nuestras fuerzas organizadas. Es esta base la que logró desarticular la maniobra dilatoria que se propuso Gabriela Michetti (vicepresidenta de la Nación) tras su reunión con representantes del Episcopado, donde participaron también referentes del PRO como Esteban Bullrich y Federico Pinedo, junto con Guillermo Snopek (PJ) y Silvia Elías de Pérez (UCR).

En un claro mensaje a favor de la postura de la iglesia católica, que hace tan solo unas semanas a través del Papa Francisco nos calificó como nazis pero de guante blanco, la vicepresidenta dispuso que el proyecto con media sanción no sólo ingrese a las comisiones de Salud y Justicia y Asuntos Penales, sino también a las de Asuntos Constitucionales y Presupuesto, cuyo único vínculo con el debate es que son presididas por férreos senadores que están a favor del aborto clandestino.

Tras las jornadas de pañuelazos federales impulsadas por la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, se conocieron las fechas definitivas para el debate en el recinto: 1º de agosto para el dictamen y 8 de agosto para el tratamiento en el recinto del Senado.

Luchar con la compañera le gusta a usted: organizarnos en todas partes

Sin dudas el debate en Senadores será otra jornada histórica donde debemos apostar y esforzarnos para repetir una convocatoria multitudinaria, masiva y persistente. ¡Que nuestros espacios de estudio y trabajo no se queden callados! Llevemos nuestra campaña política de cara al 8 de agosto, donde podamos no sólo compartir la urgencia de nuestro derecho sino también el aprendizaje de que las conquistas se arrancan en las calles.

Es indispensable el ejercicio de espacios de debate y reflexión abiertos: para realizar balances sobre las jornadas vividas en junio pero también para prepararnos hacia el 8 de agosto. Compartamos masivamente formas de organizarnos, experiencias y saberes. Derribemos mitos y dudas. ¡Que el debate en Senadores nos encuentre con más cuerpas en las calles, dispuestas a la lucha!

Que nuestros espacios de estudio también sean terreno de batalla: organicemos en las universidades, terciarios y secundarios, jornadas de balance, debate, organización y movilización. Que todas las instituciones se declaren a favor del aborto legal, seguro y gratuito. Redoblemos esa fuerza de todas las pibas y les pibes que se hicieron fuertemente presentes, durante todas las jornadas no sólo por la legalización del aborto, sino también en los Encuentros de Mujeres, en los Paros de Mujeres y disidencias y en las movilizaciones por “Ni Una Menos”. Continuemos forjando experiencia de lucha en la juventud, sujetas protagonistas indispensables en esta lucha.

¡Sigamos luchando por la implementación de la ley de Educación Sexual Integral!

Que nuestros espacios de trabajo también se tiñan de verde, al igual que cada movilización, paro o asamblea. Que nuestras voces como trabajadoras se escuchen: no sólo vamos por la legalización del aborto, sino que exigimos reincorporación de nuestras compañeras despedidas. Basta de ajuste y despidos. Basta de violencia económica hacia nosotras.

Exijamos un Estado laico: que se deje de subvencionar millonariamente a la iglesia católica y a cualquier institución religiosa (que han demostrado ser excelentes protectoras de abusadores) mientras que se ajusta a espacios de prevención y atención a mujeres en situación de violencia.

Exijamos el cupo laboral trans/travesti, exijamos trabajo digno y vida digna. Desarrollemos planes de luchas en cada distrito, localidad, espacio de estudio o trabajo, para denunciar el recorte, el ajuste y la precarización sobre nosotras. ¡Sigamos exigiendo la emergencia en violencia de género!

Exijamos el derecho a decidir sobre nuestras cuerpas, con todas las fuerzas de la historia. Movilicemos las calles, los puentes, los centros de estudio, de salud, los espacios de trabajo, los sindicatos. Que tiemblen las burocracias, que tiemble el poder político, que tiemble la iglesia y el parlamento.

En la calle serán nuestras victorias, y no será solamente para nosotras, sino para todas las mujeres y disidencias de nuestra clase trabajadora. Organicemos un feminismo de clase, dispuesto a revolucionarlo todo.

¡Arriba compañeras! ¡Es hora de vencer!

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