Esta semana el centro porteño no solo tembló por la enorme movilización popular que precedió la victoriosa votación por la legalización del aborto, sino que a pocas cuadras de allí muchos pisos temblaron y varios directamente se derrumbaron sobre las cabezas de algunos funcionarios.

El miércoles 13/6 la FED norteamericana anunció otra suba de las tasas de interés en sus bonos (posicionándolas en el valor más alto desde 2008) y dejó entrever que estaban visualizando al menos dos subas adicionales en lo que resta del año. Esto alcanzó para que a nivel mundial, pero mucho más fuertemente en los mercados dependientes, haya una fuerte ola devaluatoria como consecuencia de la migración de los capitales especulativos desde estos países periféricos hacia los bonos del tesoro de EEUU, que tienen el menor riesgo de todo el sistema financiero mundial.

Por motivos económicos y culturales en Argentina este proceso se da de forma mucho más virulenta que en el resto de los países latinoamericanos, donde en lo que va del 2018 el real brasileño se devaluó un 13% y el peso mexicano un 5%, el peso argentino acumula una increíble suba del 44%. El día miércoles la cotización del dólar superó los $28 y generó que se disparasen todas las alarmas de los equipos económicos tanto públicos como privados.

El ángel de la Bicicleta… Financiera

Federico Sturzenegger, el hasta el jueves presidente del BCRA (Banco Central de la República Argentina), venía desde el año pasado acumulando críticas y desgaste por su manejo de la política monetaria. En pocos meses dilapidó 12.000 millones de dólares de las reservas intentando contener la suba del dólar, obteniendo un pésimo resultado ya que la divisa continuó su ascenso sin posibilidad de control estatal. Esto no solo fue originado por la inoperancia de los funcionarios macristas, sino también por una complicidad directa con los fondos extranjeros los cuales obtuvieron en pocas horas ganancias millonarias y para los cuales muchos de estos funcionarios trabajaban antes de entrar al gobierno de los CEOs. De esta forma Sturzenegger se transformó para los fondos buitres en un verdadero “ángel de la bicicleta” no por utilizar ese medio de transporte para ir a dar de comer a los niños pobres de Rosario como el querido Pocho Lepratti, sino por servir de Robin Hood invertido y colaborar para que un grupo de especuladores tanto locales como extranjeros, se roben miles de millones de pesos que el pueblo argentino tendrá que pagar por décadas.

Finalmente, y luego de haberlo ratificado hace solo pocos días, el presidente Macri decidió echar a Sturzenegger del BCRA ante un nuevo round devaluatorio donde nuevamente perdió por Knock Out, colocando al frente del banco central a Luis Caputo. Como Ministro de Finanzas Caputo se había destacado por lograr anticiparse con las colocaciones de duda internacionales aliviando parte de la crisis económica en curso, además de tratarse de un funcionario del riñón del establishment financiero con alto nivel de apoyo y contactos entre los mercados. Esto agregado a que se trata del primo hermano de Nicky Caputo, el “amigo de la vida” y testaferro de Mauricio Macri y quien en las últimas semanas viene ganando peso político en la mesa chica del presidente.

¿Qué pensará el FMI que hace poco más de una semana pasada incluyó en sus cláusulas la “independencia” del BCRA, al enterarse de que frente a ese organismo nombraron a un cuasi primo de Macri? Evidentemente hablaban de independencia de quienes quieran acotar sus negocios, ya que rápidamente se encargaron de comunicar su conformidad con los cambios realizados. El ministerio de Finanzas que comandaba Caputo no tendrá reemplazante ya que será absorbido por el ministerio de Hacienda a cargo del flamante superministro Nicolás Dujovne.

Dujovne toma el timón y el FMI le presta la brújula

Desde su inicio el gobierno macrista había definido ensayar una subdivisión de las áreas económicas que demostró falta de operatividad y capacidad técnica, además de que colaboró a que se transforme en un terreno de disputa no solo de egos sino de intereses económicos a los que representaban los diferentes funcionarios. A partir de la agudización de las dificultades económicas, se fueron dando sucesivos cambios cristalizando en la propuesta actual más tradicional de lo que es un ministro de economía, concentrando en Nicolás Dujovne todas las riendas económicas del país. La absorción del ministerio de finanzas se suma al título de coordinador económico desde el que había ya logrado tener bajo su órbita los lineamientos de los ministerios de Transporte, Trabajo, Interior, Producción, Agroindustria, Energía, Turismo y Modernización.

Dujovne fue quien encabezó la “negociación” con el FMI, donde en tiempo récord el organismo aprobó para Argentina un préstamo de 50.000 millones de dólares imponiendo las habituales condiciones de ajuste que requieren a cambio. No debería extrañar entonces que en la conferencia de prensa donde se anunciaron los cambios se comunique que el FMI estaba de acuerdo con los mismos, aunque llama la atención el descaro al decir públicamente que se trató de una “consulta” realizada el día anterior, o sea, dejando explÍcita la subordinación directa que el gobierno macrista ha definido hacia el FMI.

La tormenta perfecta y quién terminará sufriendo los chaparrones

El plan original de Macri de ocultar el efecto de los enormes desequilibrios macroeconómicos con un endeudamiento externo monumental, se ve truncado ante un fuerte cambio del contexto internacional. El repentino pedido de blindaje al FMI no sirvió como el salvavidas que esperaba el gobierno ante la tormenta internacional, sino que demostró la incongruencia de que parte del interés de Macri al recurrir al salvataje del FMI era una señal para intentar contener el dólar, y uno de los pedidos del fondo para aprobar el préstamo fue… liberar el tipo de cambio. Así llegamos a una nueva devaluación que ya dejó la divisa cerca de $30 (tal como habían pedido los sectores de la agroindustria de exportación), y desencadenó una serie de cambios en el gabinete nacional.

Las primeras proyecciones de inflación a partir de esta corrida dan que la misma podría estar por encima de 30% para este año, lo que hace palidecer aún más las paritarias del 15% que impuso el macrismo con el apoyo de la burocracia sindical. Si tomamos en cuenta que tenemos por delante una recesión probablemente mayor que la sufrida en el primer semestre de 2016, el cuadro proyecta una crisis social de proporciones, donde nuevamente el pueblo trabajador es el primero en pagar los costos.

Más allá de la sequía el sector agroexportador acaba de ver como sus ganancias en pesos aumentaron un 50% en lo que va del año, lo mismo con industrias como la petrolera, donde a la suba del barril a más de 70 dólares se le debe sumar que la devaluación ha licuado sus costos, en particular los salarios. Pero pese a estas ganancias extraordinarias en el gobierno no solo no intentaron aumentar retenciones a estos sectores, sino que incluso no cancelaron aún la baja que tenían estipulada para este año en los impuestos a la soja. La semana pasada el campo se había comprometido a liquidar parte de los dólares que tienen atesorados por las exportaciones, pero nuevamente la lluvia de dólares que le prometen a Macri luego queda en la nada cuando perciben que pueden maximizar aún más sus ganancias mediante la especulación cambiaria.

A partir de las exigencias que el FMI ha pautado con el gobierno en cuanto meta de baja del déficit, el gobierno no toma otro camino que profundizar y acelerar el ajuste, comenzando en sectores como los trabajadores estatales donde ya se han anunciado fuertes medidas regresivas. Los otros dos sectores donde probablemente se descargue esta baja es en el de los subsidios y en la obra pública. Por el lado de los subsidios no está en carpeta eliminar el financiamiento estatal a la iglesia o la educación privada, sino que continuarán con el aumento de tarifas y de transporte, agravando no solo el cuadro inflacionario sino que empeorando fuertemente las condiciones de vida del pueblo trabajador. La reciente destitución del ministro de energía Aranguren no se trata de una corrección de esta política sino al contrario, ante el desgaste sufrido por Aranguren durante su dura gestión, su reemplazo por un ignoto funcionario colabora en continuar con su política sin un blanco tan claro como lo era el ex CEO de Shell.

En el caso de la obra pública, el freno que ya ha comenzado y se agravaría de cara al presupuesto del año próximo tiene como correlato la destrucción de miles de puestos de trabajo en la industria de la construcción y un golpe para toda la cadena productiva relacionada, agravando el escenario recesivo de los próximos meses.

Como ya ha quedado demostrado en diciembre, y este mismo junio, solo será posible frenar este ataque con el pueblo movilizado en las calles, defendiendo sus derechos y exigiendo que el costo de la crisis la paguen los que la generaron.

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