Este año Argentina preside el foro internacional del G-20, el cual tendrá su 13º cumbre en la reunión de los jefes y jefas de estado durante los días 30 de noviembre y 1 de diciembre en Tecnópolis, pero que ya se puso en marcha en en diferentes reuniones entre ministros, cancilleres y empresarios de los diferentes países.

Un foro para impulsar los objetivos del capital.

Inaugurado a fines de los noventa como un Foro de Ministros de Finanzas y Presidentes de Bancos Centrales del G-7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido), el actual G-20 nació a partir de la crisis financiera del 2008, en su primera cumbre de Washington con el objetivo de reunir a los principales jefes y jefas de estado frente a la crisis económica, quienes -sin embargo- no acordaron grandes puntos sobre la economía global y volvieron a sus países para salvar a los propios bancos que generaron la gran crisis. Las restantes cumbres se focalizaron en impulsar y profundizar los Tratados de Libre Comercio (TLC) a nivel mundial, lo cual – lejos de beneficiar a las economías dependientes- implicó lisa y llanamente la liberación aduanera para el ingreso de bienes industriales y agropecuarios prácticamente sin restricción y la apertura total a las empresas trasnacionales.

A fin de cuentas, durante estos 10 años los países del G-20 (Unión Europea más Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica y Turquía) quienes representan el 85% del producto bruto global, dos tercios de la población mundial y el 75% del comercio internacional, han descargado los efectos de la crisis mundial sobre los trabajadores, aumentando la ganancia empresarial a partir de la quita de derechos fundamentales a los laburantes, seguido de la superexplotación de grandes franjas de la sociedad.

El marco político para la próxima cumbre dista mucho de los objetivos primarios del G-20. Muestra de ello es la administración Trump que ha bloqueado los Acuerdos Transpacífico y con la UE (TPP y TTIP), el Brexit, el auge de los nacionalismos y separatismos, al tiempo que tanto Rusia como China han aumentado su potencia en la economía global e incidencia la geopolítica actual. Este escenario se evidenció en el fracaso de la pasada cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OMC) desarrollada en Buenos Aires donde por oposición de EE.UU no se acordó ni un documento final que expresara algún grado de acuerdo con el sistema de negociación multilateral. Macri fue el anfitrión de la derrota ya que no pudo ser el vocero del frustrado acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea. Todo un acierto el de Macri, “abrirse al mundo” cuando el escenario global parece querer cerrarse cada vez más.

Macri, el mejor alumno del imperialismo en Nuestramérica.

Si bien el plato fuerte del G-20 es la cumbre de fin de año, el foro incluye más de 60 reuniones previas donde los diferentes ministros discutirán los puntos fundamentales de las 3 prioridades establecidas del foro: el futuro del trabajo, la infraestructura para el desarrollo, y el futuro alimentario sostenible. A estas reuniones se sumarán los 13 organismos socios que incluyen al FMI, la OCDE, el BID, y el Banco Mundial, entre otros. Detrás de los nombres pomposos que ordenan las reuniones, se expresa un programa de reforma y flexibilización laboral subordinando aún más el trabajo al capital, una profundización de la infraestructura extractivista para la acumulación de capital en detrimento de los bienes comunes; y la producción industrial y tecnologizada de alimentos en contra de la soberanía alimentaria. El gran tema ausente es el tan mencionado “cambio climático”, pues nadie quiere tocar el tema luego de la retirada de EE.UU del Acuerdo de París en junio del 2017. A su vez, se desarrollarán cumbres temáticas donde se pretende involucrar a organizaciones de la sociedad civil, es así que los llamados “Grupos de Afinidad” se distribuirán en 8 esferas específicas: trabajo (Labour20), mujeres (Woman20), jóvenes (Youth20), negocios (Buisness20), pensamiento (Think20), ciencia (Science20), y sociedad (Civil20). Basta observar quien preside estas cumbres temáticas para develar los intereses de la supuesta sociedad civil, ya que por ejemplo, frente a Woman20 se encuentra Andrea Grobocopatel en tanto “mujer emprendedora”, y la diputada millonaria de Cambiemos Susana Balbo; el vicepresidente la de UIA Daniel Funes de Rioja frente al Buisness20; el CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento) presidirá el Think20; y la frutilla del postre será el burócrata Gerardo Martínez de la OUCRA a cargo del Labour20.

Mientras se desarrollan las reuniones, Macri va realizando los deberes que le pide el imperialismo. En primer lugar lleva adelante las recetas del FMI, recortando las jubilaciones, planificando una reforma laboral, achicando el gasto estatal y solicitando cada vez más deuda para garantizar la ganancia de los especuladores. A fin de cuentas se aplica el programa que pide el G-20: crear las condiciones para afianzar el proyecto estratégico del capital trasnacional más concentrado. A su vez, se alista como referente del principal interés geopolítico del imperialismo en la región al encabezar la ofensiva contra Venezuela. Macri fue el primero en decir que en Venezuela “ya no hay democracia” y en un impulsar en el marco del encuentro de ministros de Exteriores del G20, realizado el domingo pasado en Buenos Aires, un comunicado que desconoce los resultados de los recientes comicios. Entre quienes cuestionan la democracia venezolana se encuentran paradójicamente el gobierno de Temer que reúne un 5% de apoyo social y mantiene Rio militarizada; Peña Nieto quien es responsable del asesinato de 63 candidatos a alcaldes y 100 periodistas en lo que va del año; y otros jefes de estado que mantienen un verdadero genocidio en Siria.

Gestando la resistencia desde abajo

Desde la primera cumbre del G-20, en cada ciudad se opuso una gran movilización popular y este año en Argentina no será la excepción. El año pasado en Hamburgo el vallado progresivo de 38km no logró frenar al movimiento anti G-20 que bajo el lema “Bienvenidos al infierno” desplegó marchas, barricadas, incendios de autos, y enfrentamientos que dejaron un saldo de 300 policías heridos y 150 detenidos. Para este año, el ministerio de seguridad de Patricia Bullrich ya destinó 3 mil millones de pesos del presupuesto nacional para hacerse de material antidisturbios, organizó la presencia de más de 14.500 policías para la cumbre, sumado a la presencia del Comando Sur durante noviembre y hay quienes no descartan que la IV Flota envíe un buque para que se estacione fuera de la zona económica del Mar Argentino. De más está decir que los jefes de estado no depositan su seguridad en el gobierno argentino: nuestro país ha sido, entre cosas, escenario de la derrota del imperialismo en su intento por llevar adelante el ALCA durante la era Bush. Por ende tanto EE.UU como Rusia, China, y Alemania desembarcarán con cientos de agentes de seguridad privada. En conclusión, todo se asemeja a un escenario de total militarización igual al que se desarrolló en Brasil durante los Juegos Olímpicos de 2016, donde se reunieron más de 80 mil soldados y policías.

A la cumbre del G-20 se opone la resistencia desde abajo que viene gestándose hace tiempo, y que ya realizó en Buenos Aires el 1º Encuentro Preparatorio Internacional Contra el G-20. Decenas de organizaciones junto a delegadas y delegados de organizaciones de países como Francia, Brasil y Uruguay debatimos sobre la construcción de un espacio unitario que se oponga a la cumbre, rechace su plan capitalista en su fase neoliberal y visualice una alternativa de los pueblos. Los preparativos para una gran movilización son el desafío actual.

Nos disponemos a enfrentar a los representantes internacionales del capital y el imperialismo al tiempo que, a la luz de nuestras experiencias de organización y lucha pasadas, seguimos enfrentando el plan de ajuste que el macrismo quiere imponer a las y los trabajadores.

¡No a la Cumbre del G20!

¡Fuera el FMI y sus políticas de hambre y muerte!

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