La noche del viernes, en silencio y sin barullo, el macrismo hizo entrar al Senado la primer etapa de la reforma laboral. Este proyecto consta de 3 partes, las cuales se discutirán el mes entrante: “blanqueo de trabajadores informales”, implementación del “Sistema de Prácticas Formativas” y la creación de la “Agencia Nacional de evaluación de Tecnologías de Salud”.  Con cuidados eufemismos, el gobierno intentará hacer pasar una reforma fundamental, que no persigue otra cosa que atacar los derechos de los trabajadores y trabajadoras. Las y los jóvenes, que sufrimos día a día las consecuencias del ajuste y que ya estamos cansados de patear la calle con un CV bajo del brazo tenemos que rechazar esta reforma regresiva y marcarle bien claro al Gobierno que ya no vamos a bancarnos más esta explotación.

Como es sabido, las políticas económicas del Gobierno de Cambiemos vienen golpeando duramente a la clase trabajadora. Caída del salario real, tarifazos, inflación y recorte de planes sociales, son algunas de las medidas con las que el gobierno pretende ajustar al pueblo para aumentar la ganancia de los más ricos. En este sentido, el abierto apoyo del Ministerio de Trabajo a los empresarios para que puedan pasar por encima de los convenios colectivos y las leyes laborales, es acompañado por el constante achicamiento de la planta de trabajadores en todas las dependencias del Estado.

Es así, que los despidos en el CONICET, el Hospital Posadas, el INTI, el SENASA, el yacimiento Río Turbio, el FANAZUL, la TV Pública y en los Ministerios Nacionales y Provinciales, marcan la pauta con la que el gobierno pretende aleccionar a las y los trabajadores. El objetivo de estas medidas, además de achicar el déficit fiscal, busca nada menos que bajar el “costo laboral” en la Argentina, uno de los puntos claves a los que comprometió Macri, tanto con el FMI como ante al empresariado internacional en la Cumbre de Davos. En este contexto, según estimó la CTA, el 65% de los trabajadores y trabajadoras despedidos son jóvenes, dando cuenta de que para el Gobierno de Cambiemos las y los jóvenes somos uno de los principales destinatarios de este ajuste.

Según el propio INDEC, durante el 2017 del desempleo general en el país (9%) los menores de 30 años representaban el 60% del total. No es menor que, además, esta situación agudiza las desigualdades de género, afectando más a las mujeres (20,1%)  por sobre los varones (17,2). Las cifras son más alarmantes aún, si vemos que en Argentina el desempleo joven se ubica en 24,6%, cuando la media regional es del 16%. Detrás de estos números hay vidas, familias, y mucha incertidumbre para una porción importante de la juventud que busca laburo y no encuentra o que lo hace bajo condiciones de extrema precariedad.

Para el Gobierno, que como vimos es uno de los principales responsables de esta situación, la respuesta es una sóla: hay que aceptar las condiciones de precariedad de la vida que ofrece el mercado y legislar para que les sea cada vez más fácil que las empresas nos contrates por migajas.

De hecho, esta no es la primera vez que el Gobierno de Macri intenta meter un proyecto de pasantías. Podemos recordar en primer lugar que las “prácticas pre profesionales” ya forman parte del inmenso proyecto de reforma educativa conocido como Secundaria del Futuro. En ese proyecto, técnicamente, no se pueden llamar pasantías, porque los estudiantes de 5to año que formen parte de esas “prácticas profesionalizantes”, como le gusta decir al PRO, no van a percibir ninguna renta, pero forman parte de una iniciativa general del Gobierno para brindar mano de obra gratuita al sector privado.

A su vez, en enero del año pasado el macrismo también intentó colar otro proyecto de pasantías, que reemplace a la ley vigente (Ley 26.427), alegando que no existen suficientes “incentivos” para que los empresarios tomen pasantes bajo esa normativa. Si bien desde el ‘92 hasta el 2008 la ley de pasantías se fue modificando para regular los márgenes de sobreexplotación que ejercían los empresarios sobre la juventud, es importante saber que Cambiemos quiere volver a la modalidad de los noventa.

Las llamadas “prácticas formativas o capacitación laboral continua” son nada más y nada menos que las pasantías que durante los noventa llenaron los bolsillos de los empresarios a costas de nuestro trabajo. Allá por el año ´92, el menemismo instauraba las pasantías como una “extensión de la formación educativa” para que lo/as jóvenes realicen sus primeros trabajos en ámbitos vinculados a sus estudios universitarios. Bajo la idea de “ir trabajando de lo que estudias” se encubría la máxima flexibilización laboral, donde los empresarios te aceptaban en su empresa para realizar una “práctica voluntaria” durante un mínimo de dos meses y un máximo de cuatro años, con una jornada de dos a seis horas, y donde no existía obligatoriedad para que los patrones otorguen un “estímulo” que cubriera al menos los viáticos para lo/as jóvenes trabajadores.

Evidentemente para el Macrismo una nueva ley de pasantías es el punto de llegada en materia de empleo focalizada hacia la juventud, que año tras año podemos verlo en la famosa Expo-Joven. En 2017 se ofrecían 10.000 “empleos” para los más de 180.000 jóvenes que se acercaron al evento en solo un día. Allí abundaron principalmente las propuestas de pasantías, incluso muchas de ellas gratuitas por un año. Los pibes y las pibas gastamos guita en cargar la SUBE, imprimir curriculums… a cambio de nada… o mejor dicho, de trabajar gratis. Una línea de continuidad con el convenio que impulsó el propio gobierno con Mc Donald que ofrecía tomar a 5000 jóvenes para trabajar una jornada diaria de 6 horas por $4500 mensuales. Es decir condenarnos a un salario por debajo de la línea de indigencia.

Decimos que la juventud tiene que oponerse de raíz a esta nueva avanzada contra sus condiciones de vida. Nos quieren vender que la nueva ley de pasantías es para nuestro bien, que nos formamos sobre lo que estudiamos, cuando en realidad los únicos que salen ganando son los dueños de las empresas que nos ponen a laburar por 2 mangos, abusando de mucho/as pibe/as que estando a prueba hacen sobre esfuerzos tras la  promesa de algún día ser contratado. Nos quieren oponer a otro/as trabajadores que han ganado un convenio colectivo de trabajo, nos quieren hacer laburar sábados y domingos mientras ellos están descansando en sus casas, nos quieren dóciles, disciplinados, que produzcamos sin chistar, sin levantar la cabeza. Y para ello ya están acordando con la CGT y el PJ que le viene votando todas las leyes como el robo a nuestros jubilados. Pero no lo van a lograr. El camino que la juventud debe tomar es el que la marcó a fuego en diciembre del año pasado, retomando las mejores tradiciones de lucha y protesta callejera. Es momento de impulsar en nuestros barrios, lugares de estudio y trabajo, una campaña que convoque a la juventud a enfrentar esta avanzada, para gritar bien fuerte que

¡Sin laburo no hay futuro! Abajo la ley de pasantías! Trabajo digno para la juventud!

 

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