Desde Venceremos, Partido de Trabajadorxs, nos sumamos al repudio internacional a los bombardeos del imperialismo norteamericano y sus aliados en Siria.

En lo que claramente constituye una escalada militar que anticipa la reactivación de los planes de ocupación colonial de largo plazo en el territorio de Medio Oriente, Donald Trump ordenó acciones militares contra el gobierno sirio, en respuesta al supuesto ataque con armas químicas en la ciudad de Duma el sábado 7/4 adjudicado al gobierno de Bashar al Assad.

Con el apoyo de Francia y el Reino Unido secundando las acciones, Estados Unidos llevó adelante el segundo bombardeo directo y abierto sobre Damasco con 103 misiles Tomahawk contra una base aérea y otros objetivos, aunque no afectaron realmente ningún objetivo militar.

Con un cinismo vomitivo, Theresa May, primera ministro inglesa, se amparó en la ley humanitaria para fundamentar los bombardeos, cuando es obvio para todo el mundo que al igual que en los casos de intervención imperialista en Irak, Libia, Afganistán y otros sitios, los reales intereses de las potencias son la apropiación de recursos y el dominio de territorios geo-estratégicos. En este caso, a pesar de las declaraciones en contra de una política de ocupación permanente, todo parece indicar que el objetivo de estos bombardeos fue fundamentar una ocupación militar al viejo estilo colonial en un territorio donde no han podido controlar la situación y en un momento en el que el gobierno de Al Asshad con el apoyo de Rusia e Irán estaba logrando recuperar el control del territorio frente al retroceso del ISIS y de los grupos rebeldes financiados por el imperialismo occidental. En ese contexto se explica también el bombardeo del ejército turco al pueblo de Afrin, lugar donde las fuerzas revolucionarias kurdas llevaban adelante una experiencia de construcción política, económica y social emancipatoria.

El ataque de Trump, cuyo objetivo fue supuestamente “establecer un fuerte elemento de disuasión contra la producción, propagación y uso de armas químicas”, constituye en sus propias palabras “un interés vital de seguridad nacional para Estados Unidos”.

Mientras Rusia y sus aliados aseguran que el supuesto ataque con armas químicas fue un montaje de EEUU para legitimar los bombardeos -en octubre de 2015 la propia ONU confirmó que todas las armas químicas habían sido destruidas-, anticipan que que estos bombardeos podrían implicar una escalada bélica entre las principales potencias mundiales. El embajador ruso ante Naciones Unidas, Vasili Nebenzia, advirtió que no se podía descartar la posibilidad de un conflicto armado entre su país y Estados Unidos, si Washington decidía lanzar un ataque contra Siria, como efectivamente ocurrió.

El conflicto en Siria, telón de fondo de una puja de poder geopolítico entre el imperialismo norteamericano y Rusia y sus aliados, ha generado una multiplicación de guerras permanentes con terribles consecuencias para la población de la región de Medio Oriente, donde se encuentran las principales reservas de petróleo y gas, y una buena cantidad de tierra fértil y agua dulce.

En la creciente lucha intercapitalista entre Washington y Moscú, en Siria los siete años de conflicto dejaron más de medio millón de muertos y millones de desplazados, más de la mitad de la población, en lo que constituye a todas luces una catástrofe humanitaria.

Al tiempo que las principales potencias europeas y los gobiernos lacayos de América Latina, como el de Macri en nuestro país, proclaman su apoyo al imperialismo norteamericano, los pueblos del mundo no podemos menos que condenar estos brutales ataques. Lejos de reinvindicar el gobierno de Al Asshad, entendemos que un avance de los sectores financiados por los EEUU o el desembarco directo del gendarme mundial y sus fuerzas no constituyen ningún avance para la liberación de los pueblos de la región.

¡Fuera el imperialismo de Medio Oriente!

¡Solidaridad internacionalista con el pueblo sirio!

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