Un 10 de abril de 1870 nacía en la ciudad de Simbirsk Vladimir Ilich Ulianov, Lenin. Se trata de uno de los principales referentes del marxismo revolucionario, un militante político sin precedentes y el principal dirigente de la primera revolución socialista triunfante de la historia, en la atrasada Rusia. Se trata indudablemente de uno de los grandes referentes que vienen desde la historia a recordarnos cotidianamente que la lucha por otro mundo no sólo es posible sino que es necesaria.

Desde muy joven comenzó a interesarse en el estudio de las teorías críticas y en particular del marxismo. Sin embargo, uno de los principales aportes de Lenin a la teoría marxista fue el comprenderla de forma dinámica, discutiendo permanentemente con las lecturas dogmáticas y ahistóricas que no partían de analizar las condiciones específicas de cada momento y lugar. Lenin, como pocos revolucionarios en la historia, dedicó gran parte de su tiempo de formación en la comprensión cabal de la realidad del Imperio Ruso, cuáles eran sus problemas económicos, en qué se basaba su atraso con respecto a las principales potencias. Este estudio le permitió discutir con ciertas lecturas lineales del marxismo que argumentaban que el problema para desarrollar una revolución socialista en Rusia era el escaso desarrollo capitalista. Por el contrario, Lenin defendió la postura de que sólo el proletariado organizado, dirigiendo una revolución podría lograr el desarrollo de las fuerzas productivas. Como militante revolucionario, una de sus virtudes era la polémica, mediante escritos, que quedaron en la historia del movimiento obrero, así como también por medio de la palabra, en los congresos y en los mitines callejeros. De esta forma lograba muchas veces imponer sus lecturas y lograr un gran apoyo popular.

Siguiendo el análisis del filósofo húngaro Georg Lukács, en su obra “Lenin”, podemos rescatar los principales aportes de Lenin para pensar, desde estas coordenadas espaciales y temporales, la actualidad del marxismo. En ella, el autor señala como los principales aportes de Lenin al pensamiento y la acción revolucionaria, la vigencia y actualidad del proyecto revolucionario, la identificación del proletariado como la clase dominante del proceso, los aportes en relación a la necesidad de construcción del partido dirigente del proletariado, la lectura, análisis y sistematización del imperialismo como la forma que adopta el capitalismo de principios del siglo XX y, por último la identificación del Estado como un arma, análisis que desarrolla en “El estado y la revolución”, de 1917.

Uno de los principales aportes del revolucionario ruso fue el poner de manifiesto que la lucha por el poder, por la revolución socialista, es un horizonte que no debe perderse de vista. Que era necesario enfrentar la persecución del zarismo con el fin último de llevar al proletariado al poder. Lenin actualiza el marxismo al poner de manifiesto que la revolución no es ni más ni menos que la lucha por el poder político y que es necesario desarrollar todos los medios posibles para alcanzarlo.

Los debates en torno al desarrollo capitalista en una Rusia completamente atrasada y fundamentalmente rural, pusieron en el centro de la escena la discusión sobre cuál sería el sujeto capaz de llevar adelante ese proceso. Lenin discutió fervientemente con distintas tendencias de la política rusa, combatió con todas sus fuerzas las visiones dogmáticas, usando la teoría marxista como herramienta para comprender la realidad y poder intervenir sobre ella. Comprendió que el desarrollo de las fuerzas productivas sólo sería posible bajo la dirección del proletariado, pero en alianza con los sectores más numerosos de la población, los campesinos.

Lenin fue un fiel reflejo de la praxis revolucionaria. Un teórico, analista e intelectual comprometido con la situación social del conjunto de la población, pero a la vez un constructor incansable del partido necesario para ese objetivo, un militante inclaudicable. En este sentido parte de sus reflexiones se basaron justamente en la organización de una teoría de cómo debía organizarse un partido revolucionario. Como él mismo decía “no se puede separar mecánicamente las cuestiones políticas de las cuestiones organizativas”. Señaló la necesidad de conformar una organización revolucionaria a partir de la confluencia de los sectores más avanzados de la clase, la necesidad de la más absoluta autonomía de clase, la centralización política y la profesionalización de cada unx de ellxs. En el mismo sentido señaló que una de las tareas fundamentales de la organización revolucionaria es estar un paso por delante de las masas en la lucha.

En otra de sus grandes obras, “El imperialismo, fase superior del capitalismo” de 1916, retoma los análisis del funcionamiento del capitalismo de la época para concluir que se trataba de un periodo específico dentro del capitalismo, un periodo caracterizado por los conflictos bélicos entre las grandes potencias como consecuencia de la tendencia a la concentración del capital.

Lenin desarrolló grandes aportes en la teoría marxista del Estado, discutiendo contra el reformismo encarnado en Bernstein. Lenin comprende al Estado como un arma en la lucha de clases, permite contextualizar al Estado burgués y empezar a delinear el estado proletario. En este sentido reactualiza los aportes de Marx y de Engels, los profundiza. No es posible la transformación pacífica del Estado burgués en Estado proletario.

Pero además de estos desarrollos, Lenin fue el principal dirigente del Partido Bolchevique que llevó al proletariado ruso al poder. Desde ese lugar pensó el desarrollo del pueblo ruso en condiciones absolutamente adversas siempre con la convicción de que el socialismo es la única forma posible de construcción de una sociedad más humana. Estos aportes son fundamentales para pensar hoy, desde nuestro lugar, sin dogmas ni recetas, la vigencia del proyecto socialista.

 

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