Hace un año que en Rosario existe una agrupación de mujeres trabajadoras, antiburocráticas e independientes que construyen desde el taxi la unidad de las de abajo para salir adelante en un gremio dominado por el patriarcado. Desde Venceremos nos juntamos con Eliana Molecker, una de las referentes de la Asociación de Mujeres Conductoras para saber más de su construcción sindical.

A Vencer: ¿Cómo nace la agrupación?

Eliana Molecker: Comienza a gestarse porque muchas compañeras empezamos a usar “She-Taxi”. Es una aplicación que te asegura que la chofer que te va a llevar en el taxi es una mujer.

La creó María Eva Juncos, una tache­ra de la noche que tenía muchas clientas mujeres y no daba abasto. Ella se da cuen­ta que había muchas mujeres que querían viajar con una mujer. Entonces se le ocu­rre hacer una aplicación para hacer ese tipo de viajes. La aplicación es gratis para quien la usa y para las taxistas. La idea es que siempre sea gratis, es una de las con­diciones. Distinto de Easy Taxi que te cobra $6 de crédito por cada viaje que te da. Se trata de dar mayor seguridad a las muje­res cuando realizan viajes dado que se dan muchos casos de violencia de género, des­de conversaciones incómodas hasta abu­sos, violaciones, privación de la libertad.

Es una aplicación que funciona en Rosario, Córdoba, Mendoza y Santa Fe. A veces en la ciudad hay 70 viajes por día no tomados, o sea que faltan un montón de mujeres taxistas que se sumen.

AV: ¿Cuántas mujeres taxistas hay en Rosario?

E.M.: No podemos saber bien porque cuando consultás las listas sólo salen las y los titulares y no sabés si esa o ese titu­lar tiene dos o tres choferes, pero nosotras calculamos que en Rosario hay alrededor de 6000 taxistas y sólo 300 son mujeres y de esas 300 sólo 120 usan She-Taxi

AV:¿Entonces se van formando en torno a la aplicación?

E.M.: Sí, nos conocemos por ahí. Juntandonos para conocernos. El pri­mer tema que salta es el del sindicato (Sindicato de Peones de Taxi). La mayo­ría no estaba a favor de la política del sindicato. Porque son burócratas, por­que no adhieren a los paros, por los con­venios truchos que firman. En el taxi se cobra por día, a porcentaje, la mayoría de la gente labura 12 horas por día. Te dan tu franco pero te dicen que lo tra­bajes para vos, o sea que estás laburan­do 7 días sin parar al 35% de comisión cuando el convenio dice 40%. Nada está regulado.

La mayoría no está anotada por 8 horas sino por menos porque los apor­tes patronales los termina pagando el/ la chofer en vez del dueño/a del taxi. Mientras tanto el sindicato tiene flota de taxis. Son la patronal. El sindicato es la patronal.

AV: ¿Con qué otros problemas se encuentran las y los laburantes?

E.M.: Por ejemplo: anotada tenés que estar sí o sí, pero los inspectores de tránsito no van a mirar nunca cuántas horas estás anotada ni cómo. El Minis­terio de Trabajo no te para. Nadie ga­rantiza que se respete el convenio. In­cluso si te querés adherir al sindicato, una parte de la cuota la pagás vos.

Es una explotación terrible, laburás 12 horas por día y tenés que dejar $100 al titular cuando hiciste $500. Tenés que llevar una miseria a tu casa y encima te tenés que pagar tus aportes. Es como la reforma laboral que quiere implemen­tar Macri. Acá ya está instalado hace años.

Otra cosa que es ilegal es tener más de dos chapas pero hay gente que tiene 40 juntas (a nombre de familiares o tes­taferros). Hay una concentración muy significativa.

AV: ¿Estaba la necesidad de una herramienta para luchar?

E.M.: Claro, con la Asociación de Mujeres Conductoras ya estamos trami­tando la personería para tener entidad y lograr más representatividad a la hora de los reclamos.

Acá hay una Cámara de Mujeres Ta­xistas que no se identifica con el sindicato pero siguen las mismas políticas. Incluso ante hechos de violencia de género por parte de choferes defienden a los compa­ñeros. En ese sentido estamos divididas.

También hay unos compañeros que se están organizando por fuera del sindicato y vamos a estar en contacto pronto.

AV: ¿Qué relación tienen con el sindicato?

E.M.: Fuimos a reclamar al Sindicato porque ahí se hacen cursos de taxista pro­fesional y no tiene ni una hora cátedra con perspectiva de género, y esos cursos los impulsa el Sindicato junto a la Mu­nicipalidad. Cuando a una compañera le pegaron 3 tiros en la cara, Boix (Secretario General) dijo que no iban a hacer nada por ella porque no estaba afiliada. Enton­ces si a vos te matan siendo chofer pero no estás en el Sindicato, no para nadie.

AV: ¿Cuáles son las dificultades en la construcción?

E.M.: Nos estamos reuniendo todas las semanas y cada vez se acercan más compañeras. La idea es crecer para po­der ejercer presión. Que podamos unir­nos y que se acceda a nuestros reclamos. La armamos hace menos de un año la agrupación y es difícil porque la Cámara de Mujeres te traba el proceso.

Por ejemplo, cuando sacamos una nota en el diario “La Capital” llaman­do a las compañeras a que se animen a denunciar hechos de violencia en ta­xis, que estamos organizadas, tenemos abogadas y estamos para acompañar; la Cámara de Mujeres sacó otra nota diciendo que la culpa era de la víctima. El Servicio Público de la Municipalidad también encubre a los taxistas que vio­lentan mujeres. Después la titular Mó­nica Alvarado dice que la prioridad de la gestión de Mónica Fein (intendenta de Rosario) es la política de género.

Dice que para estos temas se creó el número 147 (Atención al Ciudadano), que suele ser efectivo a la hora de parar al tachero pero el protocolo para juzgar un acoso no existe. Lo máximo que hay es “comentario desmedido”. Si tuvieran una política de género real, esa figura debería estar incorporada. La sanción máxima es 180 días de suspensión.

AV: ¿Qué perspectivas tienen?

E.M.: Todas las compañeras de la AMC compartimos la oposición al Sindi­cato, la política hacia la mujer y la lectu­ra de la corrupción del Estado. Tenemos una posición independiente. Después hay matices políticos e ideológicos. Hay discusiones que avanzan, por ejemplo algunas cuestiones del feminismo. Sobre todo a partir de la experiencia concreta de lucha que vamos llevando adelante. Es un proceso lento, pero vamos encon­trando hechos que nos unen. Es un la­buro históricamente machista y se hace difícil entrar.

Todas las chicas que usan She-Taxi tienen muchas historias para contar. Las peores cosas pasan de noche. Les decimos que se puede hacer una denun­cia (incluso anónima). Queremos hacer un libro de denuncias; la idea es presen­tarlas todas juntas. Crear espalda para los reclamos.

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