Entre los miles de compañeros y compañeras que nos faltan este 24 de marzo, uno de esos imprescindibles que ya no está es Enrique “Cachito” Fukman. Militante de Montoneros, sobreviviente de la ESMA, desde la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, Cachito luchó incansablemente por la Verdad y la Justicia y para lograr la cárcel perpetua, común y efectiva a los genocidas. Pero también fue un pilar fundamental en la defensa de los derechos humanos en la actualidad, luchando codo a codo con las organizaciones sociales, sindicales y políticas. A 42 años del golpe, reproducimos un fragmento de la entrevista que le realizaran nuestros compañeros en 2011 para el documental 24 de marzo – Testimonios.

– ¿Cómo empezaste a militar, a organizarte?
– En el año 72, estaba la dictadura de Lanusse y en el colegio habían empezado a haber las primeras reuniones para armar el centro de estudiantes. Estaba ojeando el diario y de repente veo una foto que me llama la atención. Porque eran estudiantes que se vestían como yo, se veía la facha, con el bleizer que se usaba en esa época, porque en la escuela pública también se usaba bleizer – el saco azul. Y eran estudiantes de Avellaneda, de escuelas técnicas que estaban marchando. Entonces empiezo a leer la nota y veo que estaban marchando porque había una ley que nadie la conocía y por lo tanto se la llamaba la ley fantasma, que nos quitaba el título a los técnicos. ¡Me agarré una desesperación! ¿Para qué tanto mi viejo se esforzaba en laburar y nosotros en estudiar si nos quitaban el título? Entonces agarré, dejé lo que me estaba preparando de comer, me vestí rápido y me fui al colegio para llevarles la “nueva mala” a mis compañeros. Y cuando llegué, claro, tuve mi primera enseñanza de política. Porque yo pensaba que yo le llevaba la noticia a mis compañeros y cuando llegué estaba todo el colegio reunido en el patio y obviamente mis compañeros sabían más que yo de lo que estaba pasando. Ahí aprendí que la historia no empieza cuando uno llega.
Empecé a militar en política lentamente. Me acerco ahí al peronismo, que en ese momento era un aluvión – no zoológico como planteaban algunos- era un aluvión de pueblo. Y empecé a conocer otro mundo diferente al mío. Diferente porque era el mundo de la militancia, no diferente en la clase social porque realmente empecé a reconocerme en esa misma clase social que era la mía. Empecé a militar en la secundaria y poco tiempo después empecé a militar en barrios, en los territorios se decía en esa época. Y en eso bueno, yo me había recibido de técnico y en eso me encuentra el golpe, yo estaba militando en Montoneros, en territorial, en zona sur de Capital Federal.

– ¿Por qué peleaban?
– Queríamos el socialismo. Para empezar a decir las cosas por su nombre – algo que hoy en día cuesta mucho- queríamos el socialismo. ¿Qué significa esto? Queríamos un país y un mundo sin explotados ni explotadores. Un mundo de seres humanos creativos, solidarios, fraternos, donde nadie se aprovechara del otro, donde no hubiera hambre, donde no hubiera miseria, un mundo que realmente sea feliz. Eso es lo que nosotros queríamos y por eso peleábamos. Y sentíamos que lo podíamos conseguir.

– ¿Qué sectores llevan adelante el golpe de estado? ¿Qué objetivos tenían?
– Por un lado, y en primer lugar están los grandes grupos económicos financieros. Obviamente junto con el departamento de Estado [norteamericano], cosa que se ve en los primeros desclasificados de la era Kissinger. En segundo lugar, los grandes grupos económicos argentinos. Que no solamente se plantean el golpe por la cuestión internacional sino que se plantean el golpe porque sentían que la organización popular ponía en peligro sus privilegios, ponía en peligro su razón de ser. Y prefirieron entonces que se secuestrara, asesinara y desapareciera a miles de argentinos antes de perder sus privilegios.
Y después, la gran parte de los sectores medios. Y por qué esos sectores medios apoyan el golpe de Estado. No pueden comprender que la injusticia es violencia y que va a generar violencia. Si vos no tenés para comer, obviamente vas a hacer todo lo que sea necesario para comer. Y si vos considerás que tenés un derecho que te han quitado, que te lo están quitando, vas a hacer todo lo que sea necesario para recuperarlo.
Y también por eso se dio el golpe. Para destruir ese entramado social de nuestro pueblo, esa cultura de participación que nuestro pueblo tenía, para poder entonces imponer ese modelo que nos venden como “la inserción de Argentina en el contexto mundial” que no es otra cosa que responder a los intereses de los grandes grupos económicos y financieros internacionales. Esa es la razón del golpe de estado del 76.
[…] Entonces en ese momento, los centros económicos, deciden que previamente, en Argentina, había que destruir todas las organizaciones populares, todas. No sólo las organizaciones armadas, sino las organizaciones políticas, los sindicatos, las asociaciones de fomento, los clubes de barrio. Todo lugar donde los argentinos se pudieran juntar, había que terminar con esto. Porque este era un pueblo que se juntaba.

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