El pasado 24 de Septiembre se realizaron las elecciones federales en la República de Alemania. Como es sabido, Angela Merkel y la Unión Democrática Cristiana (CDU) lograron imponerse en los comicios sobre la Socialdemocracia y la Ultraderecha. Sin embargo, aunque ya pasaron casi 5 meses de aquel resultado, la actual canciller alemana aún no es capaz de lograr un acuerdo con los socialdemócratas que le permita formar gobierno. Así, la principal potencia del capitalismo europeo atraviesa una de la crisis políticas más importantes de su historia reciente. En este contexto, la juventud comienza a ser un factor desequilibrante en la escena política y logra poner en jaque a los partidos del régimen democrático alemán, quizás el más profundo luego de la unificación.

Aunque en septiembre del año pasado Angela Merkel logró imponerse en las elecciones federales de Alemania por más de 12 puntos (32,9 contra 20,5) sobre Martin Schulz y el Partido Socialdemócrata (SPD), la actual canciller no logra concretar el acuerdo de mayoría parlamentaria que necesita para asumir su 4to mandato. Esto se debe a que, según la Constitución del país germano, para poder conformar el Gobierno Federal es necesario contar con por lo menos la mitad de los votos en el Bundestag, la Cámara Baja del Parlamento alemán.
Luego de largas negociaciones con la cúpula del SPD, particularmente con su presidente y ex rival electoral de la canciller, Martin Schulz, todo se encaminaba a firmar un nuevo acuerdo de gobierno, el 4to. Sin embargo, y a pesar del anuncio conjunto de Merkel y Schulz, la irrupción de la juventud del Partido Socialdemócrata logró convulsionar el escenario político en Alemania y está logrando poner en jaque a la vieja casta que gobierna a la principal potencia europea.
El pasado 21 de enero, la dirección del SPD, el partido germano más longevo, llevó a votación de su cuerpo de delegados los términos del acuerdo con el partido de Merkel. Aunque esta orientación logró imponerse, se expresó por primera vez con contundencia el rechazo de un amplio sector del SPD a seguir acompañando las políticas conservadoras de la Democracia Cristiana.
El sector que encabeza esta «revuelta» dentro de la socialdemocracia es el de la juventud, conocida como los “jusos”. Desde este espacio, se critica con fuerza las políticas migratorias de corte xenófobo y racista que viene impulsando la gestión de Merkel, así como el retroceso en derechos laborales. Aunque, en un sentido más global, la juventud del SPD
reclama que el partido se posicione realmente como una oposición al actual gobierno.
En los próximos días, serán las bases de la socialdemocracia quienes decidirán si acompañan la política de Schulz y de la dirección del partido. El acuerdo con la CDU será llevado a votación por sus afiliados. Los jusos esperan poder revertir la derrota en la votación de delegados y han comenzado una campaña de afiliación, con base en el rechazo a la Gran Coalición.
En una Alemania aún movilizada por la enorme huelga de los obreros metalúrgicos, miles de jóvenes comienzan a llenar las calles y a reclamar por una alternativa real a las políticas de Angela Merkel. Más allá del devenir que pueda tener este movimiento, que aún no rompe con el partido que lleva más de una década de acuerdo de gobernabilidad, dentro del principal motor de la Unión Europea, la usina de medios de la derecha ya comienza a hablar de la emergencia de un Podemos alemán y algunos hasta tildan de “chavista” la retórica de sus dirigentes.
Desde el fuero interno del SPD, en cambio, comenzó a surgir otro término para referirse al proceso que está comenzando la juventud de la Socialdemocracia: la rebelión de los enanos. Esto se debe a la proclama “basista” que encabeza este movimiento sumado al dato anecdótico, que Kevin Kühnert de 28 años, uno de sus principales dirigentes, mide menos de 1,70 mts.
La emergencia de opciones reformistas con tintes de mayor radicalización en Europa es una constante desde la explosión de la crisis del 2008. El desarrollo de muchas de estas alternativas, aún con grandes límites – la experiencia griega de Syriza sin lugar a dudas es la más clara en tanto terminó subordinándose a los lineamientos de la tríada FMI – BM -UE, pero también es el caso de Podemos y su posición titubeante ante el proceso independentista del País Vasco y Cataluña-, ponen de manifiesto sin embargo que sectores importantes de la juventud y la clase obrera se oponen a ser ellxs quienes paguen la crisis.Esta “novedad” en Alemania deja en claro entonces que los efectos de los entonces “indignados” siguen teniendo su eco. Queda ver si , teniendo en cuenta los límites antes señalados, del descontento popular se desarrolla una opción anticapitalista con anclaje de masas.

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