El presidente Mauricio Macri realizó la primera gira internacional del año que tuvo como destinos Moscú, Suiza y Francia, esta vez con la presidencia del G20. Sin embargo, otra vez el mandatario volvió a trastabillar y vuelve con pocas (y malas) noticias para el pueblo.

 

El inicio de la gira ya arrancó con el pie izquierdo: Macri planeaba viajar con dos gobernadores peronistas «del palo» para mostrarle al imperialismo y a la burguesía que en el país hay un consenso político por arriba suficiente para imponer sus políticas neoliberales sin mayores percances. Sin embargo, el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, tuvo que excusarse de viajar cuando ya incluso estaba anunciado… esto se debió al conflicto del cierre del Ingenio San Isidro en su provincia que dejaría cientos de laburantes en la calle y un plan de lucha inminente. Pero, claro, no fue el único traspié, sino que el gobierno tambien tuvo que postergar (y ahora parece que descuartizar) la tan ansiada reforma laboral producto de las grandes movilizaciones populares del 14 y el 18 de diciembre.

En estas precarias condiciones, cual Napoleón, Macri incursionó primero en Rusia para reunirse con el presidente Vladimir Putin, quien tuvo una fría recepción y se mostró poco afecto a los chistes futboleros del presidente argentino. Incluso más, en el plano de la política local, al propio macrismo le facturaron sus ataques a los acuerdos entre el gobierno anterior de Cristina Kirchner y Moscú. Tener que peregrinar hasta un ex KGB del otro lado del mundo daría cuenta del fracaso de los llamados «brotes verdes».

Luego, el jefe de estado viajó a Suiza para participar del Foro Económico de Davos con la «chapa» ahora de la presidencia del G20. Sin embargo, más allá de las reuniones protocolares que se aguardan en este tipo de eventos, al igual que con la reciente cumbre de la OMC, el gobierno no ha podido demostrar grandes resultados.

La última escala del viaje prevista en París para reunirse con el presidente Macron tampoco deja nada más que la decisión de Cambiemos de pagarle 1.700 millones de dólares a la empresa Suez, anterior concesionaria de Aguas Argentinas que demandó al país en el tribunal internacional del CIADI. Como ocurriera con los fondos buitres y con el pago de la deuda externa, el macrismo despilfarra los recursos de nuestros pueblo en el pago a usureros y acreedores que destruyeron el patrimonio nacional.

«Nosotros cortamos el pasto y ustedes hagan los goles» fue, textualmente, el mensaje del presidente a los inversores extranjeros. Si fuera por Cambiemos, sin duda, «sería una goleada» pero, a pesar del respaldo político que le brindan, el imperialismo y la burguesía le reclaman más al macrismo en la ejecución del ajuste y este se choca con el escollo de la movilización popular. La reciente gira que realizó no le resolvió la encrucijada.

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