En la primera quincena de enero, es decir en los días del receso estival donde más lejos se avizora el retorno a clases, la docencia bonaerense tuvo en sus manos dos fotos de una misma película que no queremos ver: el recorte a nuestros derechos. Lejos de parecer dos noticias sin conexión, la ofensiva antisindical del gobierno de Vidal, y el anuncio del ejecutivo nacional vía decreto de cerrar paritarias, persiguen someter a los y las laburantes de la educación a un nuevo atropello.

En el caso provincial, a comienzos de 2018 nos desayunamos con que, al revisar nuestro recibo de sueldo (web ABC), “la administración de la página”, o sea el gobierno que encabeza Vidal, nos avisaba que debido a una supuesta afiliación compulsiva, brindan el peregrino favor de estar a un “click” de comenzar nuestra desvinculación de la organización sindical que formáramos parte (SUTEBA, UDOCBA o FEB). Además de partir de una artera mentira, el planteo, direccionado a las porciones más desencantas con la conducción -y menos activas del padrón-, no busca otra cosa que socavar el poder de nuestra herramienta sindical.

Sabido es que en el caso de SUTEBA (el gremio con mayor cantidad de afiliaciones) Baradel en especial y la lista Celeste en general, recientemente reelectos en la elección provincial, cuentan con un importante desprestigio en las bases docentes. Están en la memoria acuerdos espurios entre gallos y medianoche de conflictos pasados, o una docilidad y seguidismo para con las gestiones k que contrariaban la necesaria independencia que todo sindicato debe tener. Sin embargo, no se debe perder de vista que no es la burocracia el principal blanco de ataque (ni siquiera el secundario), sino el sindicato en sí como nuestra principal arma de defensa colectiva ante la avanzada patronal. Basta unos minutos de reflexión para ver que, de prosperar el anhelo de la alianza Cambiemos de constatarse una merma en la cantidad de afiliados, el frente gremial docente perderá representatividad, recursos y capacidad de lucha.

Para quienes estamos enrolados en las filas de la Multicolor, a todo ese cúmulo de consecuencias negativas, deberíamos agregar un menor margen en la oposición interna, ya que un objetivo colateral que busca la gobernación es canalizar el desencanto con Baradel hacia la desafiliación y no hacia expresiones aún más críticas. Sea en las asambleas (cuando se convocan), como en las votaciones y también en la calle ante cada movilización, sumar más y más docentes a la participación acompaña las políticas más democráticas y combativas indispensables para estos momentos. Vidal lo sabe y busca bloquear ese camino.

La otra foto a la que hiciéramos alusión, la antidemocrática decisión de barrer con las paritarias, complementa el frente de ataque patronal; ya no pueden maquillar las negociaciones con proyecciones de índices de inflación mentirosos, o con la promesa de cláusulas gatillos que nunca se ejecutan. Directamente se obtura el derecho estatutario que tenemos las y los trabajadores, logrado con luchas y más luchas de generaciones pasadas, de discutir nuestro salario. Cobra una cruda realidad aquel ¿fallido? de Vidal, en plena euforia post triunfo electoral, de “cambiar futuro por pasado”: buscan reemplazar la que para ellos es una vetusta legislación laboral, del siglo XX, pero por la del siglo XIX.  Más pasado, menos futuro, más arbitrariedad patronal, menos derechos.

Aunque resulte difícil perder la capacidad de asombro ante el elenco gobernante, sabíamos el desafío que tenemos por delante. Las jornadas de lucha de diciembre son el camino, donde por aquellos días nuestro pueblo mostró los dientes, asestándole una derrota política (parcial, pero derrota al fin), a la arrogancia patronal. Además de exigirle a las conducciones gremiales que se pongan a la cabeza de la lucha, es tarea nuestra ampliar lo máximo posible la participación de la base docente, disputando cada asamblea en los colegios donde nos encuentre, impulsando a su vez mayor coordinación con el resto de la comunidad educativa, sean familias como estudiantes y personal no docente, puesto que a la educación pública la hacemos y defendemos entre todos y todas.

Defender nuestros derechos es defender la educación pública y de calidad.

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