Luego de ocho años del llamado golpe blando que destituyó a Manuel Zelaya Rosales en julio del 2009- bajo la injerencia militar de EE.UU- el pueblo hondureño vive bajo un regimen autoritario tras la instauración del Partido Nacional por 8 años, quien convirtió el país centroamericano en un narcoterritorio liberado donde circula la droga hacia EEUU, se entregan los bienes comunes a las empresas transnacionales y se asesina cotidianamente a los líderes y lideresas campesinos, originarios e indígenas, siendo el caso de Berta Cáceres el que tuvo mayor repercusión internacional.

Quien busca concretar un nuevo fraude para ser reelegido como presidente- Juan Orlando Hernández (JOH)- fue uno de los diputados que impulsó el golpe en 2009. En 2012, en tanto Presidente del Congreso, destituyó a 4 magistrados de la Corte Suprema y los reemplazó con magistrados afines al Partido Nacional de Honduras. Fueron éstos quienes avalaron el fraude electoral del 2012, logrando así que JOH se corone presidente, controlando de modo total el aparato Legislativo, Judicial y el organismo electoral. Muestra de ello es que haya ordenado a la Corte Suprema de Justicia, en contra de lo dispuesto por la Constitución, aprobar su aspiración de reelección presidencial.

En las elecciones del pasado 26 de noviembre, y hasta el día martes 28, con el 78% de las actas contabilizadas, se estableció una tendencia del 45% contra 40% que vaticinaban como presidente a Salvador Nasralla, candidato de la Alianza de Oposición contra la Dictadura, una coalición conformada el Partido Libertad y Refundación (LIBRE) que dirige Manuel Zelaya Rosales, el Partido Anticorrupción (PAC) y el Partido Innovación y Unidad (PINU), entre otros. Mientras gran parte del pueblo hondureño festejaba la caída del Partido Nacional, el lento recuento final de votos sentenció el miércoles 29 que con el 94,35 % del total escrutado, el presidente JOH pasaba a ganar las elecciones por un punto y medio de ventaja (42, 92 % contra 41,42% de Nasralla). El fraude comenzaba a consumarse, mientras ese mismo día y el jueves 30 el pueblo hondureño copó las calles de Tegucigalpa, San Pedro Sula, La Ceiba, en el norte del país. Denunciando el fraude y levantando como consigna principal “Fuera JOH” se llegó a rebalsar las propias directivas de la Alianza de Oposición, ya que el candidato Nasralla en un primer momento llamó a esperar el recuento definitivo, y luego tras las masivas movilizaciones, se vio obligado a desconocer los resultados y a llamar a defender la voluntad popular en la calle. El regimen autoritario y fraudulento del Partido Nacional sentenció el 1 de diciembre el estado de sitio durante 10 días, suspendiendo las garantías constitucionales y ejerciendo un toque de queda de 18pm a 6am. El pueblo desobedeció y llegó a movilizar un millón de personas el domingo pasado, incluso enfrentado la represión que ya ha dejado al menos 7 muertos y decenas de heridos.

La situación actual es de una crisis institucional de gran magnitud. Si bien el lunes 4/12 el Tribunal Electoral de Honduras finalizó el escrutinio informando que Juan Orlando Hernández ganó por 50 mil votos (42,98%, contra el 41,39% de Salvador Nasralla), las movilizaciones no cesan y la Alianza de Oposición ha desconocido los resultados. Actualmente los enfrentamientos e insurrecciones locales crecen, las Fuerzas Especiales de la Policía Nacional se declaran en huelga ya que sostiene no querer reprimir al pueblo hondureño, y el ejército ocupa las calles de las principales ciudades. Las grandes corporaciones mediáticas internacionales hostigan cotidianamente a Venezuela llamándola “dictadura”, pero hacen la vista gorda en Honduras, donde se libra una verdadera batalla contra el Partido Nacional, y en consecuencia contra el imperialismo yanqui que lo sostiene. La disputa aún está abierta, ya que mientras Salvador Nasralla solicita a la OEA, la Unión Europea y EEUU convocar al Consejo Permanente para llevar las actas y demostrar el fraude, gran parte del pueblo hondureño sale a la calle a enfrentar la represión desobedeciendo a los sectores que buscan  derrotar la lucha popular.

El respeto de la voluntad popular es fundamental para derrocar el regimen del Partido Nacional, al tiempo que se impulsa la lucha contra la corrupción, la impunidad, al asesinato de dirigentes sociales y políticos.

No al fraude en Honduras

Todo el apoyo al pueblo hondureño

Basta de represión

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