Ante la ofensiva patronal que busca aprobar reformas en detrimento de derechos históricos de nuestra clase, debemos forjar la más amplia unidad en las calles de quienes estemos dispuestos a frenar la flexibilización, el hambre y el saqueo a nuestro pueblo. Para eso, es imprescindible superar los actos declamativos y avanzar de conjunto en una plan de lucha con paro general y acciones concretas en la calle, piquetes y movilizaciones.

Las reformas del gobierno son más hambre para el pueblo

Aumento de la edad jubilatoria, nueva disminución de aportes patronales, abaratamiento de despidos y fomento de la tercerización. El paquete de reformas tiene una unidad de criterio y una coherencia: aumentar los niveles de explotación para las y los trabajadores. Pero además, intenta preparar el terreno para desarticular nuestra capacidad de resistencia. Como es lógico, viene de la mano de la cooptación de un sector de la burocracia sindical, representada hoy por el triunvirato de la CGT y su traición. Pero además, va acompañada por la represión, que se plasma en un incremento de los niveles de impunidad en cada operativo contra las y los laburantes, los pueblos originarios que luchan por la tierra o cada pobre que se organice y salga a protestar. Ante una ofensiva descomunal del empresariado, representado hoy de manera directa en el actual gobierno, cabe una respuesta que también salga de lo habitual.

Luchas, hasta ahora parciales, contra una ofensiva general

La movilización del 29, convocada por la Corriente Federal de la CGT, la Secretaría Gremial de la CGT (Pablo Moyano) y las CTA de Yasky y Micheli logró una importante masividad. Por su parte, los sectores antiburocráticos, los movimientos sociales y organizaciones de izquierda aportamos un buen número de trabajadores y trabajadoras movilizados. La protesta fue significativa, ya que rompió con la pasividad que quiso imponer la cúpula cegetista, entregada por completo a los pactos con el gobierno. Expresa que una reforma tan nociva para nuestra clase no puede pasar sin rechazo por abajo, y deja en evidencia cierta crisis interna en la propia CGT que puede derivar en una ruptura. No obstante, más allá de la importancia política y de lo masivo de la jornada, las conducciones convocantes no fueron a fondo con la movilización, y en muchos casos dispusieron ceses de tareas para un sector de sus representados y no un paro para movilizar a la totalidad de su gremio. Direcciones como la de CTERA, llamaron al paro de un día para otro y sin militarlo entre la base. Además, la tónica general tanto en los discursos como en la dinámica concreta de los gremios convocantes fue la de invocar la necesidad de la lucha pero sin proyectar una continuidad concreta. Esto deja abierta la posibilidad de que la movilización tenga un carácter más de demostración de fuerza para erigirse como cara visible de la oposición sindical moderada y no con la perspectiva de construir una verdadera relación de fuerza que pueda confrontar con el programa del gobierno.

Por otra parte, al cierre de la edición de este número, se preparaba en distintos sindicatos combativos la participación de una movilización a Plaza de Mayo para el 6 de diciembre, en algunos casos con paro, impulsada por ATE Nacional, el llamado “Triunvirato Piquetero” y sectores de izquierda. En el caso de la convocatoria del 6, se cuenta con un espectro mucho más acotado de convocantes y esto lógicamente limita su impacto real en la puja contra el gobierno y los sectores abiertamente entreguistas de la CGT.

Ante una avanzada patronal extraordinaria, necesitamos trascender los espacios parciales y las peleas simbólicas. Para eso, es necesario que los actos sean unitarios y masivos, pero que también planteen una orientación clara. El plan de lucha necesita fecha concreta del paro general. Y si el triunvirato de la CGT no quiere poner la fecha porque negoció la reforma laboral a espaldas de los trabajadores, los distintos sectores que estamos dispuestos a enfrentarla en las calles debemos discutir esa posibilidad.

 Por la unidad de los trabajadores contra las reformas de los patrones

Dentro del sindicalismo combativo y antiburocrático existen debates más o menos explícitos acerca de cómo enfrentar los ataques del gobierno de los CEOs y la derecha. Un sector de la izquierda sindical privilegia muchas veces la política de “delimitación” por encima de las acciones para confrontar con el gobierno. Esto se vio reflejado, entre otros elementos, en las discusiones para poder organizar la intervención en las movilizaciones del 29. Desde las expresiones sindicales donde intervienen compañeros y compañeras de Venceremos, y junto con diversas construcciones sindicales que confluyen en Rompiendo Cadenas, venimos señalando esto como un límite.

La indispensable independencia política de los trabajadores no puede ser un argumento para retacear la confluencia en acciones unificadas. Necesitamos apostar a acciones callejeras lo más amplias posibles, presionar de manera efectiva a las direcciones reformistas e incluso a las burocráticas que se ven empujadas a salir a las calles, intervenir en la crisis –aún incipiente- existente en el seno de la burocracia con una línea que haga avanzar la lucha. Así como sabemos que solo con la capacidad de movilización actual del sindicalismo clasista va a ser insuficiente para frenar esta reforma, también es oportuno señalar que necesitamos cuestionar el esquema de actos tradicionales, donde lo único que se disputa son consignas y oradores.

Para eso, la superación de las disputas intestinas es condición necesaria para una intervención unitaria en la presión hacia los sectores reformistas hoy parcialmente movilizados, como la Corriente Federal de la CGT o las CTA. A su vez, la independencia política y de clase debe plasmarse en nuestros programas, nuestras acciones y en una praxis integral, y no tanto en marchar en una columna diferenciada o hacer un acto paralelo, dado que en muchísimos sindicatos nuestra militancia forma parte de la oposición que disputa la línea contra las burocracias, y dicha militancia no debe quedar aislada. Como oposición a esas conducciones y como sindicalismo antiburocrático, nuestra mejor delimitación es construir una alternativa real y no declamativa; diferenciarnos por nuestras propuestas y por la contundencia e impacto de nuestras acciones. Las reformas en curso merecen ser enfrentadas de maneras más firmes: cortes de calles, puentes y rutas; movilizaciones hacia las cámaras patronales que las impulsan.

A la par que debemos forjar la más amplia unidad en las calles de todos y todas quienes estemos dispuestos a frenar la flexibilización, el hambre y el saqueo a nuestro pueblo, debemos apostar a superar las limitaciones y falta de perspectivas de las direcciones reformistas y burocráticas. Nos toca desarrollar una pelea por derechos históricos de nuestra clase. La exigencia de un paro general y plan de lucha, debe ir acompañado de esfuerzos concretos para construirlos de manera real y así poder derrotar el reformismo permanente que impulsa el gobierno, que no es otra que avanzar sobre las condiciones de vida del pueblo trabajador.

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