La cumbre de la Organización Mundial de Comercio en nuestro país sella acuerdos comerciales que tendrán un fuerte impacto en el pueblo trabajador. Pero además, las políticas que se desprenden de los mismos nos afectan doblemente a las mujeres y disidencias sexuales.

L os ejes de acuerdos comerciales que plantea este nuevo encuentro de la OMC giran en torno a las futuras regulaciones estatales para la apertura de “inversiones” extranjeras, potenciar el comercio y la explotación de nuestros bienes comunes, como la tierra y el agua. No es casual que la sede sea nuestro país.

La OMC pretende sellar acuerdos que no sólo tienen un impacto directo en nuestra vida como trabajadorxs. Cada eje a discutirse impacta no sólo en el trabajo, la salud, la educación y en el sistema previsional sino que determina cómo y en qué condiciones acceder a los servicios y recursos indispensables para nuestra vida (desde el agua, la tierra, los alimentos hasta la salud y la educación). Ahora, ¿cómo nos afecta a nosotras, mujeres, trans y travestis?

Las reformas y acuerdos previstos afectan a varones y mujeres trabajadoras en todas las sociedades, pero de una forma desigual y diferente. La división internacional del trabajo se acompaña de una división sexual del trabajo, donde se explota doblemente la capacidad productiva y reproductiva de las mujeres, es decir donde el trabajo doméstico y el trabajo de cuidados impagos, es uno de los pilares de la reproducción de la vida.

Sabemos que nosotras partimos de una condición social, económica y laboral desigual en comparación con los varones. El golpe no sólo será por nuestra condición de trabajadoras, sino por nuestra condición de mujeres, trans o travas.

En la actualidad, la brecha salarial entre hombres y mujeres por realizar la misma tarea, alcanza el 23% en empleos formales y hasta el 30% en empleos informales. A su vez la mayor parte de la población pobre somos las mujeres, sobre todo jefas de hogar. De toda la tasa de desempleo en nuestro país (según INDEC, el 8.7%), el 20.1% son mujeres desocupadas menores a 29 años (mientras que la tasa de desempleo en los varones es del 17.2%).

Por cada minuto más que se le agrega a la jornada laboral, gracias a la reforma laboral que este gobierno y sus cómplices quieren imponer desde las gradas del Congreso, mayor será la jornada de trabajo doméstico impago. Lo que implica que las mujeres vivamos en mayor desigualdad, bajo una brecha salarial que va en aumento y con menos recursos para garantizar una vida digna. Incluso profundizando así los marcos de violencia no sólo laboral, sino Estatal sobre nosotras, condenándonos a la muerte o a la cárcel cuando defendemos nuestro derecho a vivir una vida libre de violencia machista.

El libre comercio que alientan los Estados capitalistas unifica la receta del ajuste y precarización de la vida, proponiendo que sean los organismos privados quienes lleven adelante las políticas que debería garantizar el Estado de forma gratuita (y que deberían ser de calidad). Reformas como la CUS (Cobertura Universal de Salud) evidencian los brutales recortes en las áreas del Estado y presupuestos destinados sobre todo a las políticas públicas vinculadas a nuestras necesidades. La reforma educativa, promovida por la OCDE, va en el mismo sentido privatizando la educación pública y promoviendo una formación mercantilista y meritocrática de nuestros hijos e hijas, eliminando por ejemplo los espacios de enseñanza de la Educación Sexual Integral. El libre comercio que pregonan los integrantes de la OMC, también busca arrasar con más áreas para la explotación de recursos, afectando directamente a las mujeres trabajadoras de las zonas rurales profundizando el hostigamiento, la criminalización y la tortura para nuestras comunidades originarias que pelean en defensa de la vida y cuyo vivir en comunidad nada tiene que ver con el lucro y la explotación capitalista.

De esta forma, a la ya cruenta explotación de nuestra clase trabajadora, las mujeres sumamos la opresión de género, la criminalización de las disidencias sexuales, la persecución a las mujeres migrantes y el saqueo de todos los recursos que garantizan la subsistencia de los pueblos. Las políticas de ajuste, con su componente de misoginia y machismo, atacan doblemente a las mujeres y disidencias sexuales, no sólo aumentando los niveles de desempleo y de precarización laboral, sino negando el cupo laboral trans/travesti y vaciando aquellas áreas encargadas de prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres.

A su vez, el aumento de la criminalización hacia nosotras, las mujeres, las migrantes, las travas, trans o disidentes, como también la persecución a lxs profesionales que garantizan nuestro derecho a un aborto no punible, son la clara muestra de que este gobierno pretende avanzar sobre nosotras a como dé lugar.

Por todo ello, nosotras, mujeres y disidencias de nuestra clase, asumimos el desafío histórico y la responsabilidad política feminista de luchar contra el capitalismo y el patriarcado en todas sus formas.

Organizadas, convencidas, en las calles y en lucha, estaremos junto con la Campaña Nacional Contra Las Violencias Hacia Las Mujeres, en la Gran Asamblea de Mujeres, Trans, Travestis, Lesbianas, Migrantes, Desplazadas, Refugiadas, Afrodescendientes, Indígenas para repudiar a la OMC y las políticas misóginas, de hambre y muerte.

Ante la crueldad y la devastación capitalista, ante la promoción de las políticas hétero-patriarcales, ante la persecusión y hostigamiento contra nosotras y el pueblo: lucha.

Nosotras decimos: ¡fuera la OMC! ¡A las calles compañeras! ¡Abajo el capitalismo, abajo el imperialismo, abajo el patriarcado!

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