La crisis en Catalunya sigue profundizando su curso. El gobierno central de Mariano Rajoy dispuso la aplicación del artículo 155 que destituye al govern y convoca a elecciones para el 21 de diciembre. El parlament, en respuesta, declaró la independencia y la puesta en marcha del proceso de desconexión de España para proclamar la nueva República. Sin embargo, muchos interrogantes asoman.
 
Por primera vez en décadas, el régimen parido de la transición del ’78 parece haber llegado a un punto sin retorno. La decisión del pueblo catalán de autodeterminarse y salir del marco de la monarquía borbónica significa, concretamente, volar por los aires con el andamiaje político y legal diseñado luego de la muerte de Franco para preservar a esa institucón vetusta. Por esta razón, no sólo el gobierno de Rajoy sino «el frente constitucionalista» que incluye al PSOE y Ciudadanos han defendido un verdadero golpe de Estado contra las instituciones catalanas al intervenir su autogobierno y convocado a elecciones regionales desde Madrid.
Ante la decisión de aplicar el 155, el govern catalán vaciló durante días e incluso barajó una convocatoria anticipada a elecciones. Finalmente, resultado del fracaso de las negociaciones, Carles Puidgemont derivó en el Parlament la resolución. Con 70 votos a favor, 10 en contra y 2 abstenciones (y el boicot de todo el frente constitucionalista), se aprobó la DUI (Declaración Unilateral de Independencia) como respuesta a la intervención de Rajoy. La declaración aprobada proclama una república de «derecho, democrática y social» y se reconoce como parte de la Unión Europea, al tiempo que llama a avanzar en la implementación de la Ley de Transitoriedad, el andamiaje legal que articularía el proceso de desconexión con el resto del Estado español. La declaración fue recibida con multitudinarias movilizaciones en las principales plazas de Catalunya, por un lado, y con el rechazo masivo de las principales potencias imperialistas, por el otro. En tanto, Podemos e Izquierda Unida se opusieron al 155 pero rechazan la declaración de independencia y defienden, a la larga, el mismo régimen de autonomías regionales que el PP y el PSOE y no la autodeterminación de los pueblos. Así lo anticiparon al confirmar que participarán de las elecciones del 21 de diciembre.
Así las cosas, el gobierno del Partido Popular considera intervenido el govern y prepara la realización de elecciones para el 21 de diciembre, mientras el independentismo desconoce el 155 y la convocatoria a elecciones, y llama a mantener una resistencia «democrática y civil» a la intervención. Es un escenario donde ni Madrid termina de controlar la situación e imponer una derrota al movimiento, ni la dirección del proceso avanza definidamente en una ruptura con el Estado español organizando la resistencia y la toma de las palancas fundamentales para erigir un Estado independiente. Una expresión de esto es que Madrid pudo tomar rápidamente el control de los Mossos, la policía local, y promover la fuga masiva de capitales.
Esta situación de dualidad, de dos gobiernos -uno autonómo y otro desde Madrid- es por definición transitoria y no puede extenderse en el tiempo, sino que por el contrario se cierra cuando alguno se impone sobre el otro. La falta de claridad y las vacilaciones de la dirección independentista han sumergido a una parte de su base en la confusión, mientras la monarquía, la burguesía y los partidos del establishment avanzan sobre el pueblo catalán con el respaldo del imperialismo yanqui y europeo.
Una derrota del pueblo catalán implicaría un retroceso para toda la clase obrera del estado español porque reforzaría a la monarquía reaccionaria, lejos de darle mejores condiciones para pelear al estar supuestamente «unificada» como señala, por ejemplo, una parte de la izquierda.
A esta altura, además de la necesaria radicalización de la movilización de masas, se plantea con mayor urgencia todavía la necesidad de una organización revolucionaria y anticapitalista que pueda jugar un papel de vanguardia en el proceso empujando con su propio programa y consignas.
La hora del desenlace se acerca. Apoyemos al pueblo catalán, abajo la monarquía reaccionaria y sus partidos, por la unidad de la clase obrera internacional.

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